Efecto Trump: El mejor momento para América Latina y El Caribe (I). El personaje

El efecto Trump está diluido en la literatura que circula en las redes sociales y tiene al menos cuatro elementos en desarrollo:

Personaje central: irreverente, autoritario, soberbio, déspota y demás calificativos que le han asignado.

Discurso: tomar de otros sus capacidades materiales, estratégicas y territoriales para subsanar las deficiencias del "modelo de capitalismo fracasado" y convertirlo según el personaje en una "América" poderosa.

Método: Apropiación, invasión, neocolonialismo, control territorial, sistemas sancionatorios y otros.

Resultado: Aumentar la dependencia de los países del mundo con el hegemón repotenciado sin considerar los efectos sobre la paz, la calidad de vida en el planeta y el incremento de la pobreza mundial.

Tratemos sucintamente el personaje: El recién recibido como presidente de los EEUU, no me genera algún tipo de emoción grata, y los seres que no llenan este requisito los asumo con cautela y cierto grado de aburrimiento. Por lo general, me desagradan los soberbios y los déspotas. Sin embargo, es inmerecido que alguien que ha hablado tanto de salvar a su patria, de hacer grande a los EEUU, haya recibido de escritores y artistas connotados, residentes en EEUU o en sus países aliados, los peores calificativos e improperios; le restan méritos a alguien que acaba de asumir el control nuclear del país más poderoso del mundo en ese tipo de armamento, secundado por un ejército igualmente poderoso que está diseminado en el mundo entero, con o sin permiso, oliendo los aires de lo que pasa en este mundo competitivo por el poder económico, financiero, tecnológico y militar. Están en todos los continentes, con poder de fuego para disuadir y algo más.

En cierta forma se gobierna un pais sobre una plataforma mediática que quiere imponer el miedo y con una aparente prisa, como si el tiempo estorbara para cambiar un modelo ajustado de capitalismo a su propio país, y condicionar a los que son parte del entorno. En esa personalidad inquisidora, soberbia y déspota no pide permiso, ni disculpas, ni aclara sus torpes dictámenes. Nadie en su pais osa frenarle, están esperando que se enrede en su propia lengua y genere una crisis que pueda hacerlo perder los estribos, lo que daría lugar a algún juicio político. Sus allegados circunstanciales saben de su capacidad de no tener amigos, carente de lealtad y de cautela.

En estas primeras consideraciones se estima que es absolutamente falso que goza de popularidad y aprecio en América Latina. Lo que sucede es que existen personalidades, jefes de Estado, equivalentes en conductas, que en forma instantánea tratan de imitarlo e inclusive de adelantar jugadas con las cuales el presidente Trump estaría de acuerdo. Sin embargo, las tempranas arremetidas contra los gobiernos y los países de América Latina dejan en claro que lo ya dicho le importa un carrizo, que EEUU no los necesita, en tanto que al revés, América Latina y el Caribe necesitan de EEUU. Con esas palabras mató en forma simple los conceptos de amistad, cooperación, complementariedad, solidaridad, reciprocidad, y demás avances de la geopolítica, por muchos años.

Otras de las declaraciones y acciones, según sus competencias y más allá de estas, se orientan a vaciar de inmigrantes ilegales los territorios de EEUU. El proyecto pareciera que ronda deportar casi 20 millones de inmigrantes de un número amplio de países del mundo; pero donde nos duele, los ojos están puestos principalmente en unos 10 países de América Latina y del Caribe. Y especialmente, desea reversar la estrategia de fomentar la emigración venezolana trazada por anteriores gobiernos de EEUU, con el fin de disponer motivos para acusar en organismos internacionales a Venezuela y su gobierno de violaciones a los derechos humanos. Les salió el tiro por la culata. Los venezolanos que ya conocíamos las delicias del efecto Miami, descubrimos que otras regiones o estados brindaban la posibilidad de ocuparse y generar ingresos muy superiores a los que devengamos en Venezuela y una oleada de inmigrantes, atraídos por mejores ingresos y facilidades para permanecer, se volcaron como rio crecido hacia los EEUU. Ahora, los venezolanos nos hemos ganado la mala fama de ser (El déspota generaliza) una diáspora de criminales.

Posiblemente, el segundo punto neurálgico ha sido la contundente amenaza a Panamá para que "devuelvan el canal" que por razones estratégicas debe estar en las manos de EEUU. La solidaridad Latinoamericana con Panamá fue inmediata, pero su gobierno cobarde, no entendió que su soberanía, en el papel, es inviolable. Asi de simple.

En el terreno de las estrategias del personaje, para crear un Efecto Trump, mueve sus discursos soberbios hacia varios países del mundo, una jugada para que sus vecinos más próximos entendamos que está dispuesto a todo ¿y que es todo? Ha amenazado a China, y en el sentido práctico de la política, los chinos le han ignorado porque disponen de posibilidades de responder recíprocamente. Quiere anexarse Groenlandia, y Dinamarca fue tajante al responder que no están en venta, ni estarán en venta. La Unión Europea está haciendo los cuadres para ripostar ante cualquier exigencia adicional que presione sobre sus presupuestos de gasto militar, porque Europa está en una quiebra energética, y quieren libertad para salir de la trampa a la que los condujeron, al desconsiderar los beneficios que representaban las buenas relaciones con Rusia. La Unión Europea se va a cohesionar contra cualquiera exigencia soberbia de Trump. Y lo peor, el mundo se va a cohesionar contra la pretensión de anexarse la Faja de Gaza, el despojo de los palestinos después del más cruel espectáculo inhumano donde mujeres y niños indefensos, fueron selectivamente masacrados, representando el 50 % de las víctimas de los bombardeos y metrallas. El personaje no le importa si esa anexión convierte inmediatamente a los EEUU como socio de la masacre.

De manera que se exige una estrategia Latinoamericana