La generación
estudiantil del presente es una de las más vacías, ignorantes y cursis
desde la generación del 28 hasta nuestros días. Sus consignas, los
argumentos de sus protestas y ahora la exhibición de sus arrugadas
nalgas demuestran que carecen de creatividad, memoria histórica y la
más mínima coherencia entre sus planteamientos y la realidad venezolana.
Sus profesores
(que también quedan mal parados con este tipo de lucha que llevan sus
pupilos), deberían asignarles trabajos de investigación hemerográfica
sobre las protestas estudiantiles desde la época de Rómulo Betancourt
hasta el segundo gobierno de Caldera para que conozcan verdaderamente
lo que es represión, presos políticos, persecución, violación de
la autonomía universitaria, confiscación de las libertades. Y así
se evitarán esa descomunal imagen de ignorantes que en cada protesta
los hunde más en el fango del desprecio. Bueno basta saber que son
estudiantes de la Santa María, la UCAB y la Metropolitana quienes liderizan
las protestas para comprender tamaño desguisado.
Deberían leer
los comunicados de la Federación de Centros Universitarios de la época
de Rómulo Henríquez, Hilarión Cardozo y el desmemoriado Américo
Martín para que aprendan a redactar mensajes combativos al pueblo
venezolano.
Además,
necesitan indagar en el período de Lusinchi y Caldera como
las luchas lideradas por Bernardo Ancidey y Luis Figueroa incorporaron
a la protesta estudiantil, los problemas económicos y sociales
del país y por ello lograron el respaldo de sectores laborales, sociales,
gremiales y sindicales.
No es pelándose
las nalgas, ni copiando símbolos extranjeros que van a incorporar más
adeptos a su causa, simplemente es comprendiendo los cambios y las transformaciones
de la realidad venezolana, que en muchos casos los favorece, lo que
les quitará ese estigma de ignorantes que ahora los está arropando
y amenaza con aniquilarlos.