“Inveni, atque expugnavit eam iustificatur”

En numerosos textos de historia y filosofía aparecen inmemorables frases, por lo general, escritas en latín y pronunciadas por algún personaje emérito que luego, en la posteridad, se convierten en una especie de sentencia o aforismo. Son las llamadas locuciones latinas que un “intelectual”, que se considere de prestigio, en cualquier alocución o entrevista, siempre está precisado hacer uso de estas expresiones.

Yo no tengo nada de erudito, solo presumo de mi doctorado en ignorancia, pero como soy un escribidor impío no me quiero quedar atrás en estos menesteres literarios. Ciertamente, cuando cualquier sabedor de teología hace referencia a la Inquisición debe recordar a los asistentes al foro el enunciado del viejo Galileo, quien erguido ante sus jueces expresó: “¡Eppur si muove!” (“¡Pese a todo se mueve”). Lo mismo ocurre con los disertadores sobre el Imperio Romano. Es casi obligatorio mencionar: “Veni, vidi, vici” (vine, vi, vencí) locución latina empleada por el cónsul Julio César (47 a.C.) al dirigirse al senado tras la derrota del rey de Ponto. Difícil olvidar que estas mismas palabras la utilizó la señora Hillary Clinton (ex secretaria de estado de los EEUU) después de los “bombardeos humanitarios” a Libia, con un saldo luctuoso. Lo único que le faltó a la “augusta funcionaria” fue agregar a las palabras del emperador romano “ego risit” (“y sonreí”), dado que este fue el gesto de la señora cuando se enorgullecía con un rictus sarcástico, muy parecido a una cuasi sonrisa, por el asesinato de Gadafi, por los miles de muertos y heridos. A mi viejo profesor de filosofía le escuché decir varias veces “cogito, ergo sum” (“pienso, luego existo”), frase del filósofo y matemático francés René Descartes (1596-1650).

Mis lectores se preguntarán ¿A qué vienen esos latinismos? Ciertamente, no puedo creer que el premio Nobel de la Paz, el señor Obama, abandone este mundo sin dejarnos alguna expresión en latín que se corresponda con su actuación en el planeta Tierra. No soy agente de publicidad del presidente de USA pero se me ocurrió que debía buscar una locución latina merecedora de su galardón pacifista. Fue entonces cuando recorrí a un sacerdote amigo mío y le sugerí mi motivación. La respuesta fue inmediata – ni de vaina, yo no me meto en peos internacionales –. No me quedó más remedio que apelar a traductor google y le concebí (gratuitamente) un aforismo latino que Obama podrá utilizar en la ONU, en la OTAN, en el FMI o en cualquier escenario de índole internacional. El latinismo reza así: “Inveni, atque expugnavit eam iustificatur”, que mal traducido a nuestro castellano coloquial quiere decir: “inventé, ataqué y justifiqué”.

No piensen mis estimados lectores que lo anterior es un creación mía. Improbable, dado que mi cerebro desgastado de tanto pensar no da para tanto. Esto lo tomé haciendo comparaciones entre la actuaciones de Hitler y las de Obama. De nuevo recurramos a la inexorable historia.

Hitler inventó la necesidad de unificar los pueblos germánicos (1938), es decir, era preciso atacar a Austria para anexarse al Reich esta nación. Cuando menos lo esperaban los vieneses, previas amenazas de acabar con los austríacos, las tropas nazis desfilaban por las calles adoquinadas de Viena. Finalmente, el dictador justificó la presencia de sus tropas refiriendo que los habitantes de Austria pedían a gritos la confederación de ambas naciones. Del mismo modo, en Checoeslovaquia vivían desde hace años los llamados sudetas, es decir checos de estirpe germana. En este mismo año, Hitler inventó que estos descendientes estaban amenazados por el gobierno checo y era necesario protegerlo. Previo ultimátum amenazador contra el gobierno Checo y alguno que otro asesinato, ya para agosto (1938) las tropas alemanas desfilaban por las calles de Praga, en prevención de las muertes de los sudetas y la paz de los pueblos: era la justificación. Eso mismo ocurrió con los judíos. Hitler y sus acólitos inventaron que los hijos de David eran los responsables de los grandes problemas del pueblo alemán, los encerraron en guetos (en un principio) y luego los asesinaron en los aterradores campos de la muerte. Una vez que se lograra la solución final (el exterminio de todos los judíos de Europa), el mundo viviría mejor: era la justificación del genocidio. Vale el aforismo: “Inveni, atque expugnavit eam iustificatur”

Ciertamente todas las comparaciones son malas, pero dado lo que está sucediendo en el medio oriente me preciso cotejar a Hitler con el premio Nobel de la Paz, el señor Obama. El presidente de USA inventa El (el estado islámico que nadie sabe dónde está ubicado geográficamente), le entrega armamentos sofisticados a dichos terroristas y envía a estos fanáticos para derrocar el gobierno democrático de Siria de Bashar-Al-Assad. Después de producir destrozos y muertes en el país árabe, Obama justifica que estos bombardeos son de carácter humanitario, dado que el gobierno legítimo de Siria se convirtió en peligro para la paz del planeta. Una vez que estos mercenarios asesinos no pudieron derrocar a Bashar, quienes fueron armados por el gobierno de USA y la OTAN tal como lo hicieron con los talibanes y Al-Qaeda, los fanáticos de El se están apoderando de los pozos petroleros de Irak y de Libia, poniendo en peligro el suministro de petróleo y gas a los países occidentales. Consecuencia de lo anterior, Obama, al lado de una coalición guerrera, está atacando Irak y Siria, sin permiso de los gobiernos árabes. La justificación: el estado islámico (que nadie sabe dónde queda) se convirtió en una amenaza terrorista para el planeta. Por esta razón le recomiendo a Obama que en la próxima reunión de la ONU exprese a grito tendido la locución latina que le elaboré gratuitamente: “Inveni, atque expugnavit eam iustificatur”, es decir, primero invente cualquier vaina, de seguido ataque a un país indefenso y luego, justifique la muerte y la desolación de un pueblo.

Es bueno recordarle al premio Nobel de la paz, el señor Obama, una palabras que del embajador francés André François-Poncet, cuando en una reunión celebrando el Día del Partido en Nuremberg le comunicó a Hitler: “El laurel más bonito es aquel que se recoge sin que haya costado una sola lágrima a una madre”.

Retomando los latinismo y meditando sobre la forma de comportarse la oposición, respecto a los alcances del gobierno bolivariano y chavista de MM, utilizaré un aforismo latino: “áquila no cáput muscas”, que nuestro inmortal Chávez siempre lo expresaba en su expresivo lenguaje coloquial: “águila no caza mosca”.

De nuevo les recomiendo a mis lectores revisar: notengodios.blogspot.es


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Enoc Sánchez


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