¡Berraco! le dirán seguramente sus paisanos al presidente de Colombia, Gustavo Petro, quien informó que, su «vida financiera será difundida públicamente, como respuesta a la gringada inclusión de su persona en la llamada ‘Lista Clinton’, proveniente de la Oficina de Control de Activos Extranjeros, dependencia del Departamento del Tesoro de los EEUU, “dada la grosería del presidente Trump de integrarnos a mí y a mi familia en la lista Clinton, sin que ninguno sea narco o tenga relaciones con narcos, he decidido que, toda mi vida financiera, larga pero frugal, se publique»” cabe acotar que, los señalamientos contra el mandatario o dignatario neogranadino, se hicieron sin pruebas fehacientes por parte de los trumpistas.
En la lista de personas sancionadas por Washington también aparecen Nicolás Fernando Petro Burgos, el hijo mayor del dignatario; Verónica Alcocer, la primera dama de Colombia; y el ministro del Interior, Armando Benedetti. Petro le pidió a la Unidad de Información y Análisis Financiero que publique sus cuentas «desde que se creó esa entidad en 1999. Por otra parte, el jefe de Estado colombiano reiteró que “el programa para «independizar el armamento de la Fuerza Pública sigue adelante y se firmará nuevo documento sobre ese aspecto autorizado por el máximo organismo de coordinación de la política económica y social del Gobierno de Colombia.
Petro afirmó que, “el énfasis será producción de armas en Colombia, la producción pública de blindajes, drones y contradrones, equipos aéreos, fluviales y terrestres de transporte rápido y masivo de tropas”, es del conocimiento que, en septiembre pasado el líder del Pacto Histórico dijo tras la desertificación del país suramericano en la lucha en contra del tráfico de drogas hecha burda noticia por Washington, se acabaría “la dependencia del Ejército de Colombia y sus fuerzas militares del armamento de Estados Unidos”.
Obviamente es una fase de las fricciones entre Bogotá y Washington iniciadas tras la decisión de EEUU de desertificar a Colombia como cooperador en la lucha contra el narcotráfico, el mandatario Petro ordenó dejar de comprarle armas al país norteamericano y acusó a la Casa Blanca de intervenir en la política interna colombiana, luego de ese primer revés en las relaciones de las dos naciones por sus gobierno, hasta el momento habían mantenido una estrecha alianza y la tensión aumentó entre el dignatario colombiano y su par estadounidense Trump, tras reclamos de Petro por los bombardeos de EEUU en el Caribe y el Pacífico.
El republicano Trump lo tildó de “líder del narcotráfico ilegal”, recuerdo que, en estas ácidas, critiqué la brutalidad yanky y pitiyanky preguntándoles si ¿hay tráfico legal de drogas? y agregué, “será porque en los Estados Unidos no se habla de quemas de drogas incautadas, allá el negocio es la venta de marihuana, cocaína, fentanilo etc., a los grandes negociantes, el magnate orate amenazó con tomar medidas muy severas contra Petro y Colombia.
Queda en evidencia Petro rechazando con sobradas razones los señalamientos alocados trumpistas, el Presidente Petro es quien más ha combatido las estructuras criminales del narcotráfico en Colombia. Petro lo ha explicado en numerosas alocuciones diciendo “Trump no es rey en Colombia, aquí no aceptamos reyes”. Para complemento de las pazguatadas trumpistas, se revela en México que, Trump con su arrogancia supremacista le anunció a sus gobernados la aceptación presidencial azteca para llevar tropas estadounidenses a territorio de la nación vecina, sin tener la lógica solicitada diplomáticamente aceptación de la presidenta mejicana.
Lo anunció a sus gobernados estadounidenses y no contó con la astucia y prudencia de la dignísima Dignataria azteca, la Presidente Sheinbaum le indicó presurosa y valiente que, no está permitido a México como nación soberana dejar entrar a su terreno a tropas extranjeras, el catire copete de pájaro loco se quedó como una zanahoria que por circunstancias de exposición cambia su color natural. La ira y el lenguaje descompuesto del presidente gringo se notó públicamente al pronunciar nuevas y desesperadas muestras de su oratecracia personal y políticas, las sufre el gringo expoliador y pierde incluso respaldo de sus votantes estadounidenses en el colmo de la inoperancia y torpeza frente a sus responsabilidades.