Por cierto, ¿se mudaría de México Gaby Espino?

Resulta lamentable que en casos dolorosos como la desaparición de los 43 desaparecidos de la escuela de Ayotzinapa, en el municipio Iguala, estado de Guerrero, México, se traigan a colación las acciones de los famosos artistas del SOS Venezuela, pero es que en esa situación se configura una radiografía perfecta que permite detectar las fisuras del alma de todos los actores, actrices y cantantes venezolanos, que a cambio de fama y dinero denigraron y denigran del país poniéndose del lado de los golpistas, de los que siempre han apostado a sacar por medio de la violencia, primero, al Comandante Eterno, y ahora al Presidente Obrero, Nicolás Maduro.

Y hay que insistir, porque de pronto lo sorprenden a uno cosas como la que acaba de ocurrir con Chino y Nacho, quienes después que hicieron campaña a favor de eventos tan deplorables como las guarimbas, hechos que dejaron 43 muertos y el destrozo de buena parte de la infraestructura nacional, no sólo fueron invitados al Festival de Música Suena Caracas, sino que hubo revolucionarios (?) que defendieron esa invitación con fervor “chavista”, “patriota”, bajo el argumento de que se debe ser tolerante.

En Venezuela a los adversarios se les ha tendido la mano, se les ha llamado al diálogo, a la conciliación, al cogobierno, a que seamos un solo país y siempre han respondido con violencia y muerte. Chávez se quiso acercar a ellos en 2002 y lo derrocaron; ahora lo quiso hacer Maduro con reuniones, mesas de diálogos, y apenas se recupera del semejante desastre del evento perverso que ellos (los opositores) denominaron la “La Salida”.

Si Chino y Nacho se presentan en esa fiesta musical y después los llaman sus amos del imperio, y les ordenan seguir con el SOS Venezuela, colocan la bandera venezolana al revés, se mastican la octava estrella, hacen los que les ordenen y con ganas, disposición y mucho cariño, porque sencillamente rechazan a Chávez y todo lo que huela a él, no nos caigamos más a mentiras…aquí la oposición ha demostrado hasta la obstinación que abraza como el escorpión, con un cuchillo en la mano levantado presto a clavarlo por la espalda. Allá el revolucionario que no lo quiera ver o que crea que los va a convencer con “cantos de ballena”.

La tolerancia como el amor, no se impone, no se ruega; se gana, se demuestra, y los opositores que siempre la han vapuleado deben ser los primeros en poner de su parte. Si quieren tolerancia, que den un paso al frente, aunque en realidad creo que este tampoco era el momento de exigirla, menos calándonos de repente a dos artistas abiertamente vinculados con muertos que aún siguen latentes en la mente de la masa roja rojita.

Hago toda esta reflexión, porque revisando las noticias vía internet, leyendo que el dúo decidió no presentarse a la fiesta musical y la condenable situación de los normalistas aztecas, me topé con una información de Gaby Espino y de inmediato me saltó a la mente esta incertidumbre: ¿Ya se habrá mudado de México? Recuerden que la profesional de la actuación publicó un tuit aclarando que no venía a Venezuela por la seguridad de ella y la de su familia, cuando la inseguridad en la tierra de Emiliano Zapata y Pancho Villa siempre ha sido difícil y, a juzgar por los noticias que vemos, la cuestión empeoró porque con la desaparición de los estudiantes mucha gente se lanzó a la calle dispuesto a lo peor.

Pero bien sabemos que eso es pura bla bla, pura paja, el fondo es atacar, agredir al Gobierno revolucionario, porque de alguna manera Espino y todos esos artistas del SOS Venezuela han formado parte de ese engranaje siempre aceitado para darle un Golpe de Estado a Maduro.

No quiero decir que todos los advesarios sean iguales, pero muchos, muchísimos, por lo menos los artistas antichavistas venezolanos o que hacen vida aquí, parecen cortados en su mayoría con la misa tijera.


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Alberto Morán


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