Cruzada cívica en pro de Palestina

En medio de una confusa alborada, hoy he vuelto a escuchar el grito desgarrador del pueblo palestino, proveniente de la desértica tierra, barrida por el constante bombardeo aéreo y el resto de armas letales y sofisticadas de exterminio humano, llevado a cabo sistemáticamente por el gobierno israelí, que desde hace tiempo, cuál insecto depredador insaciable, le dio por beber el néctar de la inocencia infantil palestina, que también tiene igual derecho a existir en su propia tierra, ya que son el semillero y guardianes de futuras generaciones.

En este siglo XXI, es cuando el proceso civilizador debería tener un avance significativo de humanidad, que al menos pudiese derribar en buena parte esas barreras utópicas que nos separan del dolor ajeno.

¡Qué desgracia Dios Santo!

Las lágrimas deberían brotar a borbotones de nuestros ojos, cuando frente a nuestra impotencia, vemos el desplazamiento forzado de un gran féretro de seres humanos descalzos por la vida, como arrastrados por una extraña fuerza adversa y como destino final, «el Seol».

En esta Tierra de Gracia, bendecida por el Padre Universo, sin excepción, queramos o no, desde el confort y tal vez sin darnos cuenta, nos estamos convirtiéndo en el prostíbulo de la alcahuetería más grande y despiadada de todos los tiempos.Todo esto sucede aquí mismo en este planeta Tierra de singular belleza, y que hasta el momento, no se tiene conocimiento de algo más o menos parecido a nuestra azul esfera terrestre en toda la infinitud del universo; no obstante, los autores materiales e intelectuales del genocidio de seres humanos indefensos en la Franja de Gaza, parecen haber irrumpido de un extraño y misterioso mundo tan hostil y con desbordante "sadismo", que hasta serían capaces de enfatizar con cavernosa voz las siguientes palabras: "Señores (as), mañana cuando caiga la noche y los niños estén dormidos, todos ustedes se convertirán en testigos presenciales de un suceso de gran impacto emocional, porque después que sepultemos de forma prematura a la Palestina huérfana, «luego vamos con todo por el resto».

Por lo tanto, recordemos aquel refrán que dice lo siguiente: "Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar".

(Parafraseando al comandante cubano Fidel Castro Ruz: Para mis hermanos (as) palestinos asesinados no clamo venganza, como sus vidas no tenían precio, no podrían pagarlas con las suyas todos los criminales juntos.

No es con sangre como pueden pagarse las vidas de aquellos mártires que han perecido bajo el feroz exterminio, cometido vilmente por su hermano vecino más cercano.

La felicidad y bienestar de todos aquellos que sobrevivan, en la rígida senda a seguir en todo el territorio palestino, ese será el más elevado y digno precio que puede pagarse por ellos; y los caídos sobre los candentes y polvorientos caminos, no estarán ni muertos ni olvidados, "vivirán más que nunca", y sus exterminadores han de ver horrorizados, como resurge de sus blancas cenizas el espectro heroico y victorioso, al son de la danza y el dulce canto soberano!).

¡Palestina amada, dentro de la Patria que te vio nacer, con tu estoica fortaleza, tolera tu dolor de parto, para que renazca de tu vientre un nuevo y hermoso destino, y de corazón te pedimos, por favor, no te rindas «mujer» que esta penitencia de ayunos y oraciones va por ti!



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Julio César Carrillo


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