Auditorium

las clases de Fouché

“Los que se pasan la vida haciendo revoluciones a medias, no hacen más que cavarse una tumba”

Louis de Saint Just…


Joseph Fouché en los tiempos de la revolución francesa, fue un terrible operador político en la ciudad de Lyon Francia, al ejecutar el cumplimiento de un decreto de la convención revolucionaria francesa, que tuvo como consigna la destrucción de esa ciudad industrial en el siglo XVIII. Dejando casas, edificios y sitios públicos destruidos; junto al desarme de las fuerzas del orden publico y el arresto de ciudadanos sublevados, confiscando la propiedad privada de los oligarcas, y la ejecución sin formulas de juicio de todos los contrarrevolucionarios. No llegó como la langosta, sino que ejecutó un plan macabro de ejecuciones selectivas, aplicando el terror psicológico sobre la población, porque sabia que el método del discurso del terror, las amenazas, y la demostración abusiva de poder, era una razón más que suficiente para que los ciudadanos se neutralizaran, y aceptaran las condiciones políticas y sociales que imponía la Revolución.

Existían en esos momentos muchos exhortos para defender la pureza revolucionaria, la lucha anticlerical, las libertades civiles, y ante la presunta riqueza de algunos sectores de ciudadanos franceses. Joseph Fouché tuvo que aplicar en sus inicios métodos represivos para que sintieran las medidas ejemplares en tiempos de revolución. Las acciones de Fouché infundieron terror, las cuales le permitieron fortalecer su poder e imagen en la revolución francesa, y en toda Francia.

La destrucción, el saqueo y las confiscaciones de las propiedades privadas industriales, y habitacionales en Lyon, fueron dirigidos con todo el poderío de las movilizaciones que producen las masas sedientas de cambios. El rey de la traición como se le conoció a Fouché en esa época de la revolución francesa, este capitulo fue explicado por Fouché como una etapa en que las “circunstancias” lo obligaron a realizar, debido a las órdenes impartidas por líderes beatos revolucionarios. Se desmarcó de ellos, asentándole su sello muy personalísimo que dicha actuaciones no eran el producto de sus apetencias personales; ante la ciudadanía de toda Francia, sus diputados, líderes revolucionarios, y funcionarios del gobierno demostró su eficaz actos de terror de cumplir, y el hacer cumplir sin retrocesos alguno los más altos preceptos conceptuales de la: “libertad, igualdad y fraternidad”, con brutales hechos políticos pragmáticos de corte fascistoide que nadie, hasta esos momentos, llegaron a entender, los utilizaba presuntamente para consolidar la revolución frente a los interese monárquicos, y la oligarquía apátrida.

En esa etapa revolucionaria tuvo una cadena de éxitos momentáneos, Fouché a través de su alta capacidad de maniobra llego a detectar cambios imperceptibles, en la estructura de los liderazgos participantes en la convención francesa, interpretando que era el momento de aplicar en la revolución francesa otros métodos políticos en la revolución: la moderación comenzó a invadir los espacios mas cercanos a los lideres políticos menos radicales de la revolución, como fue el caso de Dantón, y publicando edictos requisitorios para cambiar su fama de radical extremista. Fouché se reprogramó, apareciendo luego como un político duro, leal a la causa revolucionaria, muy pragmático y de una aparente eficiencia. Así dio comienzo a eliminar los pelotones de ejecución, oponiéndose a los afectos de la temible guillotina, y del fusilamiento en masa, insistiendo ante la opinión publica que con esos métodos se acabaría con la anarquía, la impunidad, la incertidumbre, la desconfianza, el y caos.

Con su voltereta hacia la moderación conquistó la confianza de muchos convencionistas de París, y también de los aterrorizados ciudadanos de la ciudad de Lyon, que atónitos miraban el cambio de criterio en Fouché como una bendición del cielo ante tanta locura y terror desatados, tardíos, pero muy reconfortantes. En ese trance, los revolucionarios lo acusaron de alta traición a la causa, carente de energía de mando, y de estar retrasando los intereses de la revolución en Francia. A pesar de todo esto, el rey de la traición ya había logrado fama, mucho prestigio, coleándose en un sitial muy decisorio en la mente de los controladores del poder.

Los cambios de faceta en la aplicación de la fuerza bruta y la moderación, armas utilizada por Fouché en el ejercicio de la real politik le sirvieron, para la conveniencia en los momentos que los necesitó, pues desde el punto de vista maquiaveliano era una estrategia, porque significaba sólo un procedimiento para el control y la aplicación de las acciones que resolvieran los brotes de disidencia.

En pleno siglo XXI el uso de la fuerza bruta no debe ser aplicado sobre la población como vías de amedrentamiento, para la obtención y fortalecimiento de los niveles del poder político (Veamos los ejemplos de: Mubarak, Gadafi, Fujimori, Milosevic, el de Siria etc.). Al contrario, esto debe ser traducido en estrategias muy bien estudiadas y consolidadas en su aplicación, que hagan sentir contundencia sobre la población de las decisiones tomadas, las cuales deben estar alejadas de los excesos y abuso de poder. El ejercicio del poder deber ser sin excepción, un ejercicio equilibrado de programas de políticas publicas, que otorguen la autoridad necesaria, a fin de que se inserte la idea del buen manejo del gobierno en el tejido social de la población, dejando en sus mentes una sensación de bienestar general sin exclusiones de ningún tipo.

El Cumplimiento de las leyes debe ser para todos por igual, aplicando un acercamiento orgánico con las bases sociales, esto dará una efectividad a quienes participan en el terreno del difícil arte de hacer política. Fouché exhortaba que no debía existir parálisis al ejecutarse una acción de poder, pues se caería en la ineficacia, el retardo, y la pérdida de oportunidades. La brutalidad en el poder se aplica sin miramiento alguno, más si esta proviene de algo tan banal de que si es ético o moral en el bastardo uso del abuso de poder, eso sí al tratar de imponer el criterio para que no quede la duda de que le procedimiento tomados, son correctos o incorrectos para los perversos fines políticos.

La lección o clases de dejadas por Fouché, en la vida moderna s quedan determinadas en la aplicación de cada actor en funciones de poder, para lograr la concreción de verdaderos planes revolucionarios en el manejo de políticas de preservación de una estructura social verdadera. Definiendo claramente el proyecto de gobierno en la realidad de cada municipio, estado etc. Articulándolo con el plan de desarrollo nacional que se requiere en cada caso especifico, el cual debe ser aplicado por los respectivos alcaldes y gobernadores en ejercicio pleno y soberano de sus cargos.

Percasita11@yahoo.es


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Edgar Perdomo Arzola

Analista de políticas públicas.

 Percasita11@yahoo.es      @percasita

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