El enemigo

La situación más peligrosa que enfrentamos Venezolanos y USAmericanos desde que empezaron los cambios sociales promovidos por la Revolución Bolivariana es el muy amplificado tono confrontacional que ha caracterizado las relaciones, diplomáticas o no, entre nuestros dos países.

Visto desde Venezuela, ello parece una pieza más en la larga historia de la intervención USAmericana en Latinoamérica: un acto de soberanía en un país conlleva a la respuesta inmediata para suprimir las aspiraciones de libertad e independencia. Visto desde allá, parece un residuo de la guerra fría, un desvío a la izquierda que trae recuerdos de la amenaza comunista, o simplemente otra república banana cuyo sangriento tirano usa el dinero del petróleo y las drogas para ladrarle a los símbolos del Tío Sam, y que necesita aprender a la fuerza la regla de Monroe: América para los USAmericanos.

Obviamente ninguna de las consideraciones anteriores es correcta. Como siempre, falta una pieza para completar el rompecabezas: los dos pueblos. Los habitantes, hombres, mujeres y niños, jóvenes y viejos, de cualquier color, de cualquier raza, pero con un rasgo común: casi todos, o mejor, TODOS excepto una minúscula porción, pertenecemos a la clase gobernada. En ambos países. Y para nuestro propósito, en todos los países occidentales…y aún más allá.

Hagamos la pregunta apropiada: ¿Qué somos nosotros? ¿Qué otra cosa, además de tejido vivo (o sobreviviente)? Sencillo, si dejamos de lado todo el andamiaje místico aún inexplicado: SOMOS INFORMACIÓN. Estamos hechos de ella, somos lo que se nos dice que somos, creemos lo que se nos permite o se nos fuerza a creer, aprendemos a ser lo que somos, por lo tanto somos información. Y siendo éste el caso, podemos ser moldeados, modelados, formados y gobernados por aquellos que son dueños de la información. Ellos son los dioses vivientes, las criaturas supremas que usan este inmenso poder para obtener lo que quieren…sólo que ellos también son víctimas de este truco Celestial, y les toca actuar su papel en el juego de la vida.

Éstas divinidades terrenales generalmente adquieren sus afortunadas posiciones por herencia; en algunos casos alguno de nosotros, con extremo trabajo, llega a conquistar un puesto "allá arriba",sea por ganar batallas en el campo económico o militar o ganando de alguna forma el acceso al conocimiento. Una vez allá, hay poco espacio de maniobra: todos, arriba y abajo, están ocupados e inmersos en su rol dentro del juego, y, a menos que algo realmente impactante suceda, esta situación seguirá perpetuándose pues no vemos el cuadro completo y nos toca pelear nuestras pequeñas luchas terrenales para comer, para pagar la renta, para educar a nuestros hijos DE LAFORMA EQUIVOCADA (enseñándole las reglas de la parte del juego a la que llamamos vida, por ejemplo: trabajar para los amos).

Este juego nos ha llevado a la presente situación, con fronteras separando poblaciones que son esencialmente iguales, con religiones que previenen la interacción pacífica con nuestros congéneres, con castas, con jerarquías, con diferencias socioeconómicas; nos ha llevado a pelear en guerras en el nombre de símbolos que nos son ajenos simplemente porque se nos ordenó (informó) hacerlo.

Pero, y este es un gran PERO, nosotros tenemos ahora cada vez más acceso a la información, y a sus fuentes. Podemos ver que nuestras acciones son motivadas por posiciones y situaciones que no son producto de nuestro "libre" albedrío, y tenemos la posibilidad de formarnos nuestras propias opiniones. Podemos comunicarnos, podemos compartir esas opiniones, podemos confrontarlas en un debate pacífico y esclarecedor. Estamos construyendo las escaleras a nuestra verdadera libertad, y estamos aprendiendo que las guerras sólo benefician a los de "arriba", quienes nos creen demasiado estúpidos para merecernos y manejarnos con autodeterminación, los mismos semidioses que tratan de manejarnos usando su más preciado poder: la información.

Ellos se han dado cuenta de nuestros avances y del creciente grado de agitación, y están salvajemente ocupados en mandarnos mensajes falsos para confundirnos y dividirnos manipulando información, sembrando mentiras y usando toda su experiencia en el campo de la propaganda a través de los medios de comunicación, esos aparentemente inocuos huéspedes de nuestros hogares: programas de TV, periódicos, sermones religiosos y otros mecanismos de manipulación de la opinión pública.

Ellos no quieren ver a las naciones latinoamericanas unidas por metas comunes, así que tratan de dividirnos con miedos y diferencias ficticias. Ellos no quieren una gran América, desde las Islas Aleutianas a las Islas Malvinas, trabajando juntos y unidos por lazos de solidaridad, amor al prójimo y bien común para TODOS, porque perderían su poder al aparecer los nuevos hombres que se asegurarán que nuestros descendientes tengan una vida libre del odio y la injusticia cuyas semillas vienen en cada periódico y programa de TV que ellos tratan de propagar.

Es la hora de despertar y ver la cara del verdadero enemigo que está entre nosotros. Queremos ser amigos, NECESITAMOS ser amigos.

Ing. Franco Munini. muninifranco@gmail.com


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