Sentir Bolivariano

5 de julio

En Julio de 1811, el Coronel Simón Bolívar cumplía 28 años. Después del 19 de Abril de 1810, se había avanzado en el transitar por el Camino hacia La Libertad: se reconocía el principio de la Soberanía Popular, se aceptaban las elecciones, existía un Congreso, se permitía la práctica del derecho a la libre asociación. El ejercicio de la “autoridad soberana se hallaba distribuido en tres poderes. Mucho, sin duda, se había hecho, en medio de la Inexperiencia que ofrecía valiente y oscura la carrera de la Emancipación” (F. Larrazábal). Pero faltaba declarar la Independencia “de hecho y de derecho”. La prudencia de algunos, los temores de otros, apuntaban al retardo del hecho por el que insistían los compatriotas más decididos y de conciencia revolucionaria más clara. En estos últimos se encontraba, como uno de los más eufóricos, Simón Bolívar. Se habían constituido como la Sociedad Patriótica y Bolívar era de los que mayor influencia ejercía en los frecuentes debates. Como relata Larrazábal: “Sus modales cultos, su juventud, sus conocimientos perfeccionados en tantos viajes, le conquistaban numerosas simpatías en la ventajosa situación que ocupaba su familia, y todo su ahínco era aprovecharlas en servicio de la patria. Atento a la marcha de los sucesos, y preocupado de un solo asunto, de un solo pensamiento, la independencia de Venezuela, no perdía momento ni oportunidad para llevarla a cabo”.

Uno de los problemas principales era que varios miembros del Congreso eran enemigos a muerte de la Sociedad Patriótica, planteando que se comportaba como otro congreso. Es así, como el 3 de Julio de 1811, el Gran Simón lanzó uno de sus primeros y memorables discursos: “No es que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que más conocen la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea efectiva, para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad. Unirnos para reposar y dormir en los brazos de la apatía ayer fue mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional lo que debería estar decidido. Y ¿qué dicen? Que debemos comenzar por una confederación. ¡Como si todos no estuviésemos confederados contra la tiranía extranjera! Que debemos atender a los resultados de la política de España. ¿Qué nos importa si España vende a Bonaparte sus esclavos, o que los conserve, si estamos resueltos a ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas. ¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma!.. Trescientos años de calma, ¿no bastan?, ¿Se quieren otros trescientos todavía? La Junta Patriótica respeta, como debe, al Congreso de la Nación; pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica, centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin temor la piedra fundamental de la libertad suramericana. Vacilar es sucumbir. Propongo que una Comisión del seno de este cuerpo lleve al Soberano Congreso estos sentimientos”.

Reunido el Congreso, el 5 de Julio de 1811, el Presidente del mismo, el barinés Juan Antonio Rodríguez Domínguez, diputado por Nutrias, hizo la moción: “Que habiendo llegado el tiempo más oportuno para tratar la cuestión independencia absoluta, se discutiera inmediatamente”.

Se debatió y sancionó, entonces, el Acta de la Independencia de la Patria, donde entre otras cuestiones fundamentales, quedó asentado para la Historia lo siguiente: “… por tanto, creyendo con todas estas razones satisfecho el respeto que debemos a las opiniones del género humano, y a la dignidad de las demás naciones, en cuyo número vamos a entrar, y con cuya comunicación y amistad contamos, nosotros, los representantes de las provincias unidas de Venezuela, poniendo por testigo al Ser Supremo de la justicia de nuestro proceder y de la rectitud de nuestras intenciones; implorando sus divinos y celestiales auxilios, y ratificándole, en el momento en que nacemos a la dignidad que su providencia nos restituye, el deseo de vivir y morir libres, creyendo y defendiendo la santa, católica y apostólica religión de Jesucristo, como el primero de nuestros deberes; nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos solemnemente al mundo, que sus provincias unidas son y deben ser, desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e independientes, y que están absueltos de toda sumisión y dependencia de la Corona de España, o de los que se dicen o dijeren sus apoderados, o representantes; y que como tal Estado libre e independiente, tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos; declarar la guerra, hacer la paz, formar alianza, arreglar tratados de comercio, límites y navegación; hacer y ejecutar todos los demás actos que hacen y ejecutan las naciones libres e independientes. Y para hacer válida, firme y subsistente esta nuestra solemne declaración, damos y empeñamos mutuamente unas provincias a otras nuestras vidas, nuestras fortunas y el sagrado de nuestro honor nacional…”.

Nacía la Patria, que hoy tenemos el sagrado deber de continuar consolidando como tierra verdaderamente libre y soberana. Por ello, gritamos como pueblo conciente, la lucha por la Independencia continúa, hacia la concreción de nuestro Socialismo Bolivariano. ¡Libres para siempre!!...


¡Patria Socialista o muerte!

¡¡Venceremos!!

Barinas, 5 de Julio de 2010

sentirbolivarianobarinas@gmail.com



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Adán Chávez Frías


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