El mundo atrincherado

Al comienzo de una tierra inhóspita, el hombre como materia viva y pensante se hizo realidad en plena intemperie, motivo por el cual en su primer instinto de supervivencia recurre al amparo de una cueva como trinchera ante los peligros externos; gracias a las trincheras como albergue, el hombre de ayer hasta el sol de hoy ha recorrido un largo trayecto nada fácil.

El tan polémico “eslabón perdido” se atrincheró a su paso en una de esas alteraciones naturales del periodo prehistórico, y su rastro hoy aún persiste en el misterio.

La mentira y la verdad cada una con su particularidad tienen su asidero en una trinchera. Las trincheras de la mentira están edificadas sobre montículos de arenas movedizas. Las trincheras de la verdad están revestidas de material rocoso, que da blindaje al pensamiento y palabra del hombre justo.

En esta tierra de bendiciones, de santos y de profetas, existe una archicofradía de minúscula moral, mezquina y hostil, atrincherada en la carpa social de la opulencia, que mira de reojo y con desprecio a una sociedad acorralada en contra de su voluntad en las trincheras de la pobreza.

Cada laboratorio de investigación que remedia la vida y da origen a los descubrimientos más insólitos es una trinchera de la ciencia y del saber; y hasta los misiles de guerras convencionales y atómicas etcétera, amenazan al mundo pacífico desde una trinchera muy caliente. Los religiosos elevan sus plegarias al cielo a través del estrado de una trinchera de oración. La miseria mental también se atrinchera, pero, en un frío nicho que a su vez le sirve de marco a su esquelética figura.

¡Simón Bolívar, con su extensa visión de futuro salió de su trinchera al combate, galopando su caballo marchó por todo un continente, vio, libertó y luego regresó!

¿Qué podemos hacer para salir de las trincheras que aprisionan las manos liberadoras, que no nos permiten ir, ver, abrazar y luego regresar con la sonrisa y la satisfacción de quién abolió las trincheras del alma en un mundo atrincherado?


julio.cesar.carrillo@hotmail.com



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Julio. César Carrillo


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