Los tres chiflados en Washington

Los elementos esperpénticos presentes en las escenas de los tres chiflados en Washington dejan en evidencia que hasta para interpretar el papel más insignificante y ridículo se necesitan horas de ensayo y preparación. Si son tres los personajes que deben actuar y aparecer en el rodaje, entonces se necesita de una preparación previa y un triple esfuerzo para desempeñar bien la acción de cada capítulo.

En tal sentido, considero que el ensayo de huelga de hambre interpretado por Larry a las puertas de la OEA no fue suficiente para asimilar el papel, pues se supo que en las noches se saboreaba sus tres reinas pepiadas, produciéndole unos cólicos terribles que lo desconcentraron totalmente del rol protagónico. De igual manera, Curly debe concentrarse y dejar de pensar en la suculenta mazamorra, para que pueda asumir bien su papel de paraco y las escenas de paramilitares queden bien montadas. En tanto Moe tiene que estudiar más y revisar las teorías filosóficas de su padre putativo del Catatumbo, antes de aventurarse hacia Hollywood.

Antes de continuar, pido disculpa a la memoria de los Tres Chiflados por utilizar su excelente arte en la comparación. Por supuesto, ellos seguirán siendo grandes, pero los otros pronto caerán en el olvido; las enfermedades, la vejez o la muerte los desaparecerán de la faz de tierra.

De verdad, cuantas veces las acciones políticas aparentan una cosa y son otra. En el fondo son parte de una comedia que se transmite en vivo y directo todos los días a la sociedad. Precisamente, los tres chiflados dicen constantemente: ¡Nosotros no somos tontos, el tonto es usted! Con esos argumentos han establecido y definido su perfil de ir contra los estamentos del orden establecido, no respetan la Constitución y mienten descaradamente; pero así se dan el lujo de vociferar por sus medios de comunicación que están luchando por la democracia y el respeto a los derechos humanos.

Los tres chiflados son así, contradictorios, ilógicos, temerarios, pero tontos después de todo. El surgimiento de este trío de chiflados no se debe a su popularidad sino a su conducta malvada. Durante años protagonizaron cientos de capítulos para la empresa puntofijista que abarcaron películas como la Parlamatraca, donde Curly realizó un excelente papel. De igual manera, los tres chiflados actuaron en la gran película del Golpe de Estado de 2002, rodada en Caracas y financiada desde Hollywood.

Acostumbrados a los rodajes fríos y ridículos de la democracia representativa, los tres chiflados se conformaban con libretos elaborados y distribuidos desde Washington. Sin embargo, cuando se dieron cuenta que el mismo pueblo tomó la iniciativa de ser protagonista de su propia historia, inclusive cambiar los escenarios y escribir nuevos libretos constitucionales, entonces se rebelan contra el sistema, contra la democracia y el Estado.

No obstante, así los tres chiflados se asusten con las cortinas rojas, así vayan a Hollywood a quejarse ante Mickey Mouse, Dumbo, Peter Pan, el pato Donald, los aristogatos, Mulán y Pinocho; la revolución venezolana y latinoamericana seguirá construyendo y desarrollando el formato de la democracia protagónica y así derrotar de una vez por todas las democracias de comiquitas.

Politólogo.
eduardojm51@yahoo.es


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Eduardo Marapacuto


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