Uribe el ilegítimo



Uribe “el ilegítimo”

 

 

Para terminar, argumentan que Uribe ha logrado dominar a la guerrilla. Habría que preguntarse por qué, en la reunión de Unasur en Bariloche, dijo Uribe que la presencia de los gringos en las bases militares era indispensable porque actualmente las FARC representan “la más grande amenaza del hemisferio”. Pero, si ya acorraló a las FARC, ¿para qué se requiere a los gringos ollando nuestro suelo patrio?

 
 

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Sobre mi nota titulada Uribe “el ilegítimo” – que anexo nuevamente para los nuevos lectores -  recibí una avalancha de comentarios favorables, menos tres, que me replican defendiendo al presidente colombiano. Pienso que vale la pena comentar sus argumentos, ya que se construyen a partir de lógicas muy peculiares.

 

El argumento fundamental es que las encuestas le dan el 80 % de aprobación a Uribe. Vale entonces la pena aclarar qué significan los porcentajes de favorabilidad en “la opinión pública”. ¿Son acaso la señal de que las cosas van bien, de que es el mejor? ¡No! De ninguna manera. Ese porcentaje muestra tan solo hasta qué punto ha calado en la opinión pública la propaganda y el criterio de los medios de comunicación.

 

Nos basta pensar en los primeros años de nuestra era, cuando el pueblo debió escoger entre la vida de Jesús y Barrabás. Sabemos que la mayoría aplastante pidió la vida de Barrabás y la muerte de Jesús. ¿Era mejor Barrabás que Jesús? ¡Jamás! Pero los romanos habían hecho bien su oficio de denigrar a Cristo, señalándolo como loco y de ser un peligro para la sociedad establecida. Un “terrorista”, que decimos hoy.

 

No menos apabullante fue en su época el delirio colectivo por Hitler y por Stalin, mientras que Simón Bolívar salió despreciado y abucheado por los bogotanos cuando viajó rumbo a Santa Marta, donde murió. En cambio, ese sibilino, atracador del erario público, de visión mezquina, de proceder vergonzoso, ese mediocre y tramposo Francisco de Paula Santander fue recibido con entusiasmo ilimitado cuando regresó a Colombia después de que se le conmutara la pena de muerte por el exilio dorado en Europa, a donde llevó un séquito de servidores, incluyendo a su cocinero y a un pequeño esclavo negro…, exilio a que fue condenado por habérsele comprobado su participación en el complot para asesinar a nuestro Libertador Simón Bolívar. ¿Alguien duda de la superioridad de Bolívar sobre el infame Santander? ¡No! Pero la opinión pública del momento favoreció a este último y hoy en día aceptamos tranquilamente que una de las plazas principales de Bogotá lleve el nombre del pérfido conspirador, que pretendió asesinar a la más grande figura de nuestra historia y se erige en el lugar (¡oh inconciencia colectiva!) una estatua a quien saqueó los dineros del empréstito a Inglaterra, arruinando el tesoro nacional y tejiendo una enmarañada tela de decretos y leyes para enredar en esa telaraña leguleya los sueños visionarios del Libertador.

 

Y ya en el siglo XX, yendo a mis memorias infantiles, recuerdo a mi padre cuando en la madrugada del 6 de mayo de 1946 entró a nuestra casa - con el vigor que lo caracterizaba - a animar a los muchos presentes que se habían reunido en nuestra sala para escuchar los resultados electorales que, finalmente, le dieron el triunfo a quien, como presidente, desató la ola de sangre y muerte que hasta hoy padecemos, el presidente Mariano Ospina Pérez, mientras que mi padre – al que hoy se le reconoce como una de las más grandes figuras de nuestra historia y el más importante líder popular y penalista que haya tenido Colombia – obtuvo la votación menos cuantiosa entre todos los candidatos. ¿Era mejor Ospina que Gaitán? Nadie en el territorio patrio, ni los más recalcitrantes conservadores, se atreverían a afirmarlo. ¿Entonces, qué significan las encuestas? En ningún caso demuestran que los altos porcentajes señalan al mejor, sencillamente indican que los medios de comunicación han favorecido su nombre. En veces – pero rarísimas veces y por haber llegado lo aberrante a límites extremos - la gente se rebela. ¡Pero qué raro es que eso ocurra!

 

También argumentan los “furibistas” que Uribe es muy inteligente y muy corajudo. Pablo Escobar era muy inteligente y corajudo, Fujimori lo es. ¿Entonces?

 

Para terminar, argumentan que Uribe ha logrado dominar a la guerrilla. Habría que preguntarse por qué, en la reunión de Unasur en Bariloche, dijo Uribe que la presencia de los gringos en las bases militares era indispensable porque actualmente las FARC representan “la más grande amenaza del hemisferio”. Pero, si ya acorraló a las FARC, ¿para qué se requiere a los gringos ollando nuestro suelo patrio?

 

Bogotá, septiembre 20 de 2009


Uribe “el ilegítimo”

Por Gloria Gaitán 
 

Hoy definí mi voto para el próximo día 27, cuando se hará en Colombia una consulta  para escoger – mediante el voto popular – el nombre de los candidatos que se han postulado, ellos mismos y dentro de sus propios partidos, como aspirantes al cargo de presidentes de la República. 

No votaré por Gustavo Petro, como lo tenía pensado, porque viene ahora a decirnos que “Uribe es el legítimo presidente de Colombia” y todo para acomodarse a las encuestas que muestran el rechazo del pueblo colombiano por Chávez - porque le censuran - como ayer sus directos antepasados censuraban y odiaban mayoritariamente a Bolívar, mientras preferían al ladino de Santander, porque en la mira del Libertador estaba la grandeza de un gran continente unido y fuerte – que requería enfrentar por las armas al adversario - y porque, hoy por hoy, Chávez se atreve a señalar certeramente que las políticas internas de Colombia afectan al continente latinoamericano y al proyecto nunca enterrado de una añorada unidad. 

El diccionario de la Real Academia Española define el término legítimo como un adjetivo que significa “justo, permitido, según justicia y razón” y también “cierto, genuino y verdadero en cualquier línea”. 

Nada de eso es Uribe. Es cierto que fue elegido mediante elecciones, en esta pantomima pseudo democrática a que estamos sometidos – esa “democracia imaginaria” -, donde en Colombia gana el que más compra conciencias o el que utiliza las armas para amedrentar a quienes no se pliegan a sus designios electorales. ¿Acaso Petro no ha escuchado las declaraciones de los grandes capos del paramilitarismo que han confesado que obligaban a la gente, con armas de fuego y motosierras en mano, a que votaran por su candidato, Älvaro Uribe Vélez? ¿Acaso más de medio Congreso de la República no está actualmente enjuiciado porque fueron elegidos gracias a los pactos siniestros que hicieron para obtener el apoyo político de los paramilitares con el que, a su vez, apoyaron a Uribe y lo hicieron presidente? ¿Acaso la reelección de Uribe no está viciada de todas las artimañas, trampas y violaciones de la Ley, que jamás nunca Colombia antes vivió? 

¡Y ahora nos viene Gustavo Petro a decir que Uribe es el legítimo presidente de Colombia! Recalcando el término para que confiemos en él nuestra política internacional. ¡Ni más faltaba! Todavía nos queda algo de dignidad y lucidez. 

Mariano Ospina Pérez también llegó a la presidencia de Colombia mediante votaciones, lo que no impidió que creara – gracias al apoyo técnico de Scotland Yard – a los paramilitares que el pueblo terminó apodando como “chulavitas”. El gobierno de Ospina fue entonces ilegítimo porque abrió las venas de violencia que aún desangran a Colombia. También llegó a la presidencia Misael Pastrana Borrero, sin que nadie desconozca que lo logró gracias al fraude electoral. Otorgarle legitimidad a esos gobiernos, incluyendo el espúreo de Uribe, y que lo haga alguien que pretende representar a las fuerzas de izquierda en Colombia, es un atrevimiento y una afrenta que se le hace a quienes luchan, día a día, jugándose la vida, por denunciar la ilegitimidad y arbitrariedad de este régimen. 

Ya no es la oligarquía criolla santafereña la que manipula la opinión de este país, como en los tiempos de Bolívar y del - a mala hora - vicepresidente Santander. Ahora es el narcoparamilitarismo el que ha llevado a uno de los suyos al llamado “solio de Bolívar”. Pero, en el fondo, nada ha cambiado, porque tienen la misma mirada recortada y provinciana que les impide reconocer la importancia de un proyecto continental. No tienen la dimensión histórica, moral o intelectual para hacerle frente a una propuesta de gran envergadura. Para ellos sólo es posible manejar los espacios donde puedan tocar y ver las alambradas que dividen, separan y debilitan.  

La tesis de otorgarle “el favor” a Uribe de diseñar nuestra política internacional es, esa sí, una posición ilegítima, que avergüenza a la izquierda. El resultado se verá en las urnas el próximo 27 de septiembre cuando su caudal electoral se desvanezca porque ha herido a la izquierda que combate contra Uribe, mientras que la derecha y el centro pacato jamás aplaudirán sus cantos de sirena, porque ellos creen más en la opinión del Procurador – elemento del Opus Dei elegido con el voto de Petro a cambio de dádivas promeseras – quien se atreve a afirmar que no encuentra pruebas suficientes en las películas que aportó la Fiscalía, que demuestran cómo salieron a salvo trece personas que luego fueron torturadas y asesinadas por los militares a órdenes del General Plazas Vega, militar hoy enjuiciado y señalado culpable por la Fiscalía. Para este Procurador fue, ¡oh herejía!, un asalto del M-19 - en el que militaba Petro - aliado con el narcotráfico… Vivir para ver. 

No queremos más émulos de Santander quien, después de haber fusilado cobardemente a los prisioneros españoles a los que Bolívar quería canjear por los combatientes por la Independencia, apeló a una supuesta legitimidad leguleya, acomodaticia y tinterilla, para derrotar los grandes horizontes de Bolívar que hoy nos hacen tanta falta. 

Bogotá, septiembre 18 de 2009 



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Gloria Gaitán


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