Las masacres en Nigeria: ¿son obras de Dios?

Las terribles y abominables masacres que se están cometiendo en Nigeria, deben concentrar la opinión pública mundial en el más efectivo repudio a las mismas, porque nada justifica crímenes de lesa humanidad. Lo abominable, entre tantas cosas, es que esas masacres se hacen en nombre de Dios.

Siento un profundo respeto por las religiones, aunque no comparto con ninguna de ellas su concepción del mundo –en general- y del ser humano –en lo particular- Sí creo que mientras cunda la miseria social jamás dejarán de lanzarse miradas al Cielo en busca de la solidaridad del Ser Supremo para conquistar una vida plena de justicia social en la Tierra, aunque millones y millones de personas han sido adoctrinadas para resignarse al sufrimiento en nuestro planeta como única fórmula mágica para ganarse la felicidad en el reino de Dios. La creencia de que primero entra un kamelo –el mecate y no el animal- por el ojo de una aguja que un rico al reino del Cielo, actúa como una guía inviolable en la cabeza de los creyentes obnubilándoles su deber de luchar por su superación Mientras las supersticiones, los mitos, los dogmas y las creencias en milagros sobrenaturales tengan como fundamento la pobreza material de la mayoría de la humanidad, los duendes seguirán dando vueltas dentro de la cabeza del ser humano y no podrá haber liberación espiritual. Lo grave, lo realmente grave, es que el imperialismo ha elevado a la enésima las contradicciones y odios entre las diversas religiones logrando que, en muchos casos, terminen matándose los unos con los otros dejando de lado los verdaderos principios rectores de la emancipación social.

Siento, de manera muy especial, un respeto mayúsculo por los islámicos y los cristianos o religiosos revolucionarios, esos que queriendo derrocar el capitalismo están convencidos en la construcción del socialismo como la única manera de salvar el mundo de grandes hecatombes y exterminios sociales por hambre y desesperación. El hecho que grupos de musulmanes y de cristianos se asesinen entre sí por ideales religiosos, me parece una acción de aberrados criminales, de genocidas que deben perder inmediatamente su derecho a la vida, que deben ser castigados con todo el peso de una ley que haga respetar los valores más sagrados del ser humano y, entre otros, el derecho a profesar la ideología que consideren conveniente mientras no le produzcan un daño terrible a la sociedad.

En Nigeria se está agudizando esa lucha, supuestamente religiosa, donde un grupo de musulmanes, independiente de las funciones del Estado, se ha atribuido la potestad de cometer genocidios en nombre de Alá alegando que los cristianos antes habían cometido otro genocidio asesinando a trescientos musulmanes. Ni un genocidio ni el otro, cométalo quien lo cometa, jamás tendrá justificación en la historia de la lucha de clases ni entre adversarios ideológicos. No sé si Mahoma –cosa que no lo creo- pregonó el exterminio de las demás religiones, pero las Cruzadas cristianas en el pasado fueron una lucha que trajo consigo quinientos años de miseria e ignorancia –por lo menos para Europa y casi un milenio para el Africa y otras regiones- alegando que era necesario el exterminio de los musulmanes para que los cristianos disfrutaran del dominio de la economía en ese tiempo y de las navegaciones y el comercio. Si esa hubiese sido la concepción de la lucha religiosa para Jesucristo, sería tan abominable y repudiable y combatible como si Mahoma hubiese pregonado el extermino de las otras religiones para lograr la liberación del mundo o como si Marx hubiera planteado, en el fundamento de su doctrina marxista, el que el proletariado tenía que exterminar a todas las demás clases sociales para poder construir el comunismo. Ahora, es completamente cierto y valedero decir que ni Mahoma, ni Jesucristo, ni Rousseau ni Marx son culpables de las aberraciones y crímenes que cometan quienes se abanderan de sus luchas por imponer su ideal.

Produce rabia, impotencia, ardor de sangre, ganas de venganza ver cuerpecitos de niños y de niñas asesinados por grupos que profesan una ideología sin respetar la inocencia de esas criaturas por provenir de padres de otras creencias ideológicas. Ese crimen no tiene tamaño y tampoco debería de tener perdón sean sus culpables musulmanes, cristianos, budistas, fascistas o socialistas. Y si el grupo en su totalidad sufriese de trastornos mentales, igualmente no merecería perdón.

Tal vez esta opinión no le interese a nadie y produzca ira irracional en algún musulmán o cristiano que se sienta aludido. No me importa. El islámico, ese que cree en Dios por el bien de la felicidad del ser humano no puede estar de acuerdo con crímenes de esa naturaleza. El cristiano que cree en Dios por el bien de la felicidad de los seres humanos no puede estar de acuerdo con genocidios de ese género. El socialista que cree en el marxismo por el bien de la felicidad de la humanidad no puede estar de acuerdo con masacres de ese tipo. Nadie, absolutamente nadie que tenga cuatro dedos o menos o más de frente, puede estar de acuerdo con masacres, con crímenes, con genocidios como los que se cometen, alegando razones religiosas o políticas, del género que se están ejecutando en Nigeria.

¿Cuánto de culpabilidad tiene el Estado nigeriano? No lo sé. ¿Cuánta culpabilidad tienen los sacerdotes que pregonan el radicalismo extremo de religiones? No lo sé. ¿Cuánta culpabilidad tiene el proletariado nigeriano? Creo que mucha. Pero también es culpable el capitalismo que continúa sirviéndose de la ignorancia de los pueblos, de las supersticiones y de las creencias en milagros sobrenaturales, del incremento de la pobreza y de la esclavitud como fuente que produce la riqueza a los pocos que mal gobiernan el mundo –en lo general- y creo a Nigeria –en lo particular-. De la misma manera tiene culpabilidad el proletariado a escala mundial, porque aún sigue aferrado y resignado a la defensa de las fronteras de naciones, a la defensa a ultranza del más chabacano nacionalismo que actualmente obstaculiza el desarrollo y el éxito del carácter de la revolución proletaria permanente. Es culpable, en fin y en elevadísimo grado, la falta de dirección revolucionaria mundial que elabore y haga ejecutar políticas de lucha de clases que pongan fin al dominio del capitalismo y abran las puertas de la construcción del socialismo. Es culpable el propio pueblo de Nigeria que se deja dividir por concepciones religiosas y no es capaz de unificarse por una concepción política o histórica del mundo que los libere para siempre de toda expresión de esclavitud social. Los únicos y únicas inocentes son los niños y las niñas que no tienen responsabilidad en ser hijos e hijas de religiosos cristianos o de religiosos musulmanes y pagan con sus vidas prematuramente un realidad que ellos y ellas no han podido, por diversas razones, decidir por si mismos y mismas.

Los genocidios que se están cometiendo en Nigeria, en nombre de Dios, son tan detestables y condenables como esas que cometen los imperialistas, en nombre de la democracia y contra el terrorismo, lanzando bombas de destrucción masiva a diestra y siniestra asesinando a miles de personas que claman por el respeto al derecho a la autodeterminación de sus países.

¡Malditos sean para siempre los que alegando cualquier ideología cometan crímenes, genocidios o masacres de alguna naturaleza buscando el predominio de sus ideales! ¡Malditos para siempre los que usando el nombre de sus dioses, profetas o líderes cometan crímenes, masacres o genocidios tratando de imponerles a los demás su concepción de mundo!



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Freddy Yépez


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