Sobre los anuncios de Iran en torno a la destrucción de Israel

Recién, el líder Alí Jamenel de Irán, repitió, una vez más, que las naciones de Oriente Medio “asistirán un día a la destrucción de Israel”. El argumento, quizá, más pesado que utilizan los ideólogos del Estado iraní, como también de algunos gobiernos árabes, es que el sionismo representa un gran peligro para el mundo musulmán.

Con el debido respeto que merece el islamismo, como religión, y el pueblo iraní lo dicho por el líder Alí Jamenel es una verdad a medias, que aplicada a la realidad del mundo nos resulta tan peligrosa como el sionismo, porque detrás de ella se queda archivada, solapada y resguardada la verdad verdadera que sí refleja el gran peligro del mundo actual, no sólo para los musulmanes sino para la aplastante mayoría de los pobladores del planeta independiente de sus creencias religiosas o ideológicas y que no es otro que: el régimen capitalista en su fase más salvaje y atroz, debido a que éste ya no puede, de ninguna manera, representar la solución a los gravísimos males que padece la humanidad casi entera.

Lo primero que debe tenerse como fundamento para la destrucción de una nación o de una tendencia política (entiéndase que sionismo es una concepción política del mundo con un fundamento fracturado de religión), no en el sentido militar sino económico-social, es la posesión de una concepción doctrinaria y de clase del mundo que no se base en el individualismo ni el egoísmo (como la burguesía) sino en el colectivismo y la solidaridad (como el proletariado); que no se fundamente en una ideología religiosa (como el judaísmo o el islamismo) sino en el marxismo (como el comunismo). Eso quiere decir, que la emancipación del judaísmo, por ejemplo, no debe sustentarse en un elemento puramente religioso como tampoco la emancipación de los musulmanes en el islamismo ni de los cristianos en el cristianismo.

Es imprescindible entender que la contradicción esencial de este mundo, la que caracteriza la esencialidad de la lucha política, no tiene un fundamento religioso sino de clases que poseen intereses económico-sociales diametralmente opuestos y antagónicos: la burguesía y el proletariado. La primera, explota y oprime al ser humano para sostener su riqueza y su privilegio; la segunda, está obligada a emanciparse a sí misma y a emancipar a todo el resto de explotados y oprimidos por el capital. Eso, no es obra de religión, sino de clase con ideología de clase, con política de clase, con doctrina de clase, independiente que muchísimos de sus miembros tengan o no creencia religiosa. Que el elemento religioso, como otros, juegue un papel importante en la conciencia y en el estímulo para activar la lucha política, no se discute, pero son los factores económicos los que, primero o en última instancia, deciden en la activación del motor de la historia hasta el momento actual: la lucha de clases. No neguemos que el privilegio de la fe sea un derecho humano general, como el derecho humano de la propiedad privada, según Marx, “… es, por tanto, el derecho a disfrutar de su patrimonio y a disponer de él arbitrariamente (á son gré) sin atender a los demás hombres, independiente de la sociedad, el derecho del interés personal. Aquella libertad individual y esta aplicación suya constituyen el fundamento de la sociedad burguesa”. No nos olvidemos que existen islámicos, cristianos, judíos y miembros de otras religiones que forman parte de la burguesía y, en consecuencia, explotan y oprimen a islámicos, cristianos, judíos y miembros de otras religiones que venden su fuerza de trabajo para producirle riqueza y, especialmente, plusvalía a los explotadores, a los amos del capital. Eso, no se ve dentro del proletariado por mil razones que no vienen al caso mencionar en este artículo.

En el Oriente Medio, por ejemplo, los Estados –en general- y los gobiernos –en particular- se caracterizan por la defensa de intereses económicos capitalistas, de la propiedad privada sobre los medios de producción, que explotan la mano de obra del esclavo asalariado y no plantean, de verdad verdad, la emancipación social de sus pueblos en el sentido de acabar con toda expresión de esclavitud material y espiritual de sus sociedades. ¿Se puede hallar un Estado o gobierno más reaccionario y más capitalista e individualista, invocando al Dios Alá y la religión islámica para sus fines, que el de Arabia Saudita? ¿Acaso los gobiernos, por ejemplo, de Egipto, Siria, Jordania y otros islámicos, luchan o se proponen el socialismo como fórmula definitiva para terminar con el régimen capitalista y hasta monárquico que obstaculiza la verdadera redención del ser social?

Marx desarrolló un concepto fuerte sobre el judaísmo, lo cual hace entender a éste como extremadamente arraigado a lo económico. Por eso dice:

No busquemos el misterio del judío en su religión, sino busquemos el misterio de la religión en el judío real.

¿Cuál es el fundamento secular del judaísmo? La necesidad práctica, el interés egoísta.
¿Cuál es el culto secular practicado por el judío? La usura . ¿Cuál su dios secular? El dinero.

Pues bien, la emancipación de la usura y del dinero , es decir, del judaísmo práctico, real, sería la autoemancipación de nuestra época.”

