"Las mismas cadenas que forjamos en vida, nos atarán en la eternidad"
Charles Dickens.
Desde el oficio de escribir, en el que necesariamente se hace imprescindible leer, me permite mirar situaciones cotidianas, cercanas o lejanas en lo geográfico o de tiempo, bajo la perspectiva del quehacer de grandes referentes de autores o sus obras, lo que de algún modo ratifica lo cíclico de la historia, puesto que siempre existe una repetición de personajes o situaciones parecidas, que solo lo separa como dije antes; tiempo o distancia.
En ocasiones, la historia se convierte en un bucle interminable, semejante a la trama presentada en el film "El día de la marmota", donde lo único que es impermanente son los nombres de los protagonistas.
Desde esta perspectiva, en este día voy a tratar de exponer para ustedes lo que para el actual presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Donald Trump, significa estar en el laberinto de poder con sus prisiones invisibles, desde historias contadas magistralmente desde la literatura.
En primer lugar, voy a tratar de desentrañar las razones que alimentan esta trama, partiendo por la principal razón de toda consecuencia humana, el hombre.
En este caso, la cárcel psicológica de Donald Trump, producto entre otras cosas de un ego desmesurado, hasta las redes del "Deep State" que vigilan en cada momento cada uno de sus movimientos.
El ego, como prisión existencial, es algo semejante a lo expuesto por Shakespeare en su obra Ricardo III. Donald Trump es un personaje voluble, de altisonante verbo y la necesidad patológica de autoafirmación reflejan la tragedia del antihéroe shakespeariano.
Como en la obra, declara su necesidad de ser un villano extraordinario, el matón del barrio consciente de su propia maldad, mientras su ego lo aísla en una burbuja de desconfianza y grandiosidad
Cómo Ricardo III, Trump, con su estrategia de "Taco Trade" utiliza la impredecibilidad como arma negociadora, donde la irracionalidad calculada busca intimidar enemigos.
Sus discursos post-condena judicial, los cuales cataloga, como cacería de brujas, producto de un estado fascista, indican sin duda alguna la distorsión paranoide de Ricardo, quien en sus desvaríos culpa al mundo de sus desgracias mientras teje su autodestrucción.
Es la incapacidad de escapar del personaje creado con una identidad que devora al hombre tras la máscara.
En la tragedia Macbeth de Shakespeare, Lady Macbeth y los nobles conspiran movidos por intereses personales, es un ecosistema de traición mutua. Es un círculo tóxico marcado de inestabilidad interior.
Un buen ejemplo lo evidencian Marco Rubio y Elon Musk, este último ya lo traicionó abiertamente, solo para dejar evidente la simbiosis entre la lealtad y el sabotaje, o la dinámica de adulación y puñaladas, igual que los Thanes escoceses conspiran contra Macbeth.
Uno de los mayores dramas que enfrenta la administración Trump es que, sin duda alguna, le tocó llegar a la presidencia del, en su momento, el país más poderoso del mundo, que ahora, en sus manos, está languideciendo inexorablemente.
El llamado Deep State, las manos que mueven los hilos del poder Invisible o élites que vigilan la geopolítica desde las sombras, no se alinean con los intereses de su persona o administración, ya que este controlador mundial manipula sociedades para preservar el orden hegemónico, paralelo al temor actual de que en una jugada mal calculada por el presidente, puede representar la pérdida del poder global estadounidense, cosa que ya es inminente ante sociedades de intereses emergentes como los BRICS o la reciente cumbre realizada en Tianjin China, donde líderes de diez países, entre ellos China, India y Rusia, se dieron "el tupé" de desafiarlo abiertamente en la mayor cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).
"Un mundo feliz", novela distópica de Aldous Huxley, revela que las estructuras de poder sobreviven a los líderes. El "deep state" ajustará mecanismos para proteger la hegemonía, con Trump o sin él.
La literatura como referente anticipa el desenlace. Actúa como una brújula moral en una crisis civilizatoria, obras como Ricardo III, desnudan, dejan en evidencia y advierten que, como en Ricardo III o Macbeth, el poder absoluto no libera: expone las cadenas que siempre llevamos dentro.
Hoy estamos enfrentando como venezolanos una amenaza incomparable, propia del comportamiento de este pobre niño rico y frustrado, que estamos dispuestos a enfrentar.
Ojalá nos vaya bien.
Paz y bien.
Desde "La Gruta", en el día de Beato Bartolomé Gutiérrez, quien formó parte del grupo de 205 mártires del Japón, que fue beatificado en 1867, del dos mil veinticinco.