Alerta con las cooperativas fraudulentas

De 800 cooperativas registradas en 1998, hoy hay 70.000. Esto en inédito, como inéditas son muchas de las cosas que pasan en Venezuela en el último lustro. Inédito es también que en ningún país del mundo (ni siquiera Cuba) se han alfabetizado en año y medio 1 millón trescientas mil personas. En ninguna parte del mundo ha ocurrido un fenómeno social como el del auge de las cooperativas en nuestra nación. La masificación es buena, pero ya se han prendido las luces de alerta desde varios sectores, a los que hay que tomar en cuenta. Uno, desde los espacios académicos, sin que haya estudios profundos todavía, sin embargo, entre los estudiosos del mundo laboral, comienzan a plantearse preocupaciones y dudas a las que no hay que mirar con desprecio desde el gobierno, ni del llamado “nuevo cooperativismo”, sino con atención para evitar cometer errores del pasado. También desde el cooperativismo tradicional que, con paciencia, trabajo y constancia viene desarrollando una labor callada, pero exitosa, sobre todo en algunos Estados del país como Lara, Portuguesa, Falcón y Aragua, se plantea que mas allá de fomentar cooperativas, lo que se debe fomentar es el cooperativismo, que suena parecido, pero no es lo mismo. Fácil es ahora, con la nueva Ley de cooperativas, constituirlas, lo difícil es desarrollar el cooperativismo, que es un modo de vida, una cultura, son unos principios, para lo cual se requiere una determinada formación y un tiempo de compartir experiencias y vivencias sociales.

Hay otros que usan esos mismos argumentos, pero con el mismo sentido oposicionista que ve cualquier política del gobierno bolivariano desde una perspectiva negativa, sólo porque Chávez la impulsa. Son los que actúan como decía Mafalda, con la fobia que le tenía a la sopa, cuando gritaba enfadada: “Ese cretino de Fidel debería decir que la sopa es buena. Si él dice que la sopa es buena, entonces aquí la prohibirían y yo no tendría que comerla”. A esto hay que combatirlos en el terreno de las ideas y de la experiencia solidaria que se desarrolla con el modelo cooperativo en Venezuela. Hay que desnudarlos en su discurso fofo, pero rimbombante, pletórico de fantasmas, de tratar de aterrorizar con sus temores a quienes avizoran en este proceso un rumbo certero a sus anhelos y esperanzas.

Conozco seres de éstos, que trabajaron con comunidades y con cooperativas, que hablaban de la participación comunitaria y de la organización popular como una panacea, pero que cuando vieron que ahora sí, que la cosa iba en serio, quién sabe porqué razones personales recularon y desde trincheras que antes combatieron, ahora lanzan dardos envenenados, pero envueltos en discursos ampulosos y almibarados como los de Claudio Fermín (que, al decir de Cabrujas hablaba algo así: “rom-rom-rom-totón-totón-carabrúm-carabrúm- sin-tín-titín-sus-to-sus-tón”). Es decir, mucho palabrerío, sin nada que decir, sin profundidad, sólo expresando maliciosamente “sus preocupaciones”, como le gusta decir a los del Norte por el proceso de masificación cooperativa.
Afortunadamente, he leído en las páginas de APORREA que:

“el superintendente Nacional de Cooperativas, Carlos Molina, durante una sesión solemne en el Parlamento del estado Guárico con motivo a la celebración del Día del Cooperativismo.

Explicó que quienes deseen formar una asociación de ese tipo deben seguir los principios y valores de esa actividad. "Asumir el compromiso de adecuar el cooperativismo al proyecto bolivariano del nuevo país y mantener una ética de trabajo donde el patrimonio fundamental sea el logro colectivo y el desarrollo de las comunidades", subrayó.

El superintendente de Sunacoop explicó que se han presentado casos donde las personas conforman una cooperativa para darle un registro utilitario con fines lucrativos y mercantilistas. "Eso se convierte en una tendencia perversa que distorsiona el hecho cooperativo".

Igualmente, Molina informó que han detectado otros casos donde utilizan a dichas asociaciones como instrumentos de flexibilización laboral, de cálculos económicos, lucro y como un mecanismo para acceder a créditos y contratos del Estado.

No obstante, aseveró que la SUNACOOP fiscalizará y sancionará a las cooperativas que incurran en irregularidades. "Así se evitará que se desvirtúe su objetivo de creación", acotó.

Por ello, el gobierno debe agudizar la Contraloría Social y los mecanismos de supervisión de la SUNACOOP, del MINEP, así como del Ministerio del Trabajo, para evitar que empresas de maletín, los siempre-vivos, empresas reconvertidas en cooperativas, cometan fraude laboral, burlen al Estado, a los trabajadores y se aprovechen de las bondades que ahora se le brindan a este tipo de organizaciones de la llamada Economía Social y a su vez deterioren el enorme esfuerzo de organización popular, de financiamiento y de formación para el trabajo, que se desarrolla en Venezuela, para dar un salto en el desarrollo endógeno, que sirva de transición hacia una sociedad mas justa y equitativa.
Sobre este tema volveré a ampliar conceptos y comentarios.


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Cécil Pérez


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