Creencias e ideas

El conjunto de creencias y de ideas de un pueblo, su espíritu, desplegado en la forma de un acontecimiento real, he aquí lo que constituye el fondo y la forma del pueblo venezolano propiamente dicho. A este hecho general se vinculan la conciencia histórica de todas las verdades profundas de la conciencia espiritual y la vida política, civil y doméstica en sus usos, necesidades materiales y medios de satisfacerlas. Y todo ello vivificado en estrecha combinación con las acciones y caracteres de todo el pueblo; pues, para la política, no existe la verdad general si no es con rasgos unitarios y con viva fisonomía. Semejante tema, que compendiando todo el pueblo se concentra sin embargo en una acción individual, debe desarrollarse con ritmo sereno, sin apresurarse como la acción dramática, hacia el desenlace. Es preciso que nos detengamos a contemplar la imponente sucesión de acontecimientos, dejándonos cautivar por los cuadros particulares y por los episodios, saboreándolos en todos sus detalles. La marcha de la política conserva la forma de un encadenamiento regular, sin ser estrecha; su unidad reside únicamente en el fondo del tema. Como toda la obra política, debe formar un todo orgánico; pero desenvolviéndose con calma, de modo que cada parte, cada imagen viva de la realidad, pueda atraer la atención sobre sí misma y logre interesarnos.

Todo el pueblo tiene semejante historia, verdaderamente nacionalista, en la cual está expresado lo que constituye su genio. Bajo este aspecto, los hechos históricos son nada menos que las fuentes profundas donde este bebe la conciencia de sí mismo. Sería interesante formar una colección real de nuestra historia. Pues la serie de epopeyas, cuando no son obras artificiales de una época posterior, sería para nosotros una galería donde figurase el espíritu del pueblo venezolano como un cuadro fiel de su epopeya.

Puesto que la auténtica historia expresa por primera vez de manera poética nuestra conciencia nacional, cuando despertamos y nuestras ideas son ya bastante fuertes para manifestarse. Los principios que deben dirigir la conducta del pueblo emanan directamente de su conciencia y aparecen como un código superior de justicia y de leyes positivas. Esta fuerza individual de los caracteres y de las acciones, que adquieren más intensidad y concentración activa, nos lleva a lo épico. Pero la epopeya revolucionaria nos exige esa unidad inmediata del sentimiento y de la acción, ese íntimo deseo perseguido por la masa y acontecimientos, esos sucesos exteriores que se cumplen fatalmente; y esa unidad, en su originalidad y verdad, sólo existió en los períodos de la Revolución de la Independencia Nacional.

El enemigo imperial acecha. Pero la unidad es menos compacta en los actuales momentos, y todos creemos que la circunstancia es otra, hasta el punto de que, pareciéndonos y siendo realmente independientes, el conjunto ha podido prestarse a interpolaciones y otros cambios. Es preciso que el pueblo viva aún en relaciones, ideas y creencias semejantes a la epopeya independentista, que sienta simplemente la necesidad de formar políticas que todavía tengan la sustancia de esa época. Si no existe esa afinidad entre el espíritu de ese tiempo y los acontecimientos que describe, su normativa será perjudicial y contradictoria.

Ahora bien; este mundo que habitamos y donde se mueve el imperialismo como en su propia casa, lo habitamos nosotros con él, puesto que contemplamos este mundo viviente. Tal parece que no le somos extraños, como no lo es él. Sin duda, semejante mundo debe ser colocado en un grado inferior de civilización.
Denuncia a los organismos competentes:

Funcionarios de la policía de Miranda uniformados, montan alcabalas en la Carretera Panamericana de 11-PM a 2-AM, desde los Alpes hasta el botadero del aseo antes de llegar a Cumbre Roja y de la redoma de San Antonio a la curva del Hipódromo, asaltan a los automovilistas, andan de a dos en moto, con el logo de la Policía de Miranda, nos roban los celulares, dinero, relojes y todo lo que tenga valor para esos delincuentes.

Cito a Mario Briceño: “¡Somos la voz de América! Hacia Venezuela, están volviendo de nuevo las miradas y los oídos todos los pueblos del Hemisferio. Aquí se escuchó por vez primera el verbo de Bolívar. Aquí se gestó el gran choque de los tiempos. El pasado de la Colonia frente al porvenir de la República.”

¡Pa’lante Comandante!
Lucharemos, Viviremos y Venceremos.
Hasta la victoria siempre y Patria socialista.

manueltaibo1936@gmail.com



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Manuel Taibo


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