Una oposición vergonzosa y traidora

En toda sociedad “democrática” medianamente serian los partidos políticos y organizaciones que no están que no están de acuerdo con el Gobierno proponen un modelo alternativo de desarrollo o al menos, una manera diferente de hacer las cosas. Incluso las oposiciones más perversas, procuran ocultar sus intereses y se molestan en construir un discurso coherente para argumentar ante sus conciudadanos la conveniencia y las bondades de sus propuestas. En Venezuela, no. La gran mayoría de la oposición no merece ni siquiera ser reconocida como tal, da rabia y pena ajena oír los argumentos que esgrimen tanto dirigentes y especialistas como la gente del común. Lo único que los agrupa es el odio hacia Chávez.

Casi mueren de un infarto con la campaña “amorosa” de Chávez. La gran mayoría profesa algún credo religioso pero, a la hora de las chiquitas, hacen caso omiso a la predica del amor hacia sus semejantes. Debe ser quienes estamos con el proceso no somos sus semejantes, sino que en el mejor de los casos, somos “esa gente” que a duras penas toleran, porque no les queda más remedio. Tampoco parecen serlo los afganos, los iraquíes, los palestinos ni los islámicos en general. Está bien que los maten, no son gente. Completamente despojados de su condición humana, no se identifican con los demás y menos aún, con los habitantes del mal llamado del tercer mundo. No les preocupa el futuro de la especie y el planeta.

Da ganas de vomitar verlos felices porque Venezuela aún no ha logrado obtener los votos que necesita para participar en el Consejo de Seguridad de las NNUU. A estos vende patria no se les agua el ojo a la hora de apoyar un golpe y promover disturbios. También les parece perfectamente natural que el Gobierno de los EEUU presione a los países para que voten en contra de nosotros en una elección que corresponde a América Latina y el Caribe. Pero eso sí, se rasgan las vestiduras y gritan histéricamente: “con mis hijos no te metas” cada vez que Aristóbulo hace una propuesta para transformar el sistema educativo.

No sé nada de leyes y soy respetuosa de las disidencias políticas y de todo tipo, pero mi sentido común me dice que la promoción y adopción pública de posiciones como ésta debe ser considerada como traición a la patria. Si no se puede sancionar a los traidores y a los golpistas en el marco legal vigente, habrá que cambiarlo. ¿Qué les están enseñando a quienes todavía confían en ellos? Si este país es una mierda ¿por qué no se terminan de ir de aquí? ¿Será que no quieren dejar los privilegios que aún tienen para pasar a ser unos “hispanic” o unos “sudacas” de tercera?

¿No les dará vergüenza insultar, en nombre de la democracia, a un presidente electo democráticamente? ¿No les dará vergüenza apoyar a un adeco disfrazadoy casi morón? ¿Cómo justificarán ante ellos mismos la jaladora de bolas para seguir abusando a través del espectro comunicacional o para que no les quiten las tierras que se han robado o para obtener créditos preferenciales que sólo los beneficia a ellos? Estoy segura que no, han perdido toda ética y consideran que el abuso es un derecho. ¿Hasta cuando…?


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Mariadela Villanueva

Analista y comunicadora. Socialista y chavista. Firme creyente del poder popular

 mariadelav@gmail.com      @mariadvillanuev

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