Versión vulgar del trabajador (obrero) y su versión bíblica

Mutación del acaparamiento: Santas María Abajo.

Vinieron de bien lejos con ese veneno vulgarizador sobre el trabajador. No fue aquí en América donde empezaron a "desapreciar" a los trabajadores, inclusive a los explotados, no; se trata de una mala costumbre determinada por la aparición de clases sociales, una explotadora y otra pendeja o explotada que es obviamente la gente más productiva[3], o sea, lo más calificado técnicamente[4] de estas sociedades, vale decir, las gentes a quienes, por ejemplo, hoy en Venezuela se merecieron el calificativo de escuálidos porque sencillamente, si a ver vamos, son los proletarios menos desempleados y por consiguiente, los más explotados, los más alienados con la cultura burguesa que se caracteriza por el uso de los mejores "detergentes" para lavarles el cerebro a los proletarios técnicamente más utilizados, y a quienes por consiguiente les pagan mejor con cargo a los menguados salarios del resto de los proletarios para que con esas mejores rentas se sientan felices con su invisibilizada función de coexplotadores y se comporten indiferentes ante el destino de miseria de aquellos otros obreros [5]

Hay que preguntarse cómo es eso que los trabajadores más humildes del país son quienes han abrazado la bandera de la libertad, de la liberación de la mala vida, del mal vivir.

La respuesta no espera mucho: los escuálidos son los trabajadores mejor calificados, mejor ilustrados y a través de esas academias y universidades han terminado siendo lo poseedores de los cerebros mejor lavados.

El primer tratamiento vulgar del trabajador lo hicieron contra el nativo, cuyas mujeres juzgaron como vulgares prostitutas desde el momento en que las vieron con poca ropa, mientras en la rancia Europa, de donde precedieron estos vándalos del Medioevo tardío, sus mujeres usaban ropa completa de la cabeza a los pies-por supuesto las damas, damiselas y cortesanas de marras.

Luego, la emprendieron contra los africanos importados como esclavos, como "mercancías semovientes". Según el autor de "RAÍCES"[6], en EEUU-colonia inglesa en esa América secuestrada por ingleses, holandeses, portuguesas y españoles, las "damas" de esos vándalos no se inmutaban para nada cuando, después del almuerzo, veían a sus maridos caminar rumbo a las "viviendas" de tales esclavos; iban a desvirgar la reciente señorita, esclavizada y registrada como propiedad privada desde el vientre mismo de su madre. Esa señora rubiecita estaba conteste en que su marido sólo iba a practicar relaciones anómalas con un "animal", y no con una congénere suya, de allí su indiferencia ante el adulterio continuado de su maridito practicado en su propia casota o mansión.

Hasta ahí y por ahora la interesante distinción entre el trabajo capitalista que conocemos, y el concepto de trabajo citado en el Génesis de la Biblia referente al trabajo de la reconstrucción de la Tierra, parcial o totalmente. De aquí, la campaña actual emprendida de cara, por lo menos, a frenar la destrucción del planeta por causas de abusos del conocimiento utilitarista y crematístico, propio del modo capitalista de producción en su versión capitalista, y en paralelo la crítica a la explotación del trabajo fabril de bienes garantizadores de la vida del trabajador.

18/11/2015 08:46:59 a.m.


[1] Obrero viene de obra, y esta de "opus, operis" = trabajo; y este de: ejercer un oficio o actividad que se traduzcan en alguna utilidad al trabajador. Así, cuando un médico cirujano "opera" o practica una "operación" no hace otra cosa que trabajar en determinado proceso curativo de alguna enfermedad sufrida por el paciente correspondiente. En la Literatura burguesa, oficio es definido como el efecto de una cualidad de las máquinas y demás medios de producción, y eso es falso: los medios de producción no prestan servicios al proceso de trabajo; son bienes útiles para el empresario que se ve obligado a cedérselos temporalmente a los asalariados como única manera de que estos transformen las materias primas del caso con mayor facilidad y presten mejor sus exclusivos servicios productivos; son valores de uso, pero, de un uso potencial que para concretarse pasa necesariamente por las manos del trabajador.

