Odio la resiliencia

Odio la resiliencia es el título del último libro del filósofo italiano Diego Fusaro (Editorial El viejo topo. Barcelona 2024) No es la primera vez que vocablos pertenecientes a una disciplina de estudios sean adoptados inadecuadamente por otra.

La historia mal llamada universal se apropio del vocablo "raza" propio de la zoología para denominar a las etnias humanas y convencernos de celebrar el "Día de la raza". En Argentina, como en muchos otros países, el presidente Milei habla sobre la necesidad de "sincerar" la economía, en mi barrio la sinceridad es aun una virtud de los seres humanos.

El término resiliencia si bien proviene del latín llego a nosotros a través del inglés, pasando de ser un vocablo propio de la psicología y la literatura de autoayuda a emplearse en el campo de la política.

La palabrita en cuestión es de uso corriente en los discursos políticos desde que en 2013 Barak Obama lo lanzará en el Foro de Davos, a partir de lo cual los principales líderes políticos de Occidente lo emplean en sus discursos demagógicos.

Pero, ¿Dónde está la trampa? En la habilidad retórica de las clases dominantes que nos hacen creer que resiliencia es igual a resistencia.

Aquí haremos un breve paréntesis, pues mucha culpa tiene también la denominada literatura de autoayuda. Hemos apuntado en reiteradas oportunidades nuestro rechazo hacia los falsos espejismos (valga la redundancia) creados y promovidos por dicha corriente de alienación, dejando en quienes la financian importantes beneficios crematísticos.

El libro "Piense y hágase rico" del estadounidense Napoleón Hill solamente convirtió en millonario a su autor quien vendió millones de copias de su bestseller.

Otro caso emblemático es el del pastor evangélico bautista devenido en escritor Bernardo Stamateas, quien acuñó el término "Gente tóxica" el cual originalmente era una pieza de oratoria exhibida desde el púlpito. Luego se convirtió en su primer libro y rompió record de ventas con mas de 500.000 ejemplares vendidos alrededor del mundo, a lo cual siguió la saga bajo los titulos "Mujer toxica", "Emociones tóxicas, "Pasiones tóxicas", "Empleos toxicos", "Noviazgos tóxicos", entre otros.

Sus publicaciones, con escaso o nulo rigor científico, traducidas en varios idiomas le generaron tantos dividendos económicos que abandonó el púlpito con todo y su nada despreciable cuota de ofrendas y diezmos!

En lo particular, conocemos a varios amigos, amigas y familiares que siguiendo las recetas de autoayuda repiten religiosamente en sus cerebros todos los días los "mantras poderosos" que rezan "El poder está en mi", "Soy único en el universo", "Declaro riqueza y bienestar para mi vida", nos resulta lamentable ver cuan rápidamente cruzan la delgada línea que los separa de asumir la autoafirmación más egoísta que conocemos: "Primero yo, segundo yo, tercero yo..."

Siguiendo con nuestra sinopsis del texto de Fusaro, en "Odio la resiliencia" el autor critica la forma en que la sociedad actual ha tergiversado el concepto de resiliencia. Argumenta que se ha convertido en una herramienta para justificar la precariedad y la explotación, ocultando problemas sistémicos bajo la idea de que uno debe adaptarse y resistir. Fusaro insta a cuestionar esta perspectiva y a buscar soluciones colectivas para los problemas sociales.

No existe mayor satisfacción para el opresor que saber que los oprimidos aceptan con resignación su condición y han desechado cualquier ímpetu revolucionario que reaccione contra el status quo.



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Ismael Noé


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