PDVSA, el Ministerio de Petróleo su clase trabajadora

¡Esos sindicatos petroleros!, no sirven, ni siquiera para defender las conquistas laborales (acabaron con los sueldos y beneficios, ¡Ni siquiera seguros HCM tienen ahora sus trabajadores; tan altivos y orgullosos que se sintieron de eso en el pasado!); los sindicatos hacen de mensajeros de Manuel Quevedo y del gobierno, para enterarnos de que "el presidente Maduro manda a decir que, si somos realmente revolucionarios, nos toca vivir el tiempo de las vacas flacas,…" Y a ellos: "la panza". Eliminan las escalas salariales, los convenios contractuales, amedrentan a los empleados y a ellos mismos los ponen de rodillas… ¿Cómo es eso? La respuesta es dramática: por falta de formación política y de saber que forman parte de una clase social; no se acaban de convencer de que la única salvación a los problemas individuales materiales y espirituales, es salvar a toda la sociedad.

Si realmente fueran socialistas –los que se dicen socialistas- estarían ahora peleando junto a todos los trabajadores (y los trabajadores con ellos) por el socialismo, por el poder político, como clase social revolucionaria. (Para evitar comentarios fatuos, es decir, estériles, hablo para los que dicen apostar y hacer una revolución socialista marxista y chavista, todos los demás aprovechadores y oportunistas, inclusive periodistas "objetivos" o neutrales, no cuentan: "chavistas sin chaves", "ex chavistas", "chavistas originarios®", "maduristas", etc.). En este caso concreto, luchar por el poder político es hacerlo en espacios de poder: en el directorio de PDVSA, en las plantas y refinerías convenciendo a los trabajadores, dentro del Ministerio de Petróleo convenciendo a empleados y trabajadores, en la calle junto al pueblo chavista, dentro del PSUV, en el alto gobierno, colectivos, en todos las instancias de poder, para rectificar el rumbo hacia el socialismo, dar un giro de 350 grados, para retomarlo donde lo dejó Chávez: escrito en el Plan de la Patria original, que es el campo de lucha ideológica de la clase trabajadora enfrentada al capitalismo.

¿Por qué Will Rangel y demás sindicaleros no denuncian la privatización de PDVSA, no reaccionan ante la amenaza de eliminar PDVSA, por qué no convocan a los trabajadores para volver a Chávez y el Plan de la Patria ORIGINAL? ¿Por qué no tienen una postura clasista frente el imperio, en contra del capitalismo, frente el reformismo de Maduro? Porque no cuentan con herramientas ideológicas y mucho menos teóricas, solo retóricas, son otros sindicaleros aburguesados más del montón.

¿Cuál es el papel de la clase obrera en tiempos de revolución?: tomar y consolidar el poder popular, campesino y obrero, es hacer justicia social, acabar con los privilegios. En un tiempo de cambios y de lucha, de tensión entre lo que muere y lo que nace, es decir, en una revolución, el papel de la clase obrera es tomar el poder a nombre de los trabajadores de la ciudad y del campo, de los expropiados, de los explotados, tomar el poder como clase social. Pero en este momento la tensión de la lucha de clases ha arrastrado al total de la dirigencia de todos los trabajadores del Estado a conciliar con el capitalismo y los capitalistas servidos por el mismo gobierno, los sindicalistas que se dicen socialistas se han aburguesados y achinchorrados en las comodidades del poder, pero capitalista en el gobierno.

Los expropiadores de la sociedad, los enemigos naturales del socialismo y de los trabajadores tienen su continuación en el gobierno de Maduro y los sindicatos le hacen coro a sus políticas anti obreras, un gobierno maltrecho y reformista que se dice socialista es apoyado incondicionalmente por personajillos siniestros como Will Rangel, o los autonombrados líderes de los sindicatos del Ministerio de Petróleo. El problema presente es que un grupo de sindicaleros burócratas, que no hacen ni saben hacer revolución, tienen secuestrada la lucha sindical en nombre de un falso socialismo, vendiendo la idea de que Maduro representa un cambio revolucionario, sin embargo, y a la vista de todos (aquí no hay misterio) el Señor Presidente se ha dedicado a desmantelar la industria y venderla a los privados, a acabar con la producción de petróleo a favor de las trasnacionales gringas, chinas y rusas; frente a nuestras narices, y delegarle la actividad económica en general a los capitalistas, o sea, a los empresarios privados. La confusión (y la ignorancia) de los trabajadores es muy elevada en este momento.

Hay muchos llamados dirigentes políticos y obreros, jóvenes y no tan jóvenes, que se aferran a sus cargos burocráticos como una salvación personal, se abrazan con desespero a la posibilidad de ascensos, a sus jubilaciones, se sienten atemorizados de perder su seguridad social; otros más osados cuidan su estatus, su propio progreso o "superación" particular, por eso les cuesta traspasar el límite de la tensión revolucionaria hacia dónde pueden empoderarse como clase social, no triunfar individualmente por encima de sus compañeros y del resto de la sociedad.

No se trata de traspasar espacios políticos, saltar de un sindicato a un ministerio, hablamos de las posturas ideológicas, éticas y morales; no hablamos de la militancia en las organizaciones políticas, partidos, colectivos, sindicatos, no referimos a romper dentro de ellas con el individualismo pequeñoburgués y apostar por el cambio de la sociedad, volver a la lucha ideológica, al debate valiente dentro de todas las instancias de poder. Pero se acobardan. Y el gobierno, dueño de sus destinos, los extorsiona o los compra ofreciéndoles una felicidad a su talla. Así están dirigentes y militantes de la llamada "Juventud de PSUV", de las organizaciones de mujeres, de los sindicatos de trabajadores de las empresas e instituciones del Estado, colectivos, ubchs, comités, etc., que aparentan ser "organizaciones revolucionarias" sin embargo no producen crítica política ni política, solo declaraciones y alabanzas al presidente, son repetidores de los mandatos de Maduro (o de Quevedo, el repetidor), obedientes a ellos, "disciplinados" a sus caprichos, anulados políticamente.

Los sindicatos y demás colectivos no hacen socialismo, no saben cómo hacerlo, pero tampoco saben cómo defender sus propios intereses de clase, además de social perdieron todo sentido de lucha gremial; están postrados a Maduro, a Quevedo y a los militares burócratas, o se han corrompido como pequeñas mafias de ladrones y aprovechadores de lo público.

Considerando la cantidad de violaciones a los derechos de los trabajadores y de todos los que de alguna manera apoyamos a Maduro como el continuador de la revolución chavista… ¿hasta dónde creen estos líderes obreros petroleros (que se llaman socialistas) que se deba ser fiel a los que acabaron con la industria petrolera, con el país y entregaron nuestro futuro a trasnacionales?

A los trabajadores: sin PDVSA, sin Ministerio de Petróleo, sin sindicatos independientes del madurismo y comprometidos con el socialismo y Chávez,

la revolución hoy es una farsa, ¡hay que estar mosca! . Hasta las luchas reivindicativas más tontas serán imposibles. Seremos esclavos del estómago, de las enfermedades y del garrote; de las bolsas de comida y de la guardia nacional, viviremos de rodillas… ¡Defendamos a Chávez, a PDVSA, al Ministerio de Petróleo como ente rector de la política petrolera, al socialismo! ¡Fuera chinos, rusos y gringos de PDVSA! ¡PDVSA es nuestra salvación, no dejemos que la eliminen! ¡Fuera Quevedo y la guardia nacional de la industria petrolera! ¡Maduro debe renunciar!



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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