El negocio de la monarquía

El rey Farouk, de Egipto, pronosticó que para el siglo XXI quedarían cinco reyes: los 4 de la baraja y el monarca inglés. Los reyes estaban en vías de extinción, pero Farouk no contaba con la tozudez de Francisco Franco que se emperró en reinstaurar una monarquía cuando agonizaban él y el siglo XX.

Los motivos para seleccionar al Borbón Juan Carlos aún se discuten pues pululaban candidatos a reinar, aparte de interesados en heredar el título de Caudillo. Pero Franco quería un rey con toda la pinta, o sea la de chulo, pues es lo que da cachet.

Durante algunos decenios se dijo que Europa terminaba en los Pirineos (otros sostenían que África comenzaba ahí). Los ibéricos estaban preocupados pues los turistas que iban a la España franquista lo hacían corriendo el riesgo de que un Guardia Civil los detuviera por mirar con supuesto desdén las fotos del Caudillo o porque una sueca anduviera en bikini en la Costa del Sol.

Así pues, a pesar del flamenco, el cante jondo y el jamón Jabugo, los turistas no acudían a la península. En cambio armaban tropeles para visitar Inglaterra, donde lo único peor que el clima era la comida.
Franco se dio cuenta que la gran diferencia era que los ingleses tenían un monarca y, ni lerdo ni perezoso, decidió criar uno que se pusiera de tú a tú con la monarquía británica.

Dicho y hecho, al nomás poner a Juan Carlos en el trono los turistas se arremolinaron para tomarle fotos vestido con uniformes tan vistosos como los del príncipe Felipe (el consorte de Isabel II).
Nada desanimó a los turistas, ni siquiera que se casará con Sofía la mala, así denominada para diferenciarla de Sofía la buena (la de Italia).

El turismo prosperó, llegaron los negocios e incluso aceptaron a España en la Unión Europea. Todo ello gracias al rey y a revistas del corazón como ¡Hola! y otras igualmente influyentes.

Lo malo es que Juan Carlos, no conforme con las regalías del cargo, a veces se toma en serio lo de Jefe del Estado.

Tal vez en la próxima reforma constitucional venezolana se pueda incluir un rey criollo para atraer turistas y concurrir a las cumbres presidenciales. Eso sí, que sea bien educado y preferiblemente mudo, para que no mande a callar a nadie.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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