El síndrome de la gata loca

No hay que ser un sesudo analista político o del comportamiento humano, para analizar los “acontecimientos en pleno desarrollo” (con el permiso de Walter) que se están dando en el país y aderezados con ataques exógenos. Al territorio patrio le están prendiendo candelitas por todos los flancos para que se unan y produzcan un incendio. Esto que está pasando no son “cuatro gatos” gritando en el estadio universitario, esto es un abreboca de la embestida para crear una especie de alzamiento estudiantil como el que se dio el 21 de noviembre de 1957 y que antecedió al derrocamiento de Perez Jiménez, el 23 de enero del 58. Pero estos estudiantes de hoy día, discípulos del fascismo, no tienen el talante de libertad de aquellos, ni tampoco estamos en una dictadura que deponer que justifiquen el accionar a estos vándalos, sino en una verdadera democracia que defender.

La blandenguería y la impunidad se deben acabar. Ya basta de que nos maten nuestros muchachos, nos incendien las calles, que los “endiablados” monseñores y los medios criminales de la oposición secuestren la verdad y llenen de desazón al pueblo con sus mensajes que impunemente llaman a desconocer al gobierno revolucionario, a las leyes que rigen el estado y los alaridos que incitan al rencor hacia el pueblo bolivariano y al magnicidio del camarada Chávez. Basta de las “manitas blancas” saliendo como joven alternativa, plagados y pagados por el odio visceral de la maldita oligarquía. Dirán los lectores que lo mío también es odio, no sé. Pero lo que si se, es que me invade la impaciencia y el sinsabor de ver que a cada descarado y reiterado coñazo que nos dan estos desgraciados vende patria, nosotros le respondemos con amor. Es el síndrome de la Gata Loca, aquellas viejas comiquitas de los 70, que cuando el engreído ratón Ignacio le arrojaba un ladrillo por la cabeza, ella respondía diciendo que Ignacio la amaba. Coño, hasta cuándo a cada ladrillazo, le tiramos corazones.

¿Es que no hay suficientes estudiantes revolucionarios en la UBV y las demás universidades experimentales y tecnológicos para aplacar a estos niños bien (bien armados) que aparecen en todos lados jodiendo? ¿Es que “nuestros” estudiantes no se han dado cuenta que ahora si tienen oportunidad de estudiar en las universidades que antes de la revolución, les cerraba las puertas? ¿Dónde está la manifestación pública de las “autoridades” de estos institutos universitarios en contra de los desmanes de sus colegas de la “autónomas”? ¿Para qué sirve ARBOL (Asociación Rectores Bolivarianos) si no da los frutos necesarios para aportar a la revolución y contraatacar a la canalla opositora universitaria de manera más decidida? Nuestros medios bolivarianos y alternativos que aparecieron de manera virulenta ¿están unidos por la causa ante la arremetida de la canalla mediática o se van en pura “musiquita” y opiniones de comeflores? ¿Porqué cuando la manitas blancas aprovecharon los micrófonos y cámaras de VTV junto al show montado de Globoterror, pidiendo la cabeza en bandeja de plata de Mario Silva (que tiene un horario nocturno con La Hojilla) y los nuestros pidieron la de Leopoldo Castillo, la malintencionada Nitú Pérez, el ambigüo e infame Miguel Ángel Rodriguez entre otros que tienen horario diurno para regar sus venenos? Las patrullas del PSUV ¿Por qué solo se activan en elecciones? Patrulla es patrulla camaradas y su deber es el resguardo permanente de la revolución no solo de los votos circunstanciales. Y nuestros gobernadores, alcaldes y consejos comunales, a los que la revolución les dio su estatus participativo y protagónico ¿porque no estimulan al pueblo a tomar las calles de manera apacible y presencial, para dejar bien claro que somos una mayoría pacifica pero no boba, en defensa del proceso y del camarada Chavez. No, no, hasta cuándo vamos a seguir con tantas pendejeras con estos malandros, como dijo el viejo José, mi padre, que vive en Mérida, al ver como acababan con su ciudad estos desadaptados, apoyados por el alcalde Lester Rodríguez (exrector de ULA) con asesinatos de jóvenes (casi niños) revolucionarios incluidos.

La espada de Bolívar debe estar siempre desenvainada, no solo de manera simbólica en las huestes revolucionarias, sino de manera activa, lista para el combate socialista de las ideas fascistas y la defensa física de la revolución. Contémonos cuántos somos en el ejército de la revolución de la Patria Socialista y el que tenga miedo de estar ahí, le compramos un perro.


(*) Ing.
cajucont@yahoo.com.mx
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Carlos J. Contreras (*)


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