[2] Según el Pacto Edénico, La Biblia trata el "trabajo" como un castigo para quienes, hallándose en un Paraíso, como el Edén (léase la Tierra) se pongan a tratar de averiguar de dónde vienen, y de qué estaría hecho tal paraíso. Las antiecológicas experiencias atómicas y nucleares causadas concretadas a mediados del siglo XX e iniciadas durante la última década del siglo XIX, tan dañinas para la vida en este planeta, nos han demostrado que la liberación inducida de las enormes fuerzas intratómicas y nucleares protectoras de la estructura terrestre y universal supondría para los sobrevivientes unas actividades o luchas, o trabajo, de inconmensurable pesadez para la reconstrucción parcial de ese paraíso. Es en este sentido y bajo esta connotación como deberíamos apreciar o traducir el concepto de trabajo bíblico, muy diferente al concepto vulgar del trabajo con derramamiento de sudor frontal dirigido a la creación de los bienes satisfactorios de nuestras necesidades ordinarias y vitales, no mortales y destructivas como lo es, repetimos, el trabajo de reconstrucción que sobrevendría de las aplicaciones científicas dirigidas al fraccionamiento de la estructura íntima y vital de la Naturaleza. La ley fisicoburguesa, según la cual, la energía es indestructible, que "nada se destruye, sino que se transforma", ha buscado disfrazar la irreversibilidad de la estructura funcional de la materia. La destrucción parcial de la Tierra, que la supone la desintegración nuclear, implica desordenar la estructura íntima de la materia ya que luego de liberarse las partes del átomo ellas ya no podrían recuperar el orden atómico anterior, como sí puede hacerlo la destrucción intermolecular por la vía meramente química que respeta la integridad del átomo. Luego, sí hay una destrucción estructural y material; es como demoler un edificio, se conserva su materia prima pero su arquitectura es arrojada por la borda.

[3] Si a ver vamos, el llamado personal doméstico o casero con elevada frecuencia ha recibido un buen trato de parte de sus empleadores. Mayordomos y Amas de llave, capataces y otros obreros con elevadas responsabilidades, disfrutan más de las despensas, equipos y aposentos de las casas que los propios dueños, quienes suelen limitar su estancia casera a muy pocas horas. Ese personal doméstico vive actualizado con la mejor prensa diaria y otros medios; usan ropa limpia y bien aplanchada, por sí mismos o por las manos de otras domésticas adecuadamente especializadas etc. Las mejores comidas son disfrutadas con prioridad, cosas así. Sus ingresos son poco usados para su manutención, se usan para dotarse de algún "vestido y calzado de salir", y por eso suelen ahorrar. Su vida la pasan mejor que muchos trabajadores dedicados al trabajo en fábricas y talleres aun con cargos como personal de confianza: gerencial, contables, oficinistas varios, artesanos y afines.

[4] Los obreros dedicados a la Investigación tecnocientífica suelen ser minoría y por lo general terminan ustosegregándose de los demás trabajadores a quienes llaman despectivamente "obreros" como si ellos no lo fueran. Este personal segregacionista suelen ser presa lista para servirle al sistema que los contrata. Por su parte, el científico formado en la cultura burguesa, cuando descubre innovaciones tiende a negarlas, silenciarlas o se rebela contra los hallazgos que rompan con lo manejado hasta ahora y que pudieran afectar los intereses creados como bien lo denunció el Nobelado Jacinto Benavente en su obra teatral del mismo nombre. El caso del Primer Nobelado de Física es proverbial: Joseph John Thomson, un ortodoxo y excelente obrero de la Física cargado de prejuicios químicos hasta el año 1897, aprox., animado y motorizado por sus inquietudes investigativas, se negó a rebelarse cuando consiguió descubrir que más allá del impenetrable átomo se hallaba el plasma subatómico que "saltaba" las leyes de la Física Clásica y serviría de estriberón para el montaje de los escenarios de la etapa correspondiente a la actual F. Nuclear.

[5] Desde el momento en que un obrero empieza a recibir una mejor paga por su previa preparación, desde ese mismo momento el sistema introduce una pervertida forma de dividir el movimiento proletario, el movimiento obrero. Este es el punto, ni todos podemos ser obreros para obras simples ni todos obreros de faenas u obras de alta complejidad. Los equipos de obreros son multiespecializados y complementarios como el bolígrafo y su fuente, como el vehículo y sus neumáticos que, si bien tienen valores de cambio diferentes como partes o mercancías independientes, neumáticos por un lado y vehículo bien equipado por otro, no obstante cada neumático asume el valor de uso de todo el vehículo, lo reemplaza y de allí que no funcione el todo sin una de sus partes. Por esta razón, el obrero mejor formado técnicamente cuando trabaja en equipo vale-valor de cambio-tanto como cualesquiera otros de menor cualificación. ¿Para qué se estudia, nos preguntaríamos? La respuesta la dicen nuestras propias aptitudes que son personalísimas: un pintor lo es por inclinaciones humanas y no estudia pintura para enriquecerse; lo hace por amor al arte, aunque esto suene ridículo, porque obviamente necesita sustento, pero para satisfacerlo no tiene por qué ser mejor remunerado que quien le hace los marcos o los lienzos, o los pinceles. Véase mi obra-como obrero que soy: Praxis de El Capital.

[6] Alex Halley.



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Manuel C. Martínez


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