Quienes nacimos y nos criamos en esta tierra somos testigos presenciales del cambio que los científicos le atribuyen a la contaminación ambiental y el efecto invernadero pero más allá, incluso de las teorías conspirativas existen razones de peso que determinan que el aumento del calor en nuestra ciudad es por negligencia y falta de voluntad política para preservar el espacio geográfico que nos corresponde del planeta.
Tengamos presente la cultura de nuestros antepasados, ellos respetaron algunas zonas para planificar la construcción de los primeros ejes poblacionales tomando en cuenta que Cabimas era una zona de humedales y ciénagas, también tenían por costumbre el uso de la tierra para construir la vivienda pero también de conuco, no soy tan viejo pero recuerdo en mi infancia cuando iba al colegio que en el camino se veían los patios sembrados de yuca, maíz y plátano, entre otros productos en armonía con árboles frutales como el mango, el mamón, la ciruela, limón, naranja y coco.
Todo contrastaba con abundante hierba y árboles tradicionales como el cuji, Lara y otros que fueron progresivamente destruidos por las manos criminales de los comerciantes de la madera.
Particularmente recuerdo el cardon porque este árbol era materia prima para la producción de sillas corianas que eran fabricadas artesanalmente en el barrio INOS.
El punto neurálgico del tema es que, con la explotación de nuestras reservas forestal comenzó el proceso de sustitución de cultivos empobreciendo la calidad de nuestro suelo con árboles experimentales traídos del caribe y zonas de África, entre ellos un árbol de ojas amarillas que luego dijeron que era base para producir drogas y lo exterminaron, luego importaron otros tipos de árboles como el Nin, que me imagino no es el mismo de la India porque el de allá es medicinal y el de aquí supuestamente sirve para producir insecticidas.
Cómo podemos observar, un árbol al que no se le paran ni las moscas sustituyó el mango, el coco y todos los árboles que en otrora tenían la virtud de nutrir a nuestro pueblo y a las aves silvestres que abundaban en la zona.
Incluso hubo un crimen muy sonado cuando fue la destrucción la plaza Bolívar, el reservorio más importante del casco central en particular y Cabimas en general.
Hoy me he tomado la libertad de escribir sobre este tema porque a todos nos compete valorar el problema y aportar solución, cuando digo que Cabimas es más calurosa de lo normal no exagero, he estado en zonas de Maracaibo que tienen fama de caliente y allá es más fresco el ambiente que aquí.
Sumado al calor por las altas temperaturas tenemos el otro problema derivado del racionamiento eléctrico que no tiene justificación técnica, científica, política y económica porque detrás del racionamiento eléctrico se mueven otros intereses que más adelante trataré en otro artículo, por el momento, tenemos que ocuparnos de resolver lo que está a nuestro alcance, la sustitución de los cultivos importados y restaurar la siembra de árboles tradicionales en nuestro suelo, con nuestra gente y nuestro medio ambiente para dejar a los hijos de nuestros hijos una ciudad habitable.