En toda crisis económica el capital busca salvarse como pueda, en la relación capital trabajo esto significa sacrificar siempre al trabajo. En Venezuela el Presidente Maduro ha sostenido vía decreto la inamovilidad laboral como una forma de salvaguardar la estabilidad de los trabajadores. Sin embargo, este decreto tiene la misma efectividad que todos los intentos hechos por el ejecutivo para hacerle frente al descontrol cambiario.
Llama enormemente la atención como con tan solo darse un paseo por la Caracas podemos plantearnos algunas preguntas sobre la movilidad laboral. Siendo atentos nos daremos cuenta de que, desde la aprobación de la ley nueva y vigente ley del trabajo, han sido recurrentes los ajustes en los horarios y en los turnos, lo que se planteó (la disminución de la jornada laboral) como una formula para generar empleo terminó por ser una formula para ver como muchos empresarios decidieron disminuir los días en los que permanecen abiertos sus establecimientos.
Es evidente la disminución de personal para la atención del público en la entidades bancarias y supermercados. En el caso de las primeras, situación que ha vuelto aún más caótica la situación dada la falta de efectivo y la reducción del monto máximo de retiro. Evidente resulta también la el ataque al trabajo en las cadenas de comida rápida en donde se reportan establecimientos donde no hay más de un trabajador, el cajero es el mismo que prepara las hamburguesas. Sin embargo, estos son solo síntomas epidérmicos de un fenómeno aún más silencioso y preocupante.
Y es que en el último año hay empresas que redujeron su personal a más de la mitad, que pasaron de casi 800 empleados a menos de 400. Usando métodos de coerción "obligan" a renunciar al 50% de los trabajadores sin pestañar, mientras el ejecutivo se dedica a celebrar lo etérea de sus intervenciones en la vida cotidiana de los trabajadores.
Según la RAE lo etéreo es aquello perteneciente o relativo al cielo, así que en Venezuela mientras se decretan utopías ejecutadas por la mano etérea del Estado, la mano visible del mercado gobierna la existencia de quienes viven a la intemperie en el averno.
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