El maletín de los recuerdos insepultos

El maletín del abuelo se perdió vía a Margarita

Mira que se lo dije deletreado –abuela no te lleves el maletín del abuelo- que ése es el valioso recuerdo que él nos dejó como herencia de familia, trinitario y de piel de rinoceronte, pero, más pudo la ultranza sumada a la terquedad de aparentar ser viajera turística light.

Le metió en su interior kilos de más hasta más no poder y en el aeropuerto el joven maletero se quejó con toda la razón de su trabajo, y le dijo, esto pesa más que un fardo de plomo y es para cargarlo en un montacargas y, en respuesta, mi abuela le guiñó un ojo y suavemente comentó, cállate muchacho y no preguntes más, que las paredes tienen oídos ultrasónicos.

En el mostrador de atención al público de la línea aérea, se formó tremendo lío para subir el maletín al peso por sobrepeso y la cantidad de dinero a cancelar era exorbitante para mi abuela que, al pelar por el monedero que contenía su dinero, fue peor, solamente medios y reales salieron a flote para saldar el monto estipulado por la funcionaria que al contar con paciencia los medios y los reales dio por finalizado con el visto bueno la operación, donde a mi abuela se le subió la tensión y hubo que darle bien por la mañana un guarapo de papelón con limón, que fue lo que pidió para amortiguar el mal momento. Se me olvidó decirles que mi abuela tiene una bodeguita tipo Mercal en el fondo de su casa en un pueblo mal llamado Tacarigua Adentro.

Yo en todo ese lío me hice el loco como el que ve y no ve y, trágame tierra, quería que pasara, pero como el responsable de llevarla y guiarla en el aeropuerto, tenía que estar cerca de ella, por la edad y por muchas cosas más que no vale la pena recordar, para no quedar como un tremendo irresponsable de la tercera edad. Así que como pude la embarqué por la puerta No. 12, recordándole que su asiento era el 2D, le hice insistencia para que lo recordara como ella ve mucho a VTV. Acuérdate, le dije de, bobolongo o bobomán y el movimiento 2D de los ancianos conspiradores, pero ella vieja mandona al fin, me refutó, mejor manoseo mentalmente el segundo domingo de este mes que fue mi cumpleaños y así no recuerdo cosas desagradables y a pitiyanquis fútiles. 20 pts abuelita, atiné a decirle, mientras la despedía con un beso.

Al bajarte del avión en el aeropuerto del Yaque, le dices a tu hija que me llame, ok mi amor, me contestó dentro del bus, bajando hacia el aeropuerto de Maiquetía. Cincuenta minutos después recibí la llamada de mi tía, mi mamá llegó, pero el maletín no. Cómo que no llegó si ese es un maletín inconfundible. Hasta el sol de hoy no sabemos del maletín y la compañía aérea no quiere cancelar porque mi abuela se niega a declarar el contenido de él mismo y ninguno de nosotros tampoco lo sabemos por el candado que le puso mi abuela y cuando le pedí que dijera la verdad muy suavemente me respondió, por la verdad murió Cristo.

Lo único que le exijo al que lea este comentario, es que, donde vean un maletín trinitario o sepan de uno piel de rinoceronte es de nosotros, propiedad privada, que, mi abuelo Perucho Alfonzo, que en paz descanse, cuando era contrabandista en la isla de Margarita lo encargó y se lo hicieron en Trinidad.


estebanrr@cantv.net


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Esteban Rojas


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