Saca pa’ fuera tu loco o “Las Lógicas de Chávez”

“Las Lógicas de Chávez” de Wladimir Ruiz (bien pudo llamarse “Las Locuras de Chávez” o “El Loco Chávez”); en él Wladimir realiza un análisis crítico, buscando salidas y planteando argumentos al desbarajuste creado por la oposición, en los más álgidos acontecimientos políticos que van del 2001 al 2002. Hace hincapié en las discusiones filosóficas sobre el carácter de la revolución bolivariana y sobre las controversiales, complejas y originales propuestas del líder fundamental del actual proceso, Hugo Chávez.

Cuando Vladimir afirma que “La política popular refiere a lo afectivo, lo solidario, lo comunitario, y a la ruptura con las formalidades. Chávez sería símbolo de esta política”, uno cae en la cuenta que aquí en Venezuela sólo se hizo política con Bolívar, con Zamora y Cipriano Castro quienes trataron, cada uno en su tiempo, de romper con la formalidad del llamado liberalismo, con lo ideológicamente importado. Plantea Wladimir: “la lógica popular es una respuesta de los sectores populares a la desestructuración cultural producida por la globalización. Citando a Massimo Desiato analiza ese carácter protagónico del “pueblo”, que procura recuperar su capacidad de actuación, la que se ve limitada y obstaculizada por la implacable impersonalidad de la administración y el Estado.

Este libro de Wladimir nos hace meditar sobre el actual proceso, enriquece el debate sobre lo que estamos viviendo en medio de mil conjeturas y conflictos humanos, ideológicos, morales. Asfixiado como hemos vivido en una copiadera de modelos extraños y opuestos a nuestra naturaleza, nos desintegramos y nos desconocimos hasta que llega Chávez y pregunta, sobre el promontorio de nuestras debilidades y frustraciones, por el Bolívar de Guayana en 1818, el de Pativilca y Santa Marta. Nada más importante en estos tiempos que detenernos en estas lógicas que son para nosotros la sal y la fuerza de la revolución, así como las lógicas de Bolívar llenaron de ideas, valores y sentido de patria al Nuevo Mundo. Ahítos y confundidos como vivimos preguntándonos por el carácter laberíntico de América, con discursos sobre lo salvaje, lo popular, lo mantuano, o lo moderno. Y nos plantea Wladimir que con Chávez es posible, o, al menos, es factible resolver ese conflicto de identidad.

Hemos tratado por todos los medios de entender por qué ese horror a los cambios que ha venido proponiendo Chávez por parte de las supuestas mentes esclarecidas de la élite intelectual nuestra, de la inmensa mayoría de los Ph.D, investigadores, tecnócratas, universitarios. Gente embanderada obcecadamente con los modos de vida de los gringos o europeos. ¿Por qué ese horror? Si usted se detiene a analizar ese horror, encontrará que en el fondo no tiene nada de principios, nada de profundidad filosófica, nada sustantivo o propio. Sino que Chávez acaba por representar un ogro que no se aviene en absoluto con la simbología ni la imagen de lo “civilizadamente” correcto: es negro, loco, feo, gritón, grosero, patán, ateo, comunista. De todos estos calificativos el más significativo es el de loco. El que alguna vez no haya sido llamado loco por sus connaturales es un imbécil. Según el cartabón nuestro, loco es aquel que rompe la norma, se interna desafiante en algún terreno desconocido y peligroso, en procura de una verdad y de caminos nuevos o diferentes. Esta clase de loco además es un ser que ha vivido alerta, con una especial curiosidad por conocerse y conocer a los demás; que ha estado comprendiendo que ha vivido por muchos siglos engañado, vilmente confundido, utilizado, estafado, y que decide rebelarse contra el mundo. Uno va descubriendo los esfuerzos indecibles de los más “preparados”, de los más formales, por mantener una cordura de meritorios ciudadanos (por lo que terminan siendo ridículos). Un loco es un hombre que duda. Indaga, se desafía a sí mismo, se vence a sí mismo y no le teme en absoluto el quedarse solo, el ser vituperado y señalado de diferente, de maldito; decidido sin remedio a sufrir el escarnio y el desprecio de los que se arrogan el saber, la salvación que está en el cielo, la gloria rancia de los mausoleos de altura. Un loco va perdiendo el miedo y las ilusiones. No cree en títulos, no cree sino en lo que lleva en su sangre y en sus nervios, en sus vivencias, en sus visiones dolorosas y terribles. En Venezuela hemos tenido pocos locos y por eso estamos como estamos. Locos fueron Lópe de Aguirre (quien manda al Rey para el carajo: quien alza su ira fulminante contra el Rey cobarde, contra el Papa perro, contra los leguleyos, escribientes, frailes, contra todos los españoles, a quienes acusa de llenar de pestes, odio y maldad estas Indias Occidentales); Simón Rodríguez (el que le reclama su mujer, a quien se la ha llevado, porque la necesita para los mismos fines del otro); José Félix Rivas, Francisco Bermudez, El Diablo Antonio Nicolás Briceño, Ezequiel Zamora, Cipriano Castro y ahora Chávez. Hay algo muy importante en los locos, no tienen el menor interés en engañarse a sí mismos ni mucho menos en engañar a los demás, y en esto radica su poderosa inteligencia, su extraordinaria valentía, generosidad y honradez para con los demás.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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