Mampara

Hace una década no se había develado el entramado que ocultaba la verdad de ciertas ONG. Se pensó que el campo de los derechos humanos y el de las libertades democráticas era un terreno casi aséptico, donde charlatanes y traficantes no tenían cabida. El giro que ha tomado la historia en nuestras regiones ha puesto de cabeza al coloso del Norte, que se cree predestinado para controlar las mentes, el mercado y sobre todo el sentirse propietario de nuestras riquezas.

En su desesperación aquel Gobierno apela a cualquier mecanismo que legitime su intromisión, en este caso directa, sin eufemismos. La cronología de la intervención de Estados Unidos en estos países ha llenado gruesos volúmenes ya compilados y publicados.

Más de 200 años marcan esta injerencia, en casos sangrienta y cruenta, derribando gobiernos, arrasando pueblos, sin escatimar recursos lícitos o no, que le permitan seguir en rol protagónico y con la cara inocente.

La hipocresía y la falsedad son las caretas preferidas del imperio. El doble discurso preconiza un espíritu libertario y la conquista de la democracia.

Con argucias diversas, el "vale todo" es la principal arma para desarticular gobiernos, fracturar proyectos y aplastar propuestas de cambio. Bajo una fachada ingenua diferentes emisarios tarifados y muy bien pagados concurren a la fiesta. Se colocan el disfraz de la ocasión y presentan agudos informes donde cuestionan y condenan.

Todo a la carta.

La reciente expulsión de nuestro país de José Miguel Vivanco y Daniel Wilkinson, quienes a nombre de Human Rigths Watch vienen a Venezuela a condenar al Presidente y al Gobierno por una supuesta "reiterada violación de los derechos humanos", pone en evidencia los tentáculos de la intervención de Estados Unidos en los asuntos del país.

Es sintomática la presencia de Vivanco en el país en momentos claves. No sólo este personaje es de nefastos recuerdos, también los miembros de Reporteros sin Frontera, del Ipys y de la Cidh, los primeros subvencionados por la NED o la Usaid. Son instancias al servicio del Gobierno de Estados Unidos. La cartilla se las redacta el poderoso que estaba seguro de su impunidad. Se puso fin a la fiesta. La cara de Vivanco delata una sorpresa mayúscula ante su expulsión del país.

asaliav@hotmail.com


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Asalia Venegas S.


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