Editoriales antológicamente criminales de “El Nacional”

En estos días, previos a las navidades, es justo y necesario no olvidar cuánto nos ha costado esta segunda independencia de Venezuela. Que tuvimos hace cuatro años un diciembre al borde de una guerra civil, en medio de un pavoroso paro petrolero, en el cual no se escucharon aguinaldos; en el que la Iglesia clausuró sus misas de madrugada y se unió al clamor golpista de Fedecámaras y de la CTV: sin gasolina, sin gas, sin alimentos y por supuesto sin hallacas ni pan de jamón. Previo a este caos finamente preparado desde los medios, tuvimos el Golpe de abril, financiado y alimentado de manera feroz desde EE UU. Aquí presentamos algunos de aquellos coprófagos editoriales del periódico “El Nacional” el cual aún no para de insultar, de amenazar y de atentar contra la paz de los venezolanos. Al leer estos párrafos, queremos que el lector analice sin realmente este vil periódico no tuvo nada que ver con el asesinato de Danilo Anderson, el cual desde sus páginas ha intentado, junto con Globovisión, de manera pertinaz y violenta, de tergiversar su investigación, de procurar el desconcierto y haciendo aparecer al Fiscal como tonto, torpe y fantasioso.

10 de abril de 2002: Editorial: “A tomar la calle” – El Gobierno no pudo ocultar el paro cívico convocado ayer a pesar de emplear todos sus recursos económicos y sus triquiñuelas legales para controlar a los medios de comunicación, para evitar que la gente se enterara con total libertad sobre lo que estaba ocurriendo. Fue una muestra de autoritarismo como nunca la habíamos presenciado en estas últimas décadas, y nos demuestra la descomposición acelerada de este régimen que sólo se mantiene en pie, aunque tambaleante, apoyado en sus expresiones de fuerza y arbitrariedad, de su capacidad cada vez menor de amedrentar a la población y del accionar de sus grupos de matones, que como en la época del fascismo apaleaban a la gente decente, que quería preservar su democracia. A ese punto hemos llegado, para desgracia de Venezuela.

Hoy tenemos que salir a la calle para demostrarle a ese truhán que está en el poder que los venezolanos somos gente decente y digna. El Presidente se ha rodeado de matones que en el pasado no les importó disparar contra gente indefensa. Ese mismo grupo anda hoy en comandita con los agentes cubanos y los grupos guerrilleros colombianos, unidos para actuar violentamente contra los venezolanos. No hay que ser cobarde…

Tampoco estamos solos: los grandes medios de expresión, la prensa democrática mundial, la radio y televisión, reaccionaron con asombro ante los desmanes del Gobierno al coartarle a los medios la libertad de información garantizada por las Constitución y las leyes. Una condena unánime fue la respuesta al abuso sin precedentes de encadenar los medios cada tantos minutos, en una demostración de absolutismo y de menosprecio a la sociedad, tratando inútilmente de ocultar la realidad y de negar la reacción de toda Venezuela en defensa de Pdvsa.

Tanto la Asociación Interamericana de Radiodifusión, AIR, del sector privado, y la Relatoría Especial para la Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA se pronunciaron sobre la grave crisis que amenaza a Venezuela.

Hoy tenemos que salir a la calle porque esas calles nos pertenecen y no podemos dejarlas en manos de pandilleros violentos y gente entrenada por agentes extranjeros. Vamos a recorrerlas, quererlas y defenderlas porque son nuestras y de la democracia. Somos la mayoría sólo porque tenemos de nuestra parte la ley y la verdad, no la violencia. Venezuela siempre ha sido un país de todos, no de un grupo de fanáticos.

11 de abril de 2002: “Jornada de rebeldías” -Los venezolanos vivieron ayer una jornada particularmente significativa para un pueblo acostumbrado, durante toda su historia, a luchar por la democracia y la libertad. Tanto la oposición civil como el sector militar dieron muestras claras de su vocación de cambio y de su firme voluntad de continuar adelante hasta que se logre un acuerdo general que ponga fin a las causas de los conflictos, y se devuelva a toda la sociedad la estabilidad que tanto anhela. Venezuela no había vivido, sin justificación política o ideológica valedera, una situación tan revuelta como la actual, que parece alimentarse de su propio caos y que sólo tiene alguna explicación en la demencia del propio Presidente y de la mediocridad del equipo que lo acompaña.

