La revolución la hacen unos y la aprovechan otros

El presidente Nicolás Maduro debería pensar en estas reflexiones que se me agruparon en mi mente, y que gracias a Aporrea las puedo escribir para ser leídas, ojalá por el jefe que habita en Miraflores. Eso sería muy bueno, para que él no pierda de mirar con agudeza a quienes están a su alrededor, incluyendo a aquellos que se visten de rojo y exhiben en su cabeza la gorra que lleva impresa además de las ocho estrellas, el 4 de febrero. Esto es sólo cosas que se le vienen a uno a la mente, que tiene el cuerpo curtido de años, y de ejemplos de quienes aplauden hoy al líder de turno, en el proceso revolucionario, en este caso a usted, y más tarde aplauden a quien represente a la Mesa de la Unidad. Cosas veremos en este camino largo y culebrero.

Usted, presidente Maduro, lamentablemente, tiene que dormir con un ojo cerrado y el otro abierto, a pesar de que tiene a su lado a la primera combatiente de este proceso, Cilia Flores, mujer forjada en la lucha y de sólida formación. Son sólo previsiones, para que no caiga por inocente o no amanezca un día con noticias desagradables, y tenga que levantarse a media noche en carrera, como si entrenara para unas olimpiadas, a tomar decisiones apresuradas. Acuérdese siempre de ese dicho que reza que “militar que se duerme le caen a sombrerazos”. Máxime cuando el imperio está al acecho, como caimán en boca de caño. Y los lacayos locales también. Tal vez, los lacayos internos son más peligrosos que los mismos yanquis. Pues, quiérase o no, son estos últimos los que están llamando a los representantes más connotados del imperio, con la desesperación al máximo. Estos son capaces de vender a sus madres, con tal de sacarlo a usted del poder.

Pero debemos volver al mensaje que oculta el título de este artículo. Usted, señor Presidente, debe instruir a sus más cercanos colaboradores acerca de las personas que meten a trabajar con ellos, que es lo mismo que si trabajaran para la revolución. Por ejemplo, tengo entendido que los funcionarios que estafaron al Fondo Chino-Venezolano, en su mayoría eran militantes de Primero Justicia. ¿Qué vaina es esa? ¿Quién carajo metió a esa gente en una unidad tan importante y estratégica para el gobierno revolucionario? Pienso que alguien lo hizo a conciencia. ¿Y cuáles fueron las consecuencias?

Ya es público y notorio que se robaron alrededor de 84 u 86 millones de dólares, y que además tenían cuentas corrientes en un banco Suizo. Se preguntará nuestra gente, ¿Qué vaina tan buena? Nosotros hacemos la revolución, nos partimos el lomo en el 2002, donde aportamos muertos y heridos, defendiendo a nuestro líder Hugo Chávez, y, por ende, a la revolución. Nos jugamos la vida en la calle trabajando por el proceso, y estos niños de papa y mama, que nunca han trabajado, que no saben lo que es sudar en una empresa, o en el arreglo de un brocal, de una vía, de un edificio o un puente, se gozan el dinero del pueblo. Se aprovechan del gobierno revolucionario en nuestra cara. ¿En qué país vivimos? Ah… ahora me acuerdo que estoy en Venezuela. Esto es para Ripley. Aunque usted no lo crea.

Napoleón Bonaparte tenía una máxima que rezaba: “En revoluciones sólo hay dos tipos de gente: las que las hace y la que se benefician de ella”. De esta frase nació la que le puse a mi artículo, como título. Es, por lo menos en Venezuela, una realidad incuestionable, muchos, pero muchísimos antichavistas se están gozando al proceso, con cargos de elevados suelos, y las manos libres para robar. ¿Cuántos venezolanos que han contribuido, de alguna manera, con el fortalecimiento de este proceso revolucionario están comiéndose un cable? Son millones y millones. Sin embargo, miles de ellos andan por allí, de un lado a otro, “pelando bolas” y desgastando las suelas de sus zapatos, o alpargatas, sin obtener una respuesta positiva, de los nuevos burócratas, que ni siquiera son revolucionaros. Y aún así, esos venezolanos, creyeron en Hugo Chávez y creen, en la actualidad, en Nicolás Maduro, ¿pero hasta cuándo? Tanto da el cántaro en el agua, hasta que se rompe.

El Presidente Nicolás Maduro, anda desplegado por el país con su gobierno de calle. Eso está bien. Lo aplaudí, desde el primer momento, pero presidente debe pelar el ojo, o mejor dicho los dos, o los cuatro si incluimos los de Cilia. Usted está soltando un chorro de real para un proyecto aquí, otro más allá. Eso está bien. Pero, esas boloñas de dinero le abren el apetito a muchos: a los que nade aportaron para en el nacimiento de esta revolución, mucho menos para su consolidación, y los llamados chavistas verdaderos (lo de verdadero es un decir, como señala Alberto Nolia), que se visten de rojo, pero su corazoncito está al lado de la derecha apátrida. En fin, ojo pelado, señor Presidente, que camarón que se duerme se lo lleva la corriente. Y permitamos que se reafirme el dicho: “cachicamo trabajando pa´ lapa”

¡Chávez, vive, la lucha sigue!


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Teófilo Santaella

Periodista, egresado de la UCV. Militar en situación de retiro. Ex prisionero de la Isla del Burro, en la década de los 60.

 teofilo_santaella@yahoo.com

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