¿Quiénes serán más acomplejados, los que se fueron a Miami, o los que aquí nos quedamos "pariendo"? …

  1. Parir es duro, pero hay otros dolores sutiles y subterráneos que dejan deformaciones de por vida, como el caso de aquellos que fueron paridos en nuestras tierras latinoamericanas pero que acabaron perdiendo su identidad para siempre. En verdad que nacieron unidos a un cordón umbilical que nunca se los cortaron, al de la extrañeza de lo nuestro, un cordón que los unía a otra madre allá lejos, allá afuera, la madre del negocio, del materialismo y del sensualismo, la misma doña que procreó a tantos vándalos y depravados, a la del alma del señor Jeremías Bentham.
  2. Por aquí no decimos "pienso, luego existo", sino "estoy pariendo, luego soy". Seré. Estamos pariendo para nunca más ser dominados, humillados y despreciados. Estamos pariendo para ser nosotros mismos. Estamos pariendo porque nos reconocemos de esta tierra. Estamos pariendo para que nadie nos tire las sobras de sus inmundicias. Estamos pariendo para echar nuestras propias raíces en la tierra de nuestros ancestros y libertadores. Estamos pariendo porque jamás renegaremos de lo nuestro, de nuestra madre, del ser que nos dio vida.
  3. Sí, nosotros estamos aquí pariendo en el sentido más glorioso y duro de la palabra. Pueda que usted esté pariendo y puje, y sude, y tiemble, pero sabe que algo grandioso habrá de venir para lo futuro, algo que podría ser más fuerte y soberbio que las montañas de los andes, que los soberbios Orinocos y Amazonas. Eso en sí es parir… pero ir a otra tierra, a cambiar su progenitura por un plato de lentejas, como dice la Biblia, es de lo más degradante y miserable que quepa imaginar.
  4. Vivir cobijados bajo la férula de unas entrañas que no nos dieron a luz, que no son ni jamás podrían ser parte de nosotros mismos, de nuestro ser ni de nuestra historia, que jamás podrán dejarnos de ver como excrecencias de los abortos de sus propios bloqueos y sanciones: esa es, en fin, la madre de las mayores desgracias y degeneraciones del ser humano.
  5. Tú, cubano o venezolano; tú, haitiano, puertorriqueño o dominicano que llegaste producto del vórtice de los traumas creados por los propios gringos en nuestro continente, tendrás que admitir siempre que no te parieron en ninguna parte de este crematorio llamado Tierra, y que llegaste al fulano "sueño americano" huérfano de toda orfandad, por cualquier medio, y que tiritando de todas las tenaces penurias, no te quedó sino aferrarte a esa madrastra vil, rastrera, poderosa y usurera, y asumirla como tu madre para que te moldeara según sus intereses y necesidades, allá lejos en la trastienda, en la factoría, en la maquila, en esa atroz máquina trituradora de las almas destrozadas; parias de mil tribulaciones, de por vida… parias de todos los engendros siempre en potencia como espécimen comunistas,… al fin tributando hacia el monstruoso guachimán que se aprovecha de todos los esclavos de la tierra.
  6. Los que están en Miami, suponen que están donde debieron haber nacido, donde está el paraíso de todo lo que se puede comprar en este mundo… dándose la gran vida, en tanto que nosotros aquí "pariendo" como les digo; equivocadamente ellos llegan a pensar que nosotros aquí los envidiamos, que buscamos los modos de escapar también para disfrutar de todo lo que ellos están "gozando". Ellos allá, en Esclavos Unidos, y nosotros aquí en el mar de la felicidad de los comunistas. Porque un comunista es un ser "infeliz", "bruto", "cabezudo" y "muerto de hambre".
  7. En general, el latino en Miami es sencillamente un "esclavo con tarjetas de crédito". Ni más ni menos. Y un venezolano en Miami es alguien que se ha endeudado hasta la coronilla y quisiera huir al mar de la felicidad con todo su bagaje de cachivaches, para no tener pagar lo que debe. Volver al comunismo…
  8. Qué infinitamente minúsculo, risible y deprimente, resulta ver a un latinoamericano, que recién asimilado por el imperio, sale a batir una banderita gringa con orgullo, en la creencia de que por ello él pueda llegar algún día valer algo más que aquel venezolano cuando estaba en su tierra. Los gringos que los ven en ese plan victorioso asimilado (sin merecimiento ninguno porque no se lo han ganado en la construcción de una nación) los miraran con ojos condescendientes, quizá hasta les pasen una mano por esos hombros encogidos y esclavizados, para hacerles ver que de veras son tan gringos como ellos mismos. Ilusión bastarda, inconclusa, impotente, jamás realizable aun cuando pase una temporada en West Point.
  9. Entre ese mar de razas ultrajadas, el latino tiene que competir buscando su lugar sin molestar en lo más mínimo a los dueños de sus almas, a veces en una lucha por bajezas y odios solapados en contra de los negros y chicanos, en contra de los haitianos, dominicanos o puertorriqueños, colombianos; contra los salvadoreños, hondureños, panameños, guatemaltecos o asiáticos, … pugnando con ellos en tratar de batir mejor las banderitas gringas y emocionarse cuando escuchen el himno del imperio, ¡INÚTIL DEGRADACIÓN HUMANA!..., aun poniéndose de rodillas entre vítores de candombe, al tiempo que sus amos resalten las humillaciones a sus propios pueblos. Asco, asco, asco, asco, asco, asco, asco, asco, asco, asco, millones de veces asco….
  10. Vale la pena preguntarse quiénes albergan mayor complejo de inferioridad si los que se fueron a Miami buscando los rutilantes rascacielos y fabulosos centros comerciales, las maravillas del "encanto americano", sus virguerías del primer mundo, todo eso tan maravilloso que les cayó del cielo sin que para ello hayan tenido que mover un dedo; todo hecho, todo a pedir de boca, todo a la medida de lo que siempre han soñado, o acaso nosotros, los que cargamos con todos los horrores de las sanciones de Estados Unidos, privaciones, tormentos por sus bloqueos, sus perversidades, expolios y crímenes…
  11. Ellos, los que se fueron, nunca podrán alegar ser legítimos ciudadanos gringos por más que lo quieran y lo pregonen, siempre serán ciudadanos de orilla, de medio pelo, porque llegaron a un mundo que ya estaba hecho, formado, erigido sobre el poder infinito de armas, portaaviones, misiles y flotas diseminadas por el mundo entero en plan de sometimiento de pueblos a sus abominables intereses.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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