Jefe del Comando Sur de los EE.UU.

¿Por qué nombran al almirante James Stavridis?

¿Para qué sirve el Comando Sur de los EE.UU. (U.S. Southern Command)? Pues, para defender y apoyar los intereses norteamericanos en las Américas. Y no los que se pueden defender mediante convenios justos, proyectos académicos, científicos, humanitarios o tecnológicos, sino con poderosas armas de destrucción masiva, y mediante pertinaces y tenebrosas amenazas (a quienes se aparten de los designios y propósitos de la política de Washington en la región). El Comando Sur de los EE UU está sólidamente vinculado a la “estabilidad de la región”, una estabilidad implica que nadie debe desobedecer la línea estratégica de EE UU; ningún país debe armarse sin que EE UU sepa realmente para qué y por qué lo hace. Si un país se arma bajo el pretexto de “apoyar al Comando Sur”, debe primero someterse a una severa línea de investigación que abarca a todos sus cuadros militares, los cuales deben mantenerse estrictamente bajo la dirección de dicho Comando. El U.S. Southern Command funciona mediante la asistencia de medidas de seguridad y de cooperación “para reducir las tensiones entre estados y regionales”. Esto fue muy bien pensado después de lo que sucedió con la guerra de las Malvinas. Ningún país del tercer mundo debe reclamarle nada a ninguna superpotencia. Un mal ejemplo desencadenaría una catástrofe tremendamente subversiva y “terrorista” en la región. El Comando Sur de los EE UU debe estar presto a controlar a su población civil alentando a los militares latinoamericanos para que acomoden sus funciones a los requerimientos nacionales mediante actos represivos que ellos llaman aplicación del “imperio de la ley”. Así pretenden tener en un puño a 33 naciones. Pero uno de los objetivos claves del U.S. Southern Command es la “tragedia humana que acompañará la implosión del tambaleante régimen castrista”. Pero hay otros no menos graves, como lo que está sucediendo en México con el trauma electoral que “López Obrador le creó al demócrata Felipe Calderón”; la posible insurgencia en Ecuador con un “presidente irresponsable” como Chávez, las “arbitrarias medidas de Evo Morales en Bolivia”, las “políticas sin visión de futuro de Lula y Kirchner junto con el pernicioso armamentismo de Venezuela”; lo de la guerrilla en Colombia, etc. El U.S. Southern Command está profundamente convencido de que “los jefes militares latinoamericanos tienen un gran respeto y confianza en las fuerzas armadas de los EE.UU. Están ASOMBRADOS por los ÉXITOS que hemos tenido en Tormenta del Desierto y otras operaciones militares recientes. ADMIRAN la doctrina, la tecnología, el entrenamiento y la conducción que hicieron posible esos éxitos. RECONOCEN que nuestras fuerzas armadas son observadas con gran respeto por el público norteamericano y CONTRIBUYEN de manera apropiada al pronunciamiento público sobre la DEFENSA NACIONAL. Consecuentemente, están preparadas para considerar las ideas del Comando Sur en materia de promoción de la seguridad cooperativa regional y las medidas de construcción de la confianza entre militares.

Bueno, ahora el Comando Sur tiene nuevo jefe, James Stavridis (de 51 años), quien fue asesor del Secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld, y que de entrada reconoce que en la actualidad hay poco espacio para normalizar las relaciones con Venezuela. “O se arrodillan o vamos a tener problemas”, es su consigna. Asegura que su radar está al tanto de cuanto pueda suceder a nivel político en la base militar de Guantánamo, donde están confinados los sospechosos de terrorismo, pero además lo que se le ocurra a Venezuela en caso de que sea necesario hacer algunos cambios en la isla. Por ello opina “que eventualmente ocurrirá una transición hacia la democracia en Cuba y que si hay un papel para que el Departamento de Defensa juegue en esa situación, probablemente sería una labor humanitaria en el caso de una inmigración masiva "que esperamos no suceda"”.

