Releyendo a Erich Fromm

El carácter revolucionario. A propósito del 11/13 de abril (II)

Fromm, se hace otra pregunta ¿Y por qué digo que la historia humana puede concluir con un acto de obediencia? Y expresa: desgraciadamente, no hablo aquí en términos mitológicos, sino en forma muy realista. Si en el lapso de dos o tres años una guerra atómica destruyera la mitad de la población humana y llevara a un período de completa barbarie, o si esto ocurriera dentro de diez años y destruyera probablemente toda vida en la tierra, ello se debería a un acto de obediencia. Es decir, la obediencia de los hombres que aprietan un botón en respuesta a los hombres que imparten las órdenes, y la obediencia a ideas que hacen posible pensar en términos de tal locura.

La desobediencia es un concepto dialéctico, pues todo acto de desobediencia es en realidad un acto de obediencia. Y se hace otra pregunta ¿Qué deseo significar con ello? Todo acto de desobediencia, salvo que sea vana rebelión, es obediencia a otro principio.

Desobedezco al ídolo, pues soy obediente a Dios. Desobedezco a César, pues soy obediente a Dios, o, si se habla en lenguaje no teológico, pues obedezco a principios y valores, a mi conciencia. Puedo desobedecer al Estado porque soy obediente a las leyes de la humanidad. Y si soy obediente, por cierto que siempre estaré desobedeciendo a otra cosa. No se trata en verdad de un asunto de desobediencia u obediencia, sino a qué o a quién se desobedece u obedece.

Precisa Fromm, que se deduce de sus palabras que el carácter revolucionario, en el sentido en que emplea la expresión, no es necesariamente un tipo de carácter que sólo tiene cabida en el campo político. El carácter revolucionario existe por cierto en política, pero también en religión, arte, filosofía. Buda, los profetas, Jesús, Giordano Bruno, Eckhart, Galileo, Marx y Engels, Einstein, Schweitzer, Russell, son todos caracteres revolucionarios. El carácter revolucionario puede encontrarse por cierto en un hombre que no figura en ninguno de estos dos campos; en un hombre cuyo “sí” es “sí” y cuyo “no” es “no”. Es aquel capaz de ver la realidad, tal como el niñito en el cuento de Andersen “El nuevo traje del emperador”. Vio que el emperador estaba desnudo, y lo que dijo respondía exactamente a lo que había visto.

…Resalta Fromm que resulta muy difícil ser desobediente si ni siquiera se tiene conciencia de ser obediente. Lo expresa de otro modo: ¿Quién es capaz de desobedecer a una computadora electrónica? ¿Cómo le podemos decir “no” al tipo de filosofía cuyo ideal es actuar como una computadora electrónica, sin voluntad, sin sentimiento, sin pasión?

La obediencia no se reconoce en la actualidad como tal, pues se la racionaliza como “sentido común”, como cuestión de aceptar necesidades objetivas…Nuestra situación actual tiene otro aspecto que viene al caso…el individuo siente mortal terror ante el poder de las grandes burocracias, ante la magnitud del todo, el Estado, la burocracia industrial y la burocracia sindical. Además de aterrorizado también se siente tremendamente pequeño. ¿Quién es el David que pueda decir “no” a Goliat? ¿Quién es el hombrecillo que pueda decir “no” a aquello cuya fuerza y tamaño han sido mil veces aumentados en comparación con lo que solía ser autoridad apenas cincuenta o cien años atrás? El individuo esta intimidado, y gustoso acepta la autoridad. Acata las órdenes que le imparten, en nombre del sentido común y la razón, para no sentir que se ha sometido.

A manera de resumen, sostiene que cuando dice “carácter revolucionario” no se refiere a un concepto conductual sino a un concepto dinámico. Uno no es un “revolucionario” en este sentido caracterológico porque profiera frases revolucionarias o porque participe en una revolución. En este sentido es revolucionario el hombre que se haya emancipado de los lazos de sangre y suelo, de su madre y su padre, de fidelidades especiales al Estado, clase, raza, partido o religión. El carácter revolucionario es un humanista en el sentido en que siente en sí mismo a toda la humanidad, y en que nada humano le es ajeno. Ama y respeta la vida. Es un escéptico y un hombre de fe.

Es un escéptico, pues sospecha que las ideologías encubren realidades indeseables. Es un hombre de fe, pues cree en aquello que existe potencialmente aunque todavía no haya nacido. Puede decir “no” y ser desobediente porque puede decir “si” y obedecer a aquellos principios que le son genuinamente propios. No está semidormido sino plenamente despierto ante las realidades personales y sociales que le rodean. Es independiente; lo que es lo debe a su propio esfuerzo; es libre y no es sirviente de nadie…

Por cierto que la mayoría de las gentes no han sido nunca caracteres revolucionarios. Pero la razón por la cual ya no vivimos en cavernas es precisamente porque en la historia humana ha habido siempre suficientes caracteres revolucionarios como para sacarnos de las cavernas y sus equivalentes. Hay empero muchos otros que pretenden ser revolucionarios cuando en realidad son rebeldes, autoritarios u oportunistas políticos.

Para finalizar, un comentario al tema sobre el carácter revolucionario que tan admirablemente nos ha legado Fromm, hago conexión con nuestra historia reciente y puedo permitirme avalar la idea de que a partir de los acontecimientos del 27 de febrero de 1989 comenzamos a despertar como colectivo, pero fue el 04 de febrero de 1992 cuando realmente fuimos capaces de ver la realidad, al aceptar la invitación de aquél teniente coronel, quien con su desobediencia nos condujo a transitar por los caminos que nos conducirían a tiempos mejores. Él con su desobediencia a los grandes intereses de los “invasores del mundo”, a su vez fue y sigue siendo un gran obediente a los requerimientos de quienes poco a poco somos ganadores y productores de conciencia crítica, y definitivamente no nos dormiremos, continuaremos despiertos , con la conciencia de haber vivido en la inercia de la ignorancia y no desear que nuevamente inunde las mentes de quienes somos protagonistas de una experiencia única, que nos hace ser mas humanos y más revolucionarios. ¡PA’ lante Comandante! Somos desobedientes, somos carácter revolucionario. Que así sea hoy y siempre.

*ruthcueto7@gmail.com




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Ruth Cueto (*)


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