Congreso Internacional de Comunicación: ahora hablo yo

Hoy 4 de diciembre concluye el Congreso Internacional de Comunicación. Los éxitos son visibles. El solo hecho de reunir en un solo espacio principal a todos estos comunicadores en lucha, provenientes de distintas latitudes, es ya un importante logro. La muy buena creatividad en la comunicación del evento, en la que jugó papel destacado mi amigo Alberto Arangibel, es otra cosa de la cual podemos sentirnos satisfechos, así como por las varias y correctas declaraciones en torno a temas turgentes de la actual realidad latinoamericana.

En cuanto a los resultados trascendentes, no podemos evaluarlos todavía. En varias entrevistas que me hicieron los queridos medios alternativos y comunitarios, que son los más democráticos que hay en Venezuela, opiné que el Congreso solo podía abrir caminos, pero que esos caminos ahora hay que recorrerlos. Nos toca trabajar para que todas las ideas surgidas en estos tres arduos días se hagan corpóreas. Necesitamos sin duda construir las herramientas que nos permitan ser competitivos ante el poderoso ejército comunicacional de los enemigos de los pueblos, que en estos momentos nos lleva ventaja. En el campo de la comunicación, ellos cuentan con ingentes recursos, experiencia comprobada, coherencia conceptual y orgánica, un aparato estructurado que les permite construir matrices, por medio de la manipulación y el ocultamiento, que preparan el terreno para las agresiones políticas, económicas, diplomáticas, culturales y militares contra los pueblos.

Yo no quedé del todo conforme, como suele suceder. Me hubiese gustado un debate más amplio y profundo sobre temas fundamentales en torno al discurso de la izquierda: el qué, el cómo y las vías de transmisión de nuestros mensajes (debate, más que exposiciones magistrales). Hubo, por supuesto, otras fallas puntuales, como es natural en una actividad tan compleja y exigente. Esto no opaca para nada los brillos del Congreso, solo que, como en la naturaleza, en todo hay luces y sombras.

En cuanto al debate que refiero, se hace necesario ante las señales que nos ofrece la realidad. Vivimos en el mundo, y señaladamente en América Latina y el Caribe, una especie de efecto de péndulo que oscila entre la izquierda y la derecha, como en una rueda infernal. En tiempos recientes obtuvimos victorias en México y Argentina, pero fuimos derrotados en El Salvador, Bolivia y Uruguay. En Venezuela hemos resistido con éxito los embates del imperialismo y la oligarquía, un importante punto de las fuerzas de liberación nacional continentales, pero con un alto costo en la inversión de energía popular que nos hubiera sido muy útil para la construcción más acelerada y profunda de la nueva realidad, cosa que se ha visto obstaculizada por el asedio enemigo, por nuestros propias fallas y por cierta decaimiento del apoyo popular.

Ese péndulo de avances y retrocesos tiene parte de su origen en nuestras fallas y carencias comunicacionales. A menudo me pregunto cómo es posible que procesos sociopolíticos como los de Venezuela y Bolivia, que han hecho realidad reivindicaciones largamente aspiradas por las clases populares, pueden haber sufrido derrotas tan sonoras como la nuestra del año 2015 (que resultó ser el manantial del guaidoismo, al poner la Asamblea Nacional en manos de la derecha) o las más reciente en Bolivia. En este último caso la merma del apoyo popular a Evo y el MAS sirvió de pretexto para el golpe de Estado. En las elecciones de 2014 Evo había obtenido el 63,36% de los votos y en las de 2019 recabó el 47,08%, una merma de más de 16 puntos porcentuales en el apoyo popular. La diferencia de apenas unas décimas para obtener la ventaja suficiente que le diera la victoria en primera vuelta fue la excusa perfecta para cantar fraude y justificar la asonada golpista ¿Qué pasó en estos dos casos? No vamos a detenernos en ese análisis, pero nadie dude que las fallas de nuestro discurso tienen mucho que ver con esas arremetidas victoriosas del imperialismo y las derechas, como en otros casos que no vamos a enumerar.

En fin, en el camino por recorrer a partir de este notable Congreso, el debate de ideas va a jugar un papel fundamental. La izquierda necesita mucho más que auto celebrarse si quiere jugar con éxito su pretendido papel de vanguardia. Chávez dijo alguna vez que él se había montado en una ola revolucionaria y que esa ola seguiría adelante y hasta podría pasarle por encima. Lo que se está conformando en el mundo de hoy apunta hacia el advenimiento no de una ola, sino de un tsunami de los pueblos. Este fenómeno masivo, profundo, volcánico va arrasar con muchos liderazgos, dogmas, ideas, atavismos y modelos. Vendrán nuevos líderes surgidos en la ola gigantesca y también, necesariamente, nuevas formas de comunicación entre los pueblos. También a los comunicadores de izquierda el tsunami podría pasarnos por encima si no asumimos los cambios ineludibles que requieren con urgencia nuestras herramientas y nuestro discurso.

Finalmente quiero felicitar a la camarada Tania Díaz que fue la gran líder del proceso de preparación del Congreso, y al equipo que la acompañó, dejando el pellejo y en entrega total. Un abrazo para todos.



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Néstor Francia


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