Stavridis está atendiendo un curso intensivo de castellano y ya sabe decir perfectamente “CHÉVERE”. “Todo aquí ponerse bien chévere de ahora en adelante”, ha dicho. Con su visión globalista sostiene: "contamos con una gran ventaja comparativa: Latinoamérica es parte de nuestro ADN y nosotros somos parte del suyo. Todo es parte de una sola América".

El imperio norteamericano, ya sea bajo el mando de los demócratas o de los republicanos, jamás podrá dejar de lado su política hegemónica, intervencionista y colonialista en el mundo. Su sistema sobrevive de la muerte de los pueblos “subdesarrollados”. Con las acciones de dignidad para nuestro pueblo que nuestro Presidente Chávez ha estado poniendo en el ámbito mundial, la serpiente gringa se ha estado moviendo con destreza, astucia y desesperación. Prepara para lanzar otra ofensiva de envergadura, primero, y como lo viene haciendo de manera pertinaz, por sus medios de comunicación, para luego lanzar su mortal mordida. Su plan es básicamente terrorista, desestabilizador, de sabotaje e infiltración. Ellos lo llaman de “operación preventiva”, de “cerco vital”. Esa operación preventiva tuvo su más refinada acción en los casos de Perú, México y más recientemente en Ecuador, provocando espantosos fraudes en las elecciones de estos países. Se busca ahora doblegar a Lula para irse en contra de Evo y luego lanzarse sin contemplaciones sobre Venezuela. El sur puede arder. Ya el nuevo jefe del Comando Sur de EEUU, almirante James Stavridis, viene con planes agresivos y amenazantes y ha dicho estar preocupado por la excesiva adquisición de armas de Venezuela (en particular por los rifles de asalto AK-47, aviones de guerra, helicópteros y los planes de instalar una fábrica para ese armamento) y vienen decidido a “interactuar de manera positiva con la región”. Su plan también incluye acciones muy bien planificadas contra Cuba. Su amenaza, desde el cuartel general en Miami, la lanza en estos velados términos: "Esta es un área del mundo donde es improbable que vayamos a lanzar misiles o dejar caer bombas".

Las críticas del presidente Chávez contra EE UU son otra de sus preocupaciones, pero manifestó optimismo en poder mantener una relación positiva con Caracas, al menos, en el plano militar.

No entiende tajantemente el almirante James Stavridis por qué Venezuela ha rehusado participar en las maniobras militares que organiza el Comando Sur en la región y se opone al "imperialismo".

Esta última expresión es bien significativa: “¿POR QUÉ SE OPONE AL IMPERIALISMO?”

Para procurar minar el poder de Chávez, la CIA ha conformado un extraordinario centro de espionaje en Miami que cuenta con asesores como Vladimiro Montesinos (el ex jefe de inteligencia del gobierno de Alberto Fujimori), Patricia Poleo, Robert Alonso y el propio Orlando Bosh, entre otros. Montesinos le ha expuesto a la CIA en qué consiste el proyecto Castro-Chávez para desatar una guerra asimétrica contra EEUU, tratando de conseguir el apoyo de gobiernos de la región.

El mayor dolor de cabeza de Washington consiste en que la mayoría de las fuerzas armadas del continente suramericano, han modificado sus tradicionales hipótesis de conflicto. Ahora el enemigo no forma parte de sus propias sociedades, y el propósito por supuesto no es reprimir al pueblo, ni pensar en unas fuerzas armadas con propósitos de ocupación de sus propias regiones. El 2 de octubre, el jefe del Comando Sur, general Bantz Craddock, fracasó cuando intentó aislar a Venezuela durante la Conferencia de Ministros de Defensa de las Américas, realizada en Managua. La mayoría de los ministros se negaron a formar parte de una ofensiva estadounidense contra Venezuela por ser un país "desestabilizador" de la región.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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