Chávez: "¿La idiotez del culto póstumo?"

Bernard-Henri Lévy puede ya montarse en el taxi de Mario Vargas Llosa después de lo publicado el viernes 22 de marzo de 2013 en El País: Dos o tres cosas que sé del chavismo que en inglés fue titulado como La idiotez del culto póstumo On the idiotic posthumous cult of hugo chavez.

Es común en el mundo de los «bienpensantes» de la derecha cavernícola llamar idiota a todo lo que el que no piense como ellos; Manual del perfecto idiota latinoamericano, es su biblia.

Desconozco de dónde sale la bilis de Lévy sobre Venezuela, pero leerlo es traer con el pensamiento una vez más a Umberto Eco quien aseguraba que el hecho de que incluso los genios pueden decir tonterías es una fuente de gran consuelo.

Lévy no es un genio por lo que leo, pero sí un pobre interprete de la realidad venezolana en partícular y latinoamericana en general. Decir que la muerte de Chávez dio pié a un «torrente de cretinismo político» es toda una declaración de intenciones.

Según Lévy:

1.- «Sus mejores aliados eran un puñado de dictadores con las manos manchadas de sangre: Ahmadineyad, Bachar el Asad, Fidel Castro, Gadafi…».

A esta «perla» añadiría que sus peores enemigos eran «hermanitas de la caridad» que nunca mataron una mosca ni iniciaron guerras de agresión injustas basadas en mentiras, aderezadas con cárceles clandestinas en las que se tortura y se mantienen presos sin cargos ni juicio. Las «hermanitas de la caridad» que todo buen cristiano quisiera tener como aliados son: Aznar, Blair, Bush, Obama, Sarkozy, Netanyahu etcétera.

2.- Su «antisemitismo enfermizo obligó a huir, en 14 años, a dos tercios de la comunidad judía venezolana …que los israelíes criticasen tanto a Hitler cuando ellos habían hecho lo mismo, e incluso más».

Chávez no era antisemita sino antiimperialista. Las causas del «exilio» de los judíos venezolanos hay que buscarlas en razones económicas más que en un antisemistimo inexistente o en una «expulsión». La arraigada «costumbre» de ir a parir a Estados Unidos de muchos miembros de la comunidad judía en Venezuela, (para asegurarse un futuro permiso de residencia y la ciudadanía estadounidense) deja muy claro cuál es el nivel de compromiso de muchos que se proclaman venezolanos y hoy «exiliados».

La campaña xenófoba en Venezuela, 2001-2002-2003, fue orquestada por la oposición venezolana (con una ayudadita de la CIA) con la intención de ganarse a amplías capas medias y altas de inmigrantes y sus descendientes (gallegos, italianos, vascos, españoles y portugueses) y hacer ver que Chávez y su revolución era xenófoba.

Al propio Chávez le preguntaron si era xenófobo en la televisión, contestando que cómo iba a ser xenófobo cuando Bolívar estaba casado con una española y murió en casa de un extranjero. Fue precisamente la Constitución promovida por la revolución bolivariana la primera en Venezuela que reconoció la dobre nacionalidad (la anterior la prohibía expresamente) y nunca antes tantos extranjeros participaron en los distintos gobiernos venezolanos.

Genocidio

Es propio de tontos, tal como hace Bernard-Henri Lévy, el querer hacer pasar por equivalente el término antisemita con antisionista. Son muchos los judíos, ciudadanos del Estado de Israel, que se oponen a la política genocida que su propio Estado ejerce contra el pueblo palestino, sin que por eso sean antisemitas. En momentos de elección hay que estar siempre con la Justicia y en caso de duda, con el débil. La causa del pueblo palestino contra el Estado de Israel (no contra el pueblo de Israel) tiene estas dos características: es la causa del más débil en posesión de la Justicia.

3.- «Este socialista del siglo XXI, este grandísimo defensor de los derechos humanos, gobernó amordazando a los medios de comunicación, cerrando las televisiones que le eran hostiles y desterrando a la oposición de las grandes cadenas públicas».

La oposición venezolana no necesita que la «destierren» de las «grandes cadenas públicas» porque sólo hay una que nadie ve, mientras ellos son los propietarios de todos los medios de mayor difusión, televisión, prensa, radio, en los que además de promover, aplaudir y alentar un golpe de Estado contra el gobierno y el pueblo venezolano, no tiene cabida la información oficial del gobierno.

El gobierno del Partido Popular acaba de anular la licencia a 9 canales de TDT y aquí a nadie se le ocurre hablar de dictura, eso sin contar la persecución y cierre de medios de comunicación en Euskal Herria sur, Egin, Ardi Beltza, Euskaldunon Egunkaria, Egin Irratia sin ninguna razón justificada.

4.- «las huelgas controladas por el régimen -por no decir orquestadas- y, hasta el último minuto, persiguió, criminalizó y encarceló a los sindicalistas independientes que como Rubén González… exigía unas condiciones de trabajo decentes».

Me viene a la cabeza la «huelga» de diciembre de 2002 dirigida por los «perseguidos» políticos, hoy «exiliados» Juan Fernández, Carlos Fernández y el sindicalista Carlos Ortega, ninguno de ellos preso, por cierto.

Rubén González está preso por los delitos de agavillamiento, daños al Patrimonio Público, restricción de entrada al sitio de trabajo y cierre de vías públicas y no por oponerse al gobierno o exigir derechos para los rabajadores.

5.- «Y, finalmente, respecto a las mentes bienpensantes que recuerdan que este nacional-populismo ha tenido el mérito de dar de comer a los hambrientos, de curar a los más desfavorecidos y de reducir la pobreza, omiten precisar que tales reformas sólo fueron posibles a costa de una huida hacia delante presupuestaria-… en aras de un cesarismo que prefirió comprar la paz social antes que construir la Venezuela de mañana.»

¿Se puede construir la Venezuela del mañana con hambrientos, desfavorecidos y pobres? ¿Cómo se compraba en el IV República la paz social con hambrientos, desfavorecidos y pobres? Pues con la violencia por parte del Estado, las desapariciones, los asesinatos impunes del Gobierno, y con mucho pan y mucho circo. De nada le sirve un buen empaque a un muerto.

xurxom@kaixo.com


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Xurxo Martiz Crespo

Vivió 30 años en América Latina. Académico del exilio económico y político gallego

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