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No reconocer ni enterrar a sus propios militares muertos, constituye una acto vil de cualquier gobierno, desconocer la dignidad del difunto y golpear los sentimientos intimos de sus familiares.
Hay líderes, cuya calificación como tales hay que colocarlas en comillas, porque el nivel que tienen de sensibilidad es tan bajo y sienten tal menosprecio por la vida, que sus pueblos, ni por error, los deberían llevar a dirigir sus destinos.
En el caso que comentaré, me refiero específicamente al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky , que ha llevado a su país a una guerra, donde se evidencia a todas luces, que es una marioneta, de otros intereses, alejados de los que tiene el pueblo ucraniano, aislar a Rusia que junto a ella, años atrás, formaban parte de la llamada Unión de Repúblicas Soviéticas (URSS).
Pero ya fuera de ese contexto, la OTAN, Estados Unidos que la controla y algunos países europeos en su afán dominar el mundo, se han propuesto aislar a Rusia y Ucrania (con el consentimiento de Zelensky), vecino fronterizo, les brinda la oportunidad para ese juego, donde la mayor parte de las perdidas tanto humanas como materiales, la tendrá Ucrania, como lo estamos observando.
Ucrania ha enviado a miles de jóvenes al sacrificio, por una causa que ellos mismos no entienden, lo que significa una gran tragedia y un impacto profundo en su sociedad, porque esos jóvenes hoy pudieran haber estado cumpliendo diversos roles en su seno, como profesionales, al servicio de la ciencia, padres y los diversos roles que un ciudadano puede tener en la vida social.
Por las informaciones internacionales de varios portales hemos podido apreciar que el gobierno de Zelensky ha tenido que acudir a la represión, a las redadas, a la búsqueda forzada de nuevas tropas, debido a las grandes pérdidas que han tenido, porque los jóvenes se niegan a presentarse voluntariamente.
Y a esos jóvenes hay que entenderlos, porque es una guerra que no tiene sentido para ellos. Familias enteras lloran a sus hijos desaparecidos en batalla y ven alarmados como crece día a día el números de personas discapacitadas por la guerra, que son medianamente atendidos porque tampoco tienen una capacidad medica para afrontan tal avalancha de gente inválidas y heridas.
Aquí no podemos hablar de miles, sino, de millones de familias ucranianas, divididas, los niños por un lado, los padres por otros, los esposos separados, las madres y padres rogando por la vida de sus hijos, un drama que se profundiza en el seno de toda la sociedad porque la mayoría nos siente que esa guerra forma parte intrínseca de sus sentimientos.
Y no forma parte de su sentir, porque allí durante años convivieron rusos y ucranianos, se fusionaron familias enteras, porque ellos formaron parte de la URSS, hasta 1991, cuando finalmente desapareció esa unión de repúblicas.
Pero el drama aumenta cada vez más, cuando observan que no podrá ni siquiera despedir dignamente a los que se han sacrificado o han sacrificado por haber sido forzadas a la guerra, porque, el gobierno de Zelensky, se ha negado a repatriar a sus propios muertos.
Es decir que estas miles de familias de Ucrania que están viviendo la trágica experiencia de que alguno de sus hijos o familiares murieron en la guerra, no tendrán la oportunidad. en el marco del dolor que sienten, de enterrarlos y brindarles las honras fúnebres que se merecen.
Es allí precisamente donde está el perfil desnaturalizado de su presidente Volodymyr Zelensky. Lleva a su pueblo a una guerra, para beneficiar los intereses de otras potencias, y menosprecia la vida de los miles de jóvenes que ha forzado a esta aventura, poniéndole un epitafio trágico, a su ambición, con la negativa a darle por lo menos una sepultura honorable a los que llamó a luchar hasta el final.