Aristóbulo se fumó una lumpia

El profesor Aristóbulo Isturiz provocó tremendo revuelo con sus afirmaciones de que Gobernaciones y Alcaldías tendrían que desaparecer, por ser formas burguesas de gobierno, para darle paso al poder popular que se gesta desde las bases con los Consejos Comunales y  las Comunas. Tiempo antes el mismo Aristóbulo había dicho que el mejor alcalde sería el que primero acabara con su Alcaldía. Especie que fue rápidamente desmentida por el partido y el gobierno.

Probablemente sea así la cosa. Las estructuras actuales de gobiernos locales y regionales no tienen necesariamente que ser eternas.

Si es hacia allá  que se enfilan los pasos de la construcción revolucionaria, tendrá  necesariamente que ser parte de un proceso de análisis, discusión y estudio, que produzca todo un proyecto social, estudiado y elaborado, camino al socialismo, con sus fundamentación , sus tácticas y estrategias. Para eso existe o debería existir un partido y una conducción revolucionarios. O sencillamente ocurrírsele al Presidente Chávez.

Por supuesto que el profesor Isturiz tiene todo el derecho a emitir sus opiniones personales, independientemente de que estén fundamentadas o no en un proceso de trabajo colectivo, o que no sean políticas emanadas de la dirección revolucionaria. Pero de momento y lanzadas así a boca de jarro presentan todas las características de una posición además de anárquica, oportunista por decir lo menos.

Máxime tratándose de un dirigente que ya fue alcalde nada menos que de Caracas y que recientemente cuando intentó serlo nuevamente, no lo logró.

Y decimos oportunista porque parecería que estamos ante una huida hacia adelante. Aristóbulo no fue candidato por lista ni por ninguno de los circuitos de algunos de los estados de la región Nor-oriental de la que acaba de ser Vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela. Entonces ¿Qué criterio privó en su escogencia para una región donde no se encontraban precisamente sus más fuertes apoyos? ¿Por sus brillantes dotes de organizador?

Entonces allí  tenemos los resultados de un organizador que con su prepotencia y sus rasantes, inaccesibles y cortos  vuelos por nuestros estados. Resultó ser la cabeza de un estruendoso fracaso en las pasadas elecciones del 26 de septiembre. Era la cabeza porque era el jefe, el coordinador, el cuadro político.

En Anzoátegui, con la Gobernación y todas las Alcaldías siendo nuestras, sufrimos una vergonzante derrota. En Sucre estuvimos mal y en Nueva Esparta a pesar de la pésima situación política organizativa, no esperábamos perder en un circuito donde de siete alcaldías tenemos seis. Y para colmo nos derrotaron con un candidato que no era de ese sector. Indiscutiblemente allí hay un problema de dirección, porque correspondería al partido ser la bisagra o enlace entre las bases y las estructuras de poder. Así sean burguesas, pero por las que hemos luchado y hemos conquistado posiciones.

Por supuesto que tiene que haber una responsabilidad importante en los organismos de gobierno municipales y regionales, pero la función elemental de un partido y de sus jefes es vigilar porque esas instancias de poder político, donde tenemos camaradas, funcionen al servicio de la causa revolucionaria. Que no defrauden al pueblo de manera de propiciar tan lamentables derrotas que van significando  una progresiva pérdida de poder revolucionario.

¿Por qué si hubo estados y municipios en los que el proceso bolivariano obtuvo abrumadoras victorias como Barinas o Portuguesa? ¿Inclusive algunos donde no tenemos el poder político Como Carabobo?

Entre tanto tendremos de nuevo en Aristóbulo, el brillante tribuno que conocimos cuando en solitario, diputado por la Causa R en el pasado Congreso IV Republicano, se batió como los buenos contra la privatización de la CANTV  por la defensa de nuestra soberanía. Porque según parece para eso si es bueno. 

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