Jorge y su engreída entrevista al Presidente Maduro

Esta nueva entrega nos ubica en un sitial poco agradable, incomodo por demás, por cuanto nos hemos visto en la necesidad de tomar la pluma para hablar sobre un colega periodista que es reconocido a nivel internacional, como lo es Jorge Ramos, quien vino a Venezuela a entrevistar al Presidente Nicolás Maduro.

Alrededor de esa entrevista han surgido infinitos comentarios, al extremo que se pretende hacer creer que el Presidente Maduro no pudo evitar quedar catalogado como un dictador, como se lo propuso a lo largo del encuentro -desde un principio- el colega Ramos, tal como así lo demostró.

A Ramos lo conocemos desde hace años atrás, a través de las televisoras internacionales. Se ha proyectado en el tiempo por ser un periodista polémico y acucioso, que en muchos casos, nos parece ver que pierde el principio de lo que debería ser un Comunicador Social ponderado, apegado a la verdad, al equilibrio y a la objetividad.

Debo antes manifestar, en mi condición de periodista también, que pudiera verse mal que hemos dedicado parte de nuestro tiempo para criticar a otro colega, porque aquí cabe ese dicho que dice: "entre bomberos no se pisan la manguera".

No obstante debo admitir, que ese dicho o refrán no lo consideramos de importancia, por cuanto pensamos que nadie, absolutamente nadie, venga de donde venga, tiene derecho a torcer la verdad, y menos si esa grotesca acción viene de un compañero de oficio.

Ramos, a lo largo de la entrevista, incluso para satisfacer su ego, pretendió forzar al Presidente Maduro a que admitiera que los muertos que se han generado por intermedio de las manifestaciones bajo su gestión son de su exclusiva responsabilidad, como si los opositores al régimen fueran niños de pecho, que solo llevan a las protestas pétalos de rosa para enfrentar al régimen.

Aquí se olvidó, con toda la intención del colega Ramos, las muertes ocurridas en perjuicio de varios jóvenes, supuestamente chavistas, que fueron incendiados vivos, a manos de opositores, mientras se produjeron las afamadas guarimbas.

Igualmente se ha querido dejar en el pasado los oficiales de la GNB que ofrendaron su vida al defender de los ataques armados de la oposición la legalidad del gobierno, que fue electo a través de elecciones libres, soberanas y democráticas, por una amplia mayoría, con la presencia de observadores internacionales.

Ramos, incluso, sin tomar en cuenta las decisiones de la mayoría, igualmente quiso que el jefe de Estado reconociera, casi a la fuerza, que su nuevo triunfo en las pasadas elecciones presidenciales no era legal, ante lo cual lo ubica como un mandatario írrito, impropio, que no debería estar ocupando el Palacio de Miraflores.

En la etapa de formación que tuvimos en la universidad, en mi caso en la Escuela de Comunicación Social LUZ, siempre se nos dijo que un buen periodista no puede jamás ejercer presión sobre el entrevistado, con la mala la intención de obligarlo a que diga lo que le conviene a quien lo interroga, más si se pretende exponerlo al escarnio público, como lo intentó Ramos, repetidas veces, por intermedio de su entrevista.

No hay duda, además, que el estilo del afamado colega para llevar adelante sus conversaciones con destacadas personalidades, busca que el hecho noticioso lo involucre a él directamente, como el hombre noticia.

Pero, si a profundidad vamos, a Ramos no le importa que de lo dicho por el entrevistado surja el lead de la noticia, por cuanto la misma es él, que se ha atrevido, por demás, y de manera grotesca, a formular preguntas comprometedoras y de carácter mal intencionado, fuera de todo contexto apegado al periodismo bueno y a la verdad.

Por igual podemos decir que Ramos, como buen representante de la mediática norteamericana, jamás se le ha visto defendiendo los intereses de su país (México) ante el acoso y el asedio del imperio, a pesar que sus hermanos mexicanos sufren las más atroces medidas de retaliación impuestas a capricho por el presidente Donald Trump.

Ramos, aun cuando inició desde un principio un ataque despiadado en contra del Presidente Maduro, por intermedio de su entrevista, pretendió además evitar que el jefe de Estado se defendiera, como tenía derecho a hacerlo.

Es evidente, insistimos, que el colega Ramos, busco "comérsela" al forzar la entrevista a su máxima expresión, pero lo que no vieron muchos, y que se la dan de ciegos, fue la manera contundente y acertada de como el Presidente Maduro desmontó, con sus repuestas precisas y apegadas a la verdad, las malas intenciones de su entrevistador.

Desde luego, la mediática comunicacional, sobre todo la internacional, pretende seguir haciendo ver que el Presidente de Venezuela es un dictador, y ese es uno de los problemas que estamos llamados los venezolanos con conciencia a desmontar, si de verdad queremos seguir viviendo en un país libre, tranquilo y sin la injerencia de otras naciones.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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