La lucha fracasada de los medios alternativos

(ENSARTAOS.COM.VE – @jsantroz)Con la revolución bolivariana perdí muchos hábitos, uno de ellos fue leer el periódico. Veo los periódicos y no les creo nada, ya además pienso: “pobres de aquellos que aún los leen y los llevan bajo el brazo”. Si acaso los busco es para ver cómo mienten, cuál es la mentira del día, la orden que les ha dado el dueño para que en serie como parecen en los demás medios la coloquen de portada. Más bien veo los periódicos viejos, los de hace un año para calcular el crimen reiterado de sus anuncios y falaces predicciones que jamás sucedieron. Antes creía que cuando dejaba de leer los periódicos me estaba quedando desinformado, ahora es lo contrario, para no andar desinformado no se les debe leer.

Pero aparejado a este hecho palpitaba la necesidad de crear medios creíbles, entregados al servicio de la sociedad, del pobre, de los abandonados.

Yo un día me vi con aquel ministro muy joven, en la lucha desesperada por crear un diario y una televisora en Mérida. Promesas, risas, alegrías y abrazos. Un ministro muy amable pero que viéndolo bien no es ni de izquierda ni de derecha. Uno se cansa de escuchar tantas pendejadas. Lo que uno quiere es acción, acción, mil veces acción.

En esto se nos ha ido la vida. Luego me encontré en una ocasión con Guillermo García Ponce y le hablé del mismo problema, y Guillermo me contestó: “por ahí viene algo”. Se trataba de VEA. Llegó VEA, pero sinceramente no convence. Mucho mejor trabajo está haciendo “El Correo del Orinoco”.

El que sí ha mantenido una lucha admirable y única entre los medios alternativos en Venezuela ha sido Mario Silva.

Qué arrechos fueron aquellos primeros trabajo de Mario en Aporrea, antológicos realmente. Luego iba a tomar el rumbo hacia la televisión que sería como quien dice en jonronazo esencial para poner contra la pared a las poderosas Jineteras. Mario ha sido el que le ha expandido las neuronas a medio mundo que estaba reducido al cuchitril mediático de aquellos cuatro canales apocalípticos. Con Mario se ha dado una profunda revolución metabólica en el sistema cerebro-espinal del venezolano.

A Mario Silva, lo vi por primera vez en el Centro Tulio Febres Cordero. Me advirtió el camarada Edwin cuando salía del estacionamiento: “Mira José, este es Mario”, y nos dimos la mano, pero no hablamos.

Después nos volvimos a ver en la Escuela Paredes, cerca de la Plaza de Milla, pero tampoco hablamos, aunque teníamos muchas cosas que contarnos y que debatir.

Eran los días fatídicos y previos al paro petrolero de diciembre del 2002 y andábamos atareados, un grupo de garrapateadores de duras cuartillas, en conformar medios alternativos para meterles un descomunal chuzo anti-monopólico, por el orto, a los Cisneros, a Ravell, a Granier.

Una lucha muy desigual porque dentro del propio movimiento revolucionario los adecos controlaban y controlan el aparato informativo de Estado y nos estaban bloqueando nuestros periódicos y sitios web, ayudándolos a morir, como bien dicen los llaneros. Son los periodistas que han heredado las buenas costumbres y las pútridas decencias de la IV, tuerta y cojitranta república.

En aquellas obsesiones, otro día nos fuimos a Caracas, a celebrar el primer año de la restitución en el poder de nuestro Comandante. Y montamos un stand en el antigo Hilton, siempre con la idea de tratar de fortalecer los medios alternativos. En aquella ocasión asistí a una reunión de medios alternativos, junto con Juan Carlos Villegas, a Miraflores. El Presidente Chávez frente de nosotros, un mar de medios alternativos hoy casi todos fenecidos, escuchando nuestros clamores y penas.

Ante la posición desesperada de Juan Carlos de que si se nos ponía atención pereceríamos, el Presidente le pidió a Jesse Chacón, a quien tenía cerca, para que tomara nota y le solicitara a los gobiernos regionales que atendiera nuestras necesidades. Aclaramos que sólo pedíamos que al menos el 0,5% que se le daba a los medios privados en pautas, se le pasara a los alternativos. Se tomó nota, afloraron promesas y hubo ruidosos aplausas, y para nada porque al poco tiempo habría de morir el único diario revolucionario de Venezuela, “Despertar” que estuvo dando la batalla durante 94 días consecutivos, y se distribuía a casi toda Venezuela.

No hubo Cristo que pudiera salvar a Despertar.

Juan Carlos entregó la dirección del periódico, y yo la presidencia de la Fundación Despertar. Y en viendo cerradas en Mérida todas las puertas para hacer patria nos fuimos a Barinas y fundamos allá el semanario “Surcos” que la leve vida de 23 números. Nos dimos cuenta de que malvados ignorantes es lo que sobra en todas partes, y fueron unos supuestos “chavistas” quienes nos hicieron una guerra atroz para que nos fuéramos para el carajo.

Lo lograron.

Regresamos a Mérida para fundar otro medio.

Después escuchamos en varias ocasiones al Presidente Chávez decir en sus “Aló Presidente” o en cualquier otra alocución, que sus funcionarios o ministros deberían tomar nota de sus angustias y necesidades; pienso en aquella ocasión cuando ante tantos representantes de medios pobres y revolucionarios, él imploró porque no se nos dejara a la deriva, sin embargo a los pocos días todo se fue al foso irremediable de la muerte… Perecimos de la manera más infame, gritando, implorando ayuda, solicitando audiencias al gobernador Florencio Porras, gastando miles de bolívares en llamadas a Caracas, escribiendo por Aporrea, haciendo colectas de millones de bolívares entre los profesores, para llegar a una edición más, a un día más en la calle, hasta que alguien se apiadara de nuestra situación. Pero la orden de las hordas adecas infiltrados en la revolución eran: “Despertar debe morir porque está lleno de talibanes”.

Hay que decir que quien más lloró la muerte de Despertar fue Giandoménico Puliti, quien trató de hacer milagros por salvar el periódico, y pagó páginas completas con los fondos del IDAC, para promover allí actividades culturales.

A partir de entonces Giandoménico fue muy mal visto desde ciertos entes de la gobernación Mérida, y creo que nunca se lo perdonaron. Todos los días hablaba con Puliti sobre este desastroso desvío de la revolución en manos adecas en casi todas las direcciones del Estado, y además obligados a apoyarlos so pena de que en un enfrentamiento con estos miasmas pudiera crearse una tronera por la que pudiera volver al poder William Dávila Barrios.

Lo insólito fue que de aquellas mafias adecas infiltradas en el proceso, pasamos ahora a mafias copeyanas infiltradas en el proceso. Aquellas destruyeron a “Despertar”, éstas a “El Paso de Los Andes”.

Ahora tenemos ENSARTAOS, tratando de sobrevivir en medio de todas clases de bombardeos y amenazas.

Así vamos todavía aquí en Mérida, dando trompicones, que nunca la pegamos.


jsantroz@gmail.com



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

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