Auditórium

El cinismo político o: ¿politikus stúpidus?

“Es peligroso tener razón cuando el gobierno esta equivocado”

Francois Voltaire…

Se habla mucho del anti-parabolismo  de los ciudadanos venezolanos por la política. De hecho, no se pierde ocasión de sacar a colación en todos los programas de opinión y columnas, donde se usa casi como fórmula mágica, cuando se fusila o descalifica de un plumazo a cualquier ‘criterio incomodo’ del análisis político.

La gente al parecer  está hasta la coronilla de los políticos (pero al parecer de los políticos mediocres, sin formación e iletrados).  Se esta repitiendo en demasía la misma cantaleta, estando muy presente  en la calle, donde los más jóvenes al parecer son los que más han asimilado ese fatal indicador sociológico. Y esto es al parecer por el mal uso mediático de mucho ‘alto dirigente’ de los espacios de comunicación social.

Hay que sacar del lenguaje del dirigente político cuando utiliza los medios de comunicación; la percepción del ciudadano venezolano hacia mucho lidercito,  ese sentimiento subjetivo de ineficacia, de cinismo, y la falta de confianza hacia el proceso bolivariano. Ya que muchos dirigentes políticos, y directivos de algunas instituciones públicas del estado venezolano, solo generan distanciamiento, y desalineación hacia el gobierno bolivariano, con sus pésimas exposiciones.

El cinismo político, es muy perverso y dañino cuando esta enmarcado dentro de los estudios de la cultura socialista. Y consiste en la particular disposición en la que los ciudadanos establecen distancia entre la legitimidad del dirigente mediocre, y la eficacia muy baja de la posición que dicen defender.

La revolución bolivariana ahondó en esa huella, cuando Venezuela sufrió alteraciones durante la transición de la Constitución de 1961 hacia la de 1999, con el ya consabido desencanto de la esfera política cuarto republicana. Ahora con la implantación de valores socialistas, hay que erradicar de cuajo la persistencia del cinismo, producto de la afiliación militante del más rancio clientelismo politiquero.

El pueblo venezolano le otorgó una alta legitimidad al gobierno bolivariano con Hugo Chávez de presidente en los años: 1998,2000 y 2006. Pero pensamos que todavía existen fallas. Eso es lo que se asegura cuando se cruzan los estudios de sociología política, y las encuestas de opinión pública.

Por ello es muy pertinente  identificar “el mayor problema de Venezuela” en la actualidad, y evitar que la oposición venezolana para poner, un solo ejemplo de la política publica socialista, tergiverse el significado del ‘DIBISE’, a través  de una disposición subjetiva, partiendo de su propia  estrategia electoral rumbo al 7-O. ¿Cómo la  tergiversan? De la manera más lógica y posible: dándole vueltas a la noción de ineficacia del gobierno bolivariano en su  combate a  la inseguridad ciudadana. Primero señalan la nula eficacia del ministro, y las instituciones encargadas de esa competencia. Segundo, y aquí es done entra la manipulación, cuando niegan la eficacia política que sustenta la materia de la seguridad ciudadana tan criticada.                                                        

El ejemplo más reciente de esto, pero hay muchos otros, lo vemos con el asesinato de la hija del cónsul de Chile en Maracaibo. La oposición mediática no se limitó a denunciar el lamentable papel de los funcionarios del CICPC; lo que ha propuesto con vehemencia es además la destitución o renuncia del ministro, y su eliminación dentro del gabinete de la seguridad ciudadana. Se apoyan precisamente en los datos de la minoría electoral del gobierno bolivariano en el Zulia, pero alterando el concepto de la presunta ineficacia, lo coligen con la ilegitimidad. Es ahí donde la crítica de ese crimen, lo pretenden convertir en un rechazo nacional  hacia la revolución bolivariana.

Las posiciones de la oposición me parecen interesantes enfrentarlas, siempre que se planteen por vías pacíficas del debate político con fuertes argumentos, y no se camuflen bajo los usos chapuceros de la opinión pública. Cabe en ese debate, saber si en el articulado en materia de seguridad, y de los derechos humanos de nuestra Constitución  se ampara la difusión de las ideas sobre estas materias que no socaven la legitimidad de las instituciones, y los derechos democráticos (pregunto solamente). A mi modo de ver, la libertad de expresión debe tener costuras anchas y fuertes. Los medios de comunicación de la derecha opositora, y el sistema de medios públicos, deben disponer de espacios, sin más restricciones que las fijadas por la ley. Pero de igual modo, hay que llamar la atención del usuario de esos medios para que conozca la composición de los temas a debatir.

Según esto, es  evidente, que el estado es una cosa natural, y que el hombre es por naturaleza un animal político o social. Y la razón por la que el hombre es un animal político (zoon politikón). La naturaleza, en efecto, no hace nada sin un fin determinado; y el hombre es el único entre los animales que posee el don del lenguaje. La simple voz, puede indicar pena y placer, y por casualidad, la poseen también los demás animales, ya que su naturaleza se ha desarrollado, hasta el punto de tener sensaciones de lo que es penoso y placentero.  y que significa esto, que unos se diferencien de los otros; pero el lenguaje siempre tiene el fin de indicar lo provechoso, y lo maligno por consiguiente; también lo justo y lo injusto, ya que es una particular propiedad del hombre, que lo distingue de los demás animales, por ser el único que tiene la percepción del bien y del mal, de lo justo y lo injusto, y de las demás cualidades morales, y es la comunidad  con su participación en estas lides lo que hace una patria grande. 

El mal proceder de unos políticos, hace que muchos ciudadanos  rechacen a los políticos, y ellos  se nieguen así mismo, pero como es imposible "no ser", cabe deducir que se pretende siempre deslegitimar  su gestión ,y sacarlo para poner  "al otro"  en el escenario de la discusión, e imponer sin más su propio "credo o ideología política". A esto  usualmente se le llama, "fascismo", o algo más preciso: totalitarismo. Los que deslegitiman a los "políticos", acusándolos de ser "fascistas" caso del” gato Briceño gobernador de Monagas”. La historia ha sido muy ilustrativa al respecto.

Se que hoy en día, existe un desprecio del  joven elector  hacia los “politikus stúpidus” que por desgracia abundan como piedras. ¿Si somos políticos, y esa es nuestra esencia, por que, descalificar la acción naturalmente política de ciertos funcionarios? ¿Sería esta la prueba irrefutable de ser un estalinista?                                                                                                              

Percasita11@yahoo.es



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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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