La “mala leche” de la oposición

La “mala leche” de la oposición

José Sant Roz

Llamémosle así, aunque se trata en verdad de otra cosa. Cuando Chávez apareció feroz en 1998, la oposición comenzó a dar tumbos y retumbos, y entre trancas y barrancas se espelucó toda y abandonó a Alfaro Ucero, a Irene Sáez y todas a una se puso a elevar por cielos a Salas Römer. Hoy Salas Römer vive encerrado en su hacienda tomando brandy, whisky o buenos vinos y comiendo paellas, lomito y todo lo caro y fino que le reparten en Valencia. Está adiposo y tratando de controlar el sobrepeso, pero ya él no se acuerda de lo que dijo en aquella campaña presidencial ni nadie se acuerda de él. Cuando le hablan de política, filosóficamente contesta: “Ya a mí me pasó la edad de andar en esas jaranas” En una palabra, Salas Römer se auto-tiró en un basurero, y en realidad que no tenía guáramo para otra cosa. Estaba pataruco y seguirá pataruco hasta que se muera.

De ahí en adelante continuó la oposición desesperada buscando su Gran Esperanza Blanca, para echársela a Chávez. En aquellas angustias se lanzaron sobre Francisco Arias Cárdenas, y otra vez se fueron de bruces. Arias Cárdenas recibió tal tunda que los cuadros básicos que le respaldaban, William Izarra y Yoel Acosta Chirinos, se volvieron añicos y a la vuelta de un año en ese frente no quedaba nada. Luego el ambiente se enrareció horriblemente, y comenzaron a sopesarse a un centenar de posibles candidatos, entre los que medio brillaban se encontraban por ejemplo: Carlos Ortega, Pedro Carmona Estanga, Enrique Mendoza, Manuel Cova, Leopoldo López, Marcel Granier, Gustavo Cisneros, Julio Borges y Teodoro Petkoff (a última hora). Se pulsaba el candelero a ver quien daba más la cara, y aquel tropel pujaba y daba cuanto podía de sí y se cansaron, se desmadraron, se fueron todos por los barrancos del golpismo, por los subterfugios del lacayismo más vil, por los paros, guarimbazos, firmazos, marchaderas y los refirmazos más ridículos y falsos: acabaron todos descojonados, amoratados, amortajados sin el chivo, pero con un mecate viejo y descalichado… y con ese mecate se pusieron a sabanear un burro que no lo pareciera tanto y fue así como enlazaron a Manuel Rosales.

Y aquel Manuel Rosales les resultó una mezcla de Carl Gable con Einstein: “bello”, “profundo”, “paciente”, “sereno”, “agudo” y altamente juicioso. Cohesionó a la oposición y la puso en movimiento, y logró otra vez mucho menos que lo habían logrado sus antecesores. Hoy ya se ve que Rosales está tomando el camino de los que se opusieron a Chávez, el camino de la nulidad. Ya lo llaman sus propios seguidores no un “Hombre que Camina”, sino un “Hombre Sin Mochilas”.

Ahora bien, el gran fracaso de Manuel se resume en que aceptó unos resultados electorales, y la oposición jamás había trabajado en base a la verdad sino sobre el desconocimiento más rampante y brutal de cuanta victoria obtuviese Chávez; sobre el fraude. De modo que la oposición ya ha probado toda la gama de las maneras para tratar de destruir a Chávez y en todas ha fracasado. ¿A quién se busca ahora para el 2012? Tremenda vaina, tremendo desconsuelo.

jrodri@ula.ve


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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