Nunca Venezuela había sido gobernada, aún en los peores tiempos, por una manga de incapaces… Para rescatar el país de estos esperpentos que nos gobiernan ahora hay que salir y tomar la calle… Hoy el Gobierno está contra la pared, sus acciones lucen represivas y despreciables, y son condenadas y repudiadas no sólo en el ámbito nacional sino también en el internacional. Cada vez que los apadrinados por Chávez aparecen en pantalla la gente los odia más y nota en ellos cada día más defectos y ruindades: ya no son sino marionetas burocráticas, pillos que quieren aparecer en nómina para acumular unos “realitos extras”… Al salir a la calle a darle nuestro respaldo estamos recobrando un país que había sido secuestrado por un grupo de matones… Esta batalla está llegando a su final. Altos integrantes de las Fuerzas Armadas se han dirigido ayer a la opinión pública para decirle la verdad al país no sólo sobre los planes de destruir progresivamente a la FAN, tal como se hizo en Cuba durante los primeros años de la revolución, sino sobre la complicidad mantenida a la sombra con los grupos guerrilleros colombianos. ¿Hasta cuándo tanta traición a Venezuela?

12 de abril de 2002: “Los muertos de Hugo” -Ya sabíamos de sus problemas mentales, también conocíamos que no era un hombre precisamente valiente y tendía a acobardarse en los momentos de combate, pero lo que en verdad ignorábamos, aunque lo presentíamos, era su falta de escrúpulos a la hora de ordenar a sus partidarios disparar contra gente indefensa, que marchaba en forma tranquila y pacífica por las calles de Caracas, y acribillarla sin compasión desde las azoteas cercanas a Miraflores, a manos de sus francotiradores bolivarianos muy bien entrenados en tierras extranjeras.

Con ese acto miserable y cruel usted cometió el peor de sus errores políticos y la mayor traición contra su patria, que le dio una oportunidad de dignificarla democráticamente y que, por el contrario, ha preferido mancillarla con esta masacre de gente inocente, cometida a la luz pública y que intentó esconder tras una cadena oficial, y luego con la suspensión de la señal de varias plantas de televisión.

Usted, que intentó hacer una carrera militar sin mayores resultados, porque nunca fue un oficial brillante ni talentoso, ha terminado por enlodar el uniforme y la institución que le dio una oportunidad en la vida: sin la Fuerza Armada usted no sería nadie, y ahora le paga esa oportunidad que le dieron desprestigiándola de la peor manera posible cobijando generales corruptos sólo porque son sus amigos, y ahora haciéndola cómplice de una masacre contra civiles desarmados. Con razón usted quería hace dos meses celebrar el 27 de febrero, esa fecha oscura y siniestra de nuestra vida democrática. Ya tiene usted su matanza…

Dicen que la historia eleva o entierra a los hombres: a usted le ha reservado una fosa al lado de los mandatarios de Venezuela a los cuales se les menciona por sus atrocidades: bastó un día para que se le recuerde para siempre como el responsable de la masacre del 11 de abril. No es nada agradable pasar a la historia recordado no sólo por los familiares de las víctimas que usted mandó a matar, sino como el Presidente que resultó ser un vulgar matón de personas inocentes.

Mientras usted, Presidente, pretendía secuestrar la libertad de información, con una cadena inexplicable, en la cual trató de disimular inútilmente lo que ocurría a pocos metros de donde estaba hablando sin coordinación mental, el pueblo pacífico de Caracas era masacrado sin piedad, con decenas de muertos y heridos… En la historia de las tortuosidades más primitivas de poder quedará registrada esa cadena, en la que usted permanecía impávido e indiferente, mientras un asistente le pasaba pequeñas notas informándolo de lo que sucedía en la calle. Quedará como un testimonio de su desprecio a la gente y al país. Usted pensó, erróneamente, que nadie se enteraría del episodio, pero una vez más cayó en sus propias redes. No sabía que, simultáneamente, la televisión trasmitía en la otra media pantalla las escenas más trágicas del desenlace de la marcha más impresionante y más multitudinaria que se vio nunca en Caracas.

Sus desmanes dictatoriales no se detuvieron allí. Ayer se le cayó su última máscara: decidió sacar del aire a los canales de televisión, Venevisión, Radio Caracas, Televen, CMT y Globovisión. Los amenazó con suspenderles sus licencias como si fuera el propietario del Estado, y como si Venezuela fuera una jungla. Usted no sólo ha violado las leyes venezolanas, sino que además viola (y no será impunemente) convenios internacionales del sistema hemisférico: se ha puesto al margen de la ley venezolana y al margen de la ley internacional.


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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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