Globovisión y la conspiración

A más de 4 años del 13 de abril de 2002 desconozco las razones
por las que CONATEL se inhibió de revocar las concesiones de los canales de
televisión que dirigieron el golpe de Estado contra el gobierno
constitucional. Ningún organismo, asociación o gobierno extranjero hubiera
protestado tales sanciones por parte del ente rector de las
telecomunicaciones en Venezuela.

En consecuencia, los empresarios de la TV privada,
envalentonados ante la ineptitud del órgano oficial, continuaron una
arremetida antigubernamental que se prolongó hasta el propio día de la
reelección presidencial. Si bien no convencieron a la inmensa mayoría de los
electores, lograron que un sector de su audiencia manifestara síntomas de
una aguda disociación psicótica, trastorno que produce amargura e
intemperancia.

También se puede constatar que los "comunicadores sociales" de
dichos canales sufren del mismo mal que transmiten a sus víctimas pues, por
lo visto, creen las calumnias que propalan. El asunto sería irrelevante de
no ser porque, lejos de acatar el resultado de las elecciones del 3D,
Globovisión se empeña en descalificar al CNE por un presunto fraude, insiste
en la ilegitimidad del gobierno de Chávez y mantiene la prédica
desestabilizadora como si nada hubiese cambiado.

Hasta el más somero análisis revela que los programas de dicho
canal procuran el descrédito del régimen y de las instituciones del Estado.
En síntesis, siguen conspirando y auspiciando un golpe.

El Presidente Chávez ha manifestado la posibilidad de no
renovar las concesiones televisivas que vencen el próximo abril. Lamento
diferir pero considero que, al menos a Globovisión, se le debe revocar de
una vez la licencia o concesión en base a sus campañas perniciosas. De no
hacerlo el nuevo período se iniciará mostrando la misma debilidad de los
años anteriores.

Ni el gobierno debe tolerar o enfrascarse en otro sexenio de
diatribas diarias ni los ciudadanos merecen dicho tratamiento. El cierre de
un canal será la señal adecuada para que los radiodifusores privados dejen,
de una vez por todas, de alentar conspiraciones.

La justificación legal existe de sobra.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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