La decepcionante campaña electoral de la oposición

Que decepción. La oposición basa su campaña electoral magnificando errores, omisiones, muertes, violencia, falseando realidades sin una propuesta seria de país.Revisando a diario el discurso opositor, a pesar de albergar en su seno gente indudablemente preparada y culta que representa un importantísimo sector de las fuerzas “vivas” del país; que a pesar de su “inteligencia y experiencia “ en el manejo de “la cosa pública” y elaboración de planes y programas de gobierno, además de contar con un generoso y amplio apoyo de fuerzas externas e internas poderosísimas; siguen sin mostrar ” rastro de rostro o rostros”, de persona u organización con alguna proclama, planteamiento serio, articulo alguno con contenido constructivo y creativo, declaraciones con propuestas de fondo sobre el país que quieren “rescatar del comunismo”, a no ser la descalificación como lugar común, como es el caso del tema denominado por ellos “PUDREVAL”, el cuestionamiento incesante de las misiones o de cualquier acción u omisión del gobierno, ignorando el evidente contenido social e incluyente que comportan, así como la exaltación de la violencia, y el anuncio repetitivo de muertes con un amarillismo enfermizo, donde el tema de la inseguridad constituye la noticia de primera pagina o de noticieros televisados que en forma sincronizada, anuncian y pintan, como partes de guerra, a una Venezuela salpicada de sangre y colmada de miseria que se cae a pedazos, con gente peleando en las calles, con estadísticas, que superan en suma total a países como México, Irak, Afganistán, Colombia o Brasil, situación que según ellos, pareciera haberlo inventado y promovido el Comandante Chávez.

Sin pretender negar la realidad existente, por demás lamentable, en lo que respecta a la inseguridad reinante, de índole y origen estructural, no es menos cierto que en la década de los años noventa, se hablaba de cifras semanales importantes de muertes violentas, igualmente elevadas y escandalosas, a pesar de la autocensura de los medios, en ese entonces cómplices y socios de los gobiernos de turno. Revisando superficialmente los titulares de varios de ellos, (ver hemeroteca de los años 89-99,recomendación que le hago al converso Petkkof, al Cardenal y jerarcas de la iglesia católica, a Miguel Henrique Otero y su grupo 2-D, Cisneros, Camero, Granier y a la MUD en general), encuentro de manera reiterativa en diarios como El Nacional, El Mundo, Ultimas Noticias,2001,Panorama, el tema de la saturación de la Morgue de Bello Monte, decenas de asesinatos y crímenes los fines de semana, y la noticia más horripilante y desgarradora que entonces escondían o “ignoraban”: los centenares de miles o mejor millones, de niños, niñas, adolescentes, adultos, comunidades indígenas enteras en pobreza crítica muriéndose de hambre en los cerros y barrios marginales, comiendo en los basureros, asesinados lentamente de manera omisiva, por un sistema indolente y excluyente, ( para nada apelaban a las ONG defensoras de los Derechos Humanos, dándose hoy golpes de pecho), que en sus programas de TV y Cine publicitaban en plena globalización, a otra Venezuela, otra sociedad opulenta desconocida e inalcanzable para las grandes mayorías sustentada en un grosero consumismo y exacerbado individualismo donde el hombre o mujer de éxito y triunfadores, se distinguían por su capacidad para comprar y adquirir a como diese lugar productos de lujo, mansiones, vehículos, licores, joyas, manjares, drogas, en una carrera competitiva feroz en la cual comenzaron a invertirse los valores de la honestidad, el respeto al prójimo, el amor al trabajo, el crecimiento en familia, la responsabilidad, además de los valores patrios y el reconocimiento de nuestros ancestros indígenas, afroamericanos y la sangre derramada de los libertadores para dotarnos de un territorio soberano y libre de tiranos.

Con esta transculturación y enseñanza deficiente o desviada, nacimos y crecimos varias generaciones, reproduciendo una sociedad enferma, con el antivalor por germen principal, el odio de clases por acicate, donde la riqueza global solo era disfrutada por menos del 20% de la sociedad, denominada “fuerzas vivas” y con una pobreza general cercana al 60% y una pobreza crítica (miseria) hasta hace apenas un lustro cercana al 30%.

Hay que recordar que desde la década de los sesenta, cuando surgieron las guerrillas, en los cerros caraqueños, la única cercanía de los millares de habitantes con los productos lujosos que anunciaban los medios de comunicación, eran las latas de zinc y cartones de vallas publicitarias, que servían de paredes y techos de sus míseros ranchos que anunciaban productos a diestra y siniestra en circunstancias en que las principales ciudades del país eran rodeadas de cinturones de miseria, con un pavoroso desfilar de desempleados y millares de niños y adolescentes sin posibilidades de trabajar, estudiar y vivir dignamente.

Todo este caldo de cultivo por supuesto, aliñado con el creciente e invasivo consumo y tráfico de drogas, el perfeccionamiento de la globalización y la modernización de los medios de comunicación con mayor fuerza de penetración de antivalores consumistas reforzados con la aparición de Internet, la influencia definitiva en nuestro país de la violencia importada reforzada con “la colombianización”, así como los problemas derivados de la impunidad de la justicia, la corrupción judicial, de los cuerpos policiales y carcelarios conforman un cuadro que a pesar de los esfuerzos del gobierno nacional sigue siendo difícil de atacar y revertir por las razones estructurales expuestas y otras más, que efectivamente incluyen por supuesto, algunos errores y omisiones, que en este articulo se dificulta detallar y analizar.

Por todo esto, me siento decepcionado con una oposición y algunos independientes, en los cuales se ubican varios amigos que aprecio, tal vez unos por intereses creados, otros obnubilados por la canalla mediática o simplemente con ideales propios que respeto, pero que no puedo compartir, que no terminan de comprender que los problemas del país como el caso de la inseguridad es una tarea y un problema de todos y no solamente de Chávez y el PSUV; que se requieren propuestas de soluciones de fondo y voluntad para ayudarlas a crear y aplicar; a no ser que sus propuestas sean innombrables ya que se resumirían en su deseo de regresar a la “gloriosa época del puntofijismo”, con su política de privatizaciones, represión de estudiantes, campesinos y obreros, a la eliminación de las misiones, la expulsión (o asesinato) de los 60.000 médicos cubanos de barrio adentro o los más de 5000 entrenadores deportivos), las pensiones equiparadas al sueldo mínimo de 1.500.000 compatriotas, la alimentación gratuita a los mas de 4 millones de estudiantes, y la desnacionalización de la política petrolera para ser decidida por los gringos y con ello el regreso al origen de nuestros verdaderos males, de los cuales hoy critican como si no fuesen los principales y verdaderos co-responsables y cómplices en la creación y fortalecimiento de esa sociedad enferma del cual formamos parte.

Para finalizar, el lector se preguntara porque estoy decepcionado con la oposición y algunos ni-ni, pues tendré que decirlo: porque es muy difícil ser venezolano, querer su país y contribuir y apoyar el regreso de ese pasado ominoso, que aun se atreven a añorar, diciendo de la manera más estúpida que “antes éramos felices y no lo sabíamos”. Que decepción.

Patria socialista o muerte venceremos


hgarzon@cantv.net


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Héctor L. Garzón A.

Economista. Abogado. Profesor universitario. ExViceministro de Agricultura y Tierras (circuitos agroproductivos)

 hectorlgarzon@gmail.com

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