Marx, agrega lo siguiente: “Una organización de la sociedad que acabase con las premisas de la usura y, por tanto, con la posibilidad de ésta, haría imposible el judío. Su conciencia religiosa se despejaría como un vapor turbio que flotara en la atmósfera real de la sociedad. Y, de otra parte, cuando el judío reconoce como nula esta su esencia práctica y labora por su anulación, labora, al amparo de su desarrollo anterior, por la emancipación humana pura y simple y se manifiesta en contra de la expresión práctica suprema de la autoenajenación humana.”
Más adelante, el mismo Marx, nos sigue diciendo: “El dinero es el celoso Dios de Israel, ante el que no puede legítimamente prevalecer ningún otro Dios. El dinero humilla a todos los dioses del hombre y los convierte en una mercancía. El dinero es el valor general de todas las cosas, constituido en sí mismo. Ha despojado, por tanto, de su valor peculiar al mundo entero, tanto al mundo de los hombres como a la naturaleza. El dinero es la esencia del trabajo y de la existencia del hombre, enajenada de éste , y esta esencia extraña lo domina y es adorada por él . El Dios de los judíos se ha secularizado, se ha convertido en Dios universal. La letra de cambio es el Dios real del judío. Su Dios es solamente la letra de cambio ilusoria.”. De allí que llegue a la siguiente conclusión: “La concepción que se tiene de la naturaleza bajo el imperio de la propiedad y el dinero es el desprecio real, la degradación práctica de la naturaleza, que en la religión judía existe, ciertamente, pero sólo en la imaginación”.

El sionismo, al igual que el nazismo, llega a su apogeo máximo con la fase imperialista del capitalismo. Todo lo que de allí en adelante ofrece al mundo no puede ser más que atrocidades, como lo evidencia, entre otras cosas o actos, los viles genocidios que comete en la región árabe y, concretamente, en Palestina. Además, cuenta con el aval, el subsidio, el apoyo incondicional del país o Estado imperialista más poderoso del mundo: Estados Unidos. El sionismo israelita es el gran gendarme del imperialismo capitalista en el Medio Oriente. Pero de allí a decir que vendrá un día en que Israel será destruido ante los ojos de las naciones del Medio Oriente quedando éste intacto con sus fronteras nacionales, hay una distancia fantasiosa imposible de recorrer y hacer realidad.

En este momento de la historia del mundo, por ejemplo, si se presentase un conflicto bélico entre Irán e Israel o entre éste y los países árabes unidos, no existe una posibilidad real de que destruyan a Israel y, más bien, podrían resultar Irán o los países árabes aplastados por el poderío bélico del Estado sionista. Un elemento lo indica. ¿Cuál?  Estados Unidos, a través de sus fuerzas militares enquistadas en la región, intervendría de inmediato en apoyo a Israel, mientras que ninguna nación imperialista o considerada potencia (caso de China o de Rusia) participaría activamente en apoyo a Irán o los países árabes. Algunos de los Estados árabes, por el contrario, actuarían facilitando sus territorios, materias primas o logística a favor de Estados Unidos. ¿Acaso algunos gobiernos árabes no han participado, militarmente, en el exterminio de palestinos? ¿Acaso el gobierno de Arabia Saudita no actuó en solidaridad con los invasores de Irak?

¿A qué se debe esa hipótesis más cerca de la realidad que de la suposición?

La aplastante mayoría de los gobiernos del mundo árabe son burgueses, son oligárquicos y algunos monárquicos, se sujetan a los principios básicos del capitalismo, están contra el socialismo aunque se manifiesten contra el sionismo y lancen alaridos antiimperialistas. Esta es una verdad, no una mentira. ¿Acaso aspira Irán o los países árabes que Inglaterra, Francia, Alemania, Rusia y China se solidaricen con la causa de destrucción de Israel en este momento de la historia de la globalización capitalista salvaje? Creo, que no deben aspirarlo.

La conclusión correcta, desde el punto de vista de la política marxista, sería la siguiente: la destrucción de las fronteras de Israel, para su desaparición geográfica como nación, sería el producto de la revolución proletaria mundial, la construcción del socialismo en todo el planeta, lo cual implicaría la desaparición de las clases sociales, la extinción de todos los Estados y sus aditamentos, la desaparición de todos los fetiches capitalistas o de clases y la construcción de una nueva cultura y un nuevo arte de carácter universales. Y eso es obra del proletariado mundial sin fronteras y uníos por el mismo sueño de redención social.

Si algún pensamiento es excelso y revolucionario en este tiempo de capitalismo salvaje no es otro que los obreros musulmanes llamen a sus hermanos los obreros judíos, los obreros cristianos, los obreros comunistas, es decir, a todos los proletarios del mundo para que se unan sin fronteras y cada quien en su país luche por la derrota completa y definitiva del capitalismo y construyan el socialismo como la única forma posible de alcanzar su verdadera emancipación social.

El gobierno iraní, declarado fervientemente antiimperialista, ha dicho que quiere construir una nueva sociedad que no es capitalista pero nada nos dice si será o no socialista, por lo cual no existe una definición clara de qué régimen económico-social abraza para sustituir la sociedad capitalista en la que viven y se desenvuelven. Sin embargo, y esto es un elemento digno de estudiar, juzgan y ahorcan opositores argumentando que son enemigos de Dios. Los comunistas que se sepa, no tienen ninguna razón para creer en Dios, sea cual sea éste, aunque tengan el mayor respeto por las creencias religiosas. En fin: los socialistas o comunistas non tienen cabida en la nueva sociedad que quiere construir el gobierno actual de Irán.




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Freddy Yépez


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