(Sepa además acerca de lo peorcito al respecto, J. Fouché)

Traidor hace donde va lo que hizo donde estaba; helo ahí a Ismael García, tal, por lo que la MUD lo usa de trapo sucio

En política, tener en claro la noción de contexto y la de proceso, es de vida o muerte; somos un contexto y un montón de mentes y si esas mentes son cada cual una isla, el contexto se caotiza, por lo que ponerse de acuerdo, al menos respecto a un conjunto de bases mínimas, es preciso.
Ni siquiera los de la MUD quieren medianamente a Ismael, ellos saben que, de darle preeminencia, haría con ellos lo mismo que hizo con nosotros; que todo traidor haga adonde va lo mismo que donde estaba, es un axioma.

Pero, paradójicamente, la MUD tiene, como arroz, trabajo sucio por hacer y que sólo una sabandija puede llevar a cabo, de modo que ahí hay apetitoso filón para GarCÍA, que no tiene escrúpulo para involucrarse en trabajo sucio alguno que otros no se atreven a ejecutar.
Seguro que los de la MUD saben de Joseph Fouché, que por ascenso social y por dinero, fue capaz de casarse con una mujer más fea que la palabra pero a falta de un Fouché un Ismael. No es extraño, en consecuencia, que Ismael se haya casado con la MUD.

Y, por cierto, el sujeto es por añadidura tan maleducado que en una ocasión se sopló los mocos con la mano “pelá”, ante las cámaras de la televisión. Ha debido hacerlo, en cambio, al estilo Ninja, es decir, con el codo del brazo.

Cuando los de la MUD vieron las cochinadas de Ismael, en cámara lenta, se dijeron al unísono: magnífico, este es nuestro hombre. Y, eso se llama amor a segunda vista, burro con burro se rascan.

Pero, nosotros tenemos una debida noción de contexto y sabemos además lo que significa proceso dentro de determinado contexto.

Un contexto es sano cada vez más a medida que es depurado de basuras las que, a su vez, son echadas al basurero. Buena parte del proceso es depurar.

¡Eso sí, que la basura política pulule solamente en el basurero de la política!
Ah, y por si fuese poco, él habla a todo gañote, eufórico, desmedido, por lo que da la sensación de que podría tener un chirel metido entre el fokinyet.

oceanoatlanticoguillermo@gmail.com

Nota:

Os adjunto de complemento, reflexión ya publicada en septiembre de 2011
Fouché: La máscara invisible, genio del engaño, traidor de nacimiento, sacerdote tenebroso, miserable, egoísta
Joseph Fouché es un personaje de la Revolución Francesa y del Imperio Napoleónico; antes y después de Fouché difícilmente hubo o ha habido un político traidor más funesto que él.

Y mire que Judas Iscariote-antes-e Ismael García-después-no son más que “niños de pecho” por sólo citar par de traidores, referencias más que nada para tratar de ubicar a Joseph (José) Fouché en el contexto de la historia del crimen, como el genio de la intriga.

Pocos años antes de 1800 Fouché integró la bancada de los diputados girondinos (burguesía moderada) que dominaron los inicios de la Asamblea Nacional Francesa pero a medida que cambiaba la relación y los jacobinos (radicales de la revolución) aumentaron su fuerza política, Fouché se deslizó progresivamente hacia el bando jacobino hasta convertirse en el más radical de los radicales, luego de ser el más moderado de los moderados girondinos.

Brevemente, en 1790 Fouché está como sacerdote en un convento, en 1792 ya ha colgado lo hábitos y encabeza guarimbas que queman y saquean iglesias, en 1793 se convierte en comunista, en 1798 es un prominente millonario-se había casado con la fea hija de un acaudalado burgués, tras la fortuna que le permitiese escalar posiciones y, pare de contar.

El lastre de su disciplina religiosa le permitió a Fouché pasar agachado en todas las circunstancias, para todo tenía una máscara invisible, sirvió a Robespierre y a Napoleón Bonaparte, por igual; de éste llegó a ser ministro de policía, cargo desde el cual montó un aparato que estaba a su exclusivo servicio en vez de al servicio del Estado.

Fouché disemina sus servicios de espionaje desde los burdeles hasta las iglesias más encopetadas, pasando por toda la sociedad, vigila no sólo a los de abajo sino también a los de arriba, demás ministros, diplomáticos, militares del más alto rango; nada se le escapa, controla todo tipo de informaciones a tal punto que de él dijera un destacado presidente de la Asamblea Nacional Francesa, que “Fouché se ocupa de asuntos que le importan y de los que no le importan”.

Siempre se mantuvo en un segundo plano, desde el cual manejó los mandos, la intriga, el crimen y todo tipo de triquiñuelas. Fouché es, desde mi modesto punto de vista, el más genial clásico camaleón.

¡Bah!

¡A quien pueda interesar, acordaos de Joseph Fouché!



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Guillermo Guzman


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