De contra-revolución se trata

El año 2010 será año decisivo, donde se medirán las fuerzas reales en múltiples frentes de emancipación en el continente (Honduras fue el “experimento crucial”, desenlace que debió colocar a Insulza en la única posición de dignidad: renunciar dada su ineficacia e impotencia). Y particularmente se pondrá a prueba decisiva, a las capacidades políticas de la alta dirección política de la revolución bolivariana (¡es con ustedes, amigos!).

Se trata nada más y nada menos, de la tarea de intentar neutralizar nuevos planes y acciones del gobierno de los EE.UU en contra de la soberanía de Venezuela. El “Pentagonismo” reaparece con bríos, con sus “injerencias democráticas”, recordando su “destino manifiesto”, para podar de raíz lo que consideran las “hiedras venenosas” en “su patio trasero” (populismo radical dixit), apelando al “monroísmo” de siempre.

Venezuela será sometida a un nuevo experimento de “acoso y derribo”, a la confluencia de presiones económicas, diplomáticas, políticas, militares y mediáticas, en el plano internacional y nacional, con actores de reparto y puesta en escena de nuevas tácticas de desestabilización (¿Dijo usted resistencia civil? (Randle dixit: acuda a los manuales de la NED, NDI, IRI, USAID).

La cosecha de multiplicadores de los cursos de “liderazgo juvenil”, de “redes populares”, de “liderazgo emergente”, ha dado paso a los “frijolitos envenenados”, que gritan en nuestras calles los guiones y simbologías de “Otpor”, más o menos adaptados (como los enlatados mediáticos) a nuestros específicos códigos culturales).

¿Dijo usted contra-revolución? Se trata de algo más que de “carne de cañón”.

A raíz de la geo-estrategía de EEUU en lo que Brzezinski denominó, los "Balcanes Globales", el gobierno de Estados Unidos ha trabajado estrechamente con las principales ONG´S para "promover la democracia" y la "libertad" en todos aquellos territorios que consideran sus “espacios vitales”. Obviamente, se trata de balcanizar; es decir, desintegrar y debilitar todos aquellos espacios geopolíticos que puedan adversar la hegemonía norteamericana (bloques de poder regionales/multipolaridad).

Ya es música conocida que las “revoluciones de colores, terciopelos, tulipanes y de frijolitos envenenados” (Eva Gollinger ya pasa a ser una experta en esto) son una estratagema clave en la imposición del Nuevo Orden Mundial liderado por Estados Unidos. En las arraigadas “raíces” del inconsciente político de determinados segmentos sociales están impregnados los significantes del “Yes, Yankee in my Home”. Hablan con naturalidad de “soberanía compartida”, en fin de “protectorado neo-colonial”, como le gustaba decir a Simón Saéz Mérida en vida, cuando nos hablaba de los ahora olvidados “Documentos de Santa Fe”.

Recuerdo a Saéz Merida, a propósito de su irreductible posición antiimperialista, algo que rebasa con creces a la condición sumisa y servil de cierta “izquierda académica” venezolana, siempre acariciada por el “prestigio” de una que otra Fundación Norteamericana.

Cabe recordar que Saéz Merida no era “chavista”, por cierto. Pero sin duda afirmaba una posición nacional-democrática-revolucionaria que sembraron los adecos de izquierda. Gente que si tenían cierta noción del significado del “Pentagonismo” en el siglo XX, a diferencia del lacayismo de la adequidad de derecha, la que se quedó definitivamente con el cascarón del “Partido del pueblo”. Se trata entonces, de reafirmar esta posición nacional-democrática-revolucionaria, más allá de los desacuerdos con el "hiper-chavismo" y sus sicofantes. Reafirmar la revolución democrática constituyente, para un socialismo de la democracia radical, distinto del colectivismo burocrático y despótico del llamado "socialismo real".

Por tanto, la estrategia de la "revolución de colores" o " subversiones suaves" son una táctica política, cada vez menos encubierta, para ampliar la hegemonía imperial, con su OTAN ahora global, para contener cualquier desafío al poder de Estados Unidos como gendarme mundial.

Los engranajes mediáticos del imperio vociferarán que se trata de “revoluciones democráticas” (por cierto, un terreno que no debe abandonar el frente revolucionario, a menos que quiera ser derrotado), en la que la gente de los respectivos países demanda la “rendición de cuentas”, la “gobernabilidad democrática”, la “legitimidad de desempeño”, y el acatamiento del “Estado de derecho”; sobre todo, hacia sus “dirigentes despóticos”, el “caos institucional” y “sistemas políticos arcaicos”. ¿Les suena conocido?

Ya sabemos que las organizaciones no gubernamentales, las instituciones educativas, y los medios financian y organizan en gran medida a grupos de oposición y movimientos de protesta; y en medio de una elección, crean la percepción pública de fraude electoral, a fin de encausar a “movimientos masivos de protesta” para exigir que "sus" candidatos sea instalados en el poder. Obviamente, se trata de los “candidatos” favoritos de Washington.

En este marco, el proceso bolivariano luce realmente amenazado, es rotulado como una variante de “populismo radical”, y considerado una “grave amenaza” a la seguridad hemisférica del “mundo libre”, sirviendo además como elemento de continuidad en la lucha contra el “Castrismo” en América Latina y el Caribe. La alta dirección política bolivariana no puede cometer los errores de los años 60, y servirle la mesa a la contra-revolución.

Para muestra, dos botones. La "influencia negativa" del presidente Hugo Chávez sobre la región fue patéticamente profundizada por el Ministro de Defensa de Colombia Francisco Santos, mientras convalidaba el apoyo de Uribe al proceso de “sucesión constitucional forzada” en Honduras.(En: http://proceso.hn/2010/01/12/Nacionales/Colombia.ratifica.respaldo/19677.html).

Santos fue a Honduras “a ratificar el respaldo del Gobierno y del pueblo colombiano a los empresarios, a las instituciones y al pueblo hondureño”. En su charla magistral en el “Encuentro Nacional Empresarial 2010”, convocado por el Consejo Hondureño de la Empresa Privada (COHEP), dijo admirar al pueblo hondureño “que estoicamente aguantó las presiones internacionales, la injerencia externa, todo tipo de asalto a su soberanía para no permitir modelos anacrónicos que eliminan libertades”.

También añadió: “(…) los hondureños manifestaron nítidamente en las urnas su voluntad de respaldar el modelo democrático, de no arriesgar la suerte del pueblo y del país a ese populismo, a esa improvisación, a esa arbitrariedad, a ese recorte de libertades, a esa persecución persistente y ciega de las organizaciones sociales que no comulgan con el Gobierno o de los empresarios que generan las oportunidades y que dan sustento y la riqueza de un país”.

Además expuso: “mucho nos costó en este continente que esas libertades, que esa democracia liberal llegara a esta región”, y estimó que “mucho nos costará defenderla contra ese modelo contrario que ha dejado muy pocos resultados económicos, muchos menos resultados sociales, pero que tiene una retórica efectista que desafortunadamente no se traduce en bienestar para el pueblo de América Latina o para el pueblo de los países donde se ha instaurado”.

Y como si hubiesen tomado un cafecito juntos mientras redactaban sus respectivos discursos, el Director Nacional de Inteligencia (DNI) de EE.UU, Dennis Blair señaló: “(Chávez) continúa imponiendo un modelo político populista y autoritario en Venezuela que mina las instituciones democráticas”.

Haciendo gala de las reales implicaciones de su discurso agregó Denis Blair: “la influencia regional de Chávez podría haber llegado a su límite, es probable que continúe apoyando a aliados y movimientos políticos afines en países vecinos y busque socavar a gobiernos moderados pro-estadounidenses”. Y colocóla ginda: “Él y sus aliados probablemente seguirán oponiéndose a casi todas las iniciativas políticas de Estados Unidos en la región, incluyendo la expansión del libre comercio, la cooperación antidrogas y antiterrorista, la capacitación militar, iniciativas de seguridad y hasta los programas de asistencia estadounidense”.

Quien tenga ojos que vea, quien tenga oídos que oiga. No olvidemos que Obama es mucho más “marketing político”, que “esperanza de justicia social”, que ha reinterpretado la doctrina de la “guerra justa” en plena audiencia del Premio Nobel de la Paz, que la Casa Blanca y el supremo Congreso son apéndices; en fin, mamparas del complejo industrial-militar-tecnológico de carácter (óigase bien) trasnacional-corporativo.

Lamentablemente, el Imperio existe. Los ciclos constituyentes, nacionales y populares latinoamericanos requieren de mucha creatividad política y flexibilidad para configurar nuevos proyectos históricos. Obviamente, el Socialismo Burocrático no es la vía. Más bien, constituye un excelente pretexto para el Pentágono. ¿Se lo regalará Chávez?

El Imperio busca enemigos. No solo está presente en el imaginario de “Avatar”. Lo demás, es puro cuento.

jbiardeau@gmail.com


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Javier Biardeau R

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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