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Testimonios sobre el aprovechamiento de madera en Turén

En ciencias sociales y particularmente en Historia, el testimonio es una fuente de información importante. En este contexto y en ocasión de hacer una investigación sobre la reserva forestal de Turén en el año 2013, registramos el testimonio de dos personas que conocieron de cerca el aprovechamiento de madera en la región de Turén, incluso antes del decreto de la reserva mencionada; son ellos los hermanos Juan y Serapio Márquez. Por cierto, el pasado 24 de noviembre se cumplieron 72 años de la declaratoria de la reserva forestal primogénita de Venezuela.

En el artículo que hoy nos ocupa, queremos divulgar en extenso el aporte expresado por los hermanos Márquez en aquella oportunidad. En tal sentido se sabe que Juan de Jesús Márquez nació en el caserío El Chimborazo, Estado Portuguesa y trabajó entre 1955 y 1960, como chofer de camión que transportaba madera desde la montaña de Turén hasta Acarigua. Por su parte Serapio Márquez, también nacido en El Chimborazo, afirmó haber conocido desde niño la zona de aprovechamiento forestal de Turén, específicamente entre 1942 y 1953, en la oportunidad de acompañar a su padre en reiteradas ocasiones, quien trabajaba para las contratistas que explotaban madera.

Una primera afirmación que podemos difundir, es que la madera era extraída de los sectores Maporal, Chingalí, La Caripucha, El Ají, El Playón, El Gateo y Pozo Verde. Las especies que más se extraían eran: principalmente cedro (Cedrella odorata) y caoba (Swietenia macrophylla); en segundo lugar, apamate (Tabebuia rosea), saman (Phitecellobium saman), pardillo (Cordia alliodora), mijao (Anacardium excelsum) y saqui-saqui (Pachira quinata). Según Serapio Márquez las dos primeras eran "las más apetecibles", por ser especies forestales de alto valor comercial; por su parte Juan de Jesús Márquez calificó al cedro y la caoba como "especies finas". Lo anterior nos da una noción de la codicia que caracterizó, en esos años, el comercio de madera fundamentado en el aprovechamiento de los bosques de Turén.

En relación con la tala de árboles a ser aprovechados, los hermanos Márquez afirman que los mismos eran derribados usando hacha, de allí el oficio de hachero. Una vez tumbado el árbol el tronco o fuste era dividido en rolas o trozas; esta acción de "rolear" o trozar se hacía usando una sierra manual operada por dos trabajadores. Al respecto es oportuno agregar, que para ese tiempo ya se conocía el uso de la motosierra, pero el peso rondaba los 60 kilos, por lo tanto, no eran equipos portátiles, lo cual hacía imposible o muy dificultoso su uso en labores de tala dentro del bosque tropical de Turén.

En cuanto a la autorización para proceder a la explotación legal de madera, Juan y Serapio Márquez sostienen que se necesitaba de "…un permiso que era otorgado por el Ministerio de Agricultura y Cría (MAC) en concordancia con funcionarios de la Guardia Nacional (Sección Forestal). El contratista llevaba al sitio de explotación a un efectivo de la Guardia Nacional y un funcionario del MAC, quienes verificaban en campo los cortes realizados".

En lo que concierne a los meses de ejecución de las labores de explotación y transporte de madera, los hermanos Márquez afirmaron que estas se realizaban en el periodo de sequía (enero-abril) y se suspendían en el periodo lluvioso (mayo-diciembre), ya que "era imposible entrarle a la montaña" debido a que la vía se tornaba intransitable, generalmente ocurría crecida de quebradas y ríos que causaban inundación en diferentes sectores de la reserva de Turén. En relación con el traslado de la madera desde la zona de explotación hasta los aserraderos de Acarigua - Araure, incluso ciudades del centro y la capital del país, Juan y Serapio Márquez afirman que los camiones se ubicaban en patios de rolas improvisados y eran cargados usando un guinche, las rolas o trozas medían aproximadamente 3,5 metros de largo. Dependiendo del diámetro de las rolas, el camión era cargado con una o tres rolas, excepcionalmente si el diámetro era relativamente pequeño, se cargaba con seis y hasta ocho rolas. Semanalmente se hacían tres o cuatro viajes, ya que "las distancias eran largas y la vía era de tierra y tortuosa".

Es importante destacar que, para la movilización de la madera, "…el chofer del camión salía de la montaña con una guía donde se especificaba la especie y los metros cúbicos que llevaba. Las rolas iban cubicadas, marcadas y martilladas por la Guardia Nacional con un sello en bajo relieve". Añaden que en ese tiempo funcionaban las alcabalas forestales de la Guardia Nacional, donde la carga era chequeada, es decir, se cotejaba lo especificado en la guía de movilización con la carga propiamente dicha, si había concordancia el conductor proseguía su itinerario, por el contrario, si se detectaba alguna irregularidad, la carga era retenida y si finalmente se concluía que esta era ilegal, se procedía a levantar un acta y a decomisar la misma.

En cuanto a los sitios adonde era llevada la madera para su transformación, los hermanos Márquez mencionaron los siguientes aserraderos: Acarigua, Araure, Avellán, Colón, Corporación Maderera, 5 de diciembre, Fraijo, La Coromoto, Premaven, Santa Rita y Ziccarelli.

Cuando se indagó sobre la repoblación de árboles en las zonas donde se hacía el aprovechamiento de madera, ambos hermanos respondieron que solamente se extraía madera, ninguno recordó que se ejecutaran planes de reforestación, plantaciones o reposición de árboles. Serapio Márquez fue enfático al afirmar que "Lamentablemente aquí se cometió un gigantesco Crimen Ecológico y con propiedad puedo decir que esto nunca se hizo (plantación de árboles), contraviniendo de esta manera la Ley Forestal, de Suelos y Aguas de esos años, donde en uno de sus artículos se contemplaba que por cada árbol destruido debían ser sembrados tres de la misma especie y familia para preservar de esta manera el futuro del ecosistema". Se refería al Artículo 35 de la Ley Forestal y de Aguas de 1942 que dice: "Todo concesionario para la explotación de productos forestales cuyo aprovechamiento implique la destrucción de la especie contratada, queda obligado además de pagar los respectivos impuestos, a plantar por su cuenta en la zona concedida, en beneficio de la Nación, por cada espécimen vegetal que destruya, el número de plantones de las especies que se le fijen en el contrato o permiso, bajo las condiciones que establezcan el Reglamento de esta Ley y el Servicio Forestal".

De todo lo anteriormente testimoniado por los hermanos Márquez, finalmente podemos interpretar que la explotación de madera en la reserva forestal de Turén, estuvo sesgada por un criterio de selección disgénica, o sea, solo se extrajeron las especies cuya madera era de excelente o buena calidad, es decir, de óptima durabilidad y muy atractivas por su color y veteado; desafortunadamente no hubo una directriz orientada al enriquecimiento silvicultural, en función del aprovechamiento forestal sostenible.

NOTA DE AGRADECIMIENTO: Nuestra gratitud a la Licda. María Francis Márquez, quien tuvo a bien registrar el testimonio de su padre el Sr. Juan de Jesús Márquez, lamentablemente ya fallecido. También nuestro agradecimiento al Sr. Serapio Antonio Márquez, por su gentileza en contestar el cuestionario que le suministramos. Tenemos la certeza de que no fue un esfuerzo en vano, por el contrario, valió la pena.

Ing. Forestal. M.Agr.

jimenezgw@gmail.com

 


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