Gaza ha pasado de ser la mayor cárcel a cielo abierto del mundo a una fosa común para los palestinos y para aquellos que les ayudan.
Un bombardeo israelí ha matado a la conocida fotoperiodista y escritora Fátima Hassouna, y a varios miembros de su familia. La casa de Hassouna se encontraba en el barrio de Al Tuffah, al este de la ciudad de Gaza. En total han muerto 10 personas.
La política genocida del gobierno israelita presidido por Benjamín Netanyahu ha retrotraído a la humanidad a los tiempos de Auschwitz. Desde el comienzo de la masacre han muerto más de 200 periodistas en Gaza, muchos en ataques directos, donde el total de muertos por los ataques israelíes superan los 51.000, aunque las autoridades sanitarias temen que la cifra real sea muy superior, por los cadáveres que siguen bajo los escombros.
Fátima Hassouna tenía 25 años y usaba su cámara para contar lo que muchos no quieren ver: la vida en Gaza bajo los bombardeos de Israel. Participó en un documental seleccionado en Cannes "Pon tu alma en la mano y camina" y registró no solo la destrucción, sino también la esperanza entre las ruinas.
"Si muero, quiero una muerte resonante, no quiero estar en las noticias urgentes, ni en un número con un grupo", escribió Hassouna en una publicación en agosto de 2024. "Quiero una muerte que el mundo escuche, un efecto que perdure a lo largo de los siglos e imágenes inmortales que ni el tiempo ni el espacio entierren", añadió la fotoperiodista.
En homenaje reproducimos el poema que le ha dedicado el abogado Jaume Asens:
No portaba fusil, sino cámara.
No disparaba balas, sino luz.
Desde Gaza,
entre el polvo y la sangre,
ella recogía lo que otros evitaban mirar:
la infancia mutilada,
la mirada bajo las bombas,
la dignidad entre ruinas.
Con tan solo 25 años,
tejía poemas en imágenes y versos.
Estaba comprometida con la verdad.
Esa verdad cruda,
esa que escuece y el mundo evita.
Y por eso, un misil la buscó.
No solo a ella, también a sus padres, sus hermanos, su sangre.
Todos silenciados en un solo instante.
Pero Fátima dejó algo más fuerte que el miedo.
Un poema, como un disparo inverso al olvido:
"Quiero una muerte estruendosa.
No quiero ser solo un número.
Quiero un legado que perdure,
una historia que el tiempo no pueda enterrar."
Y aquí estamos,
cumpliendo su voluntad en medio del estruendo de su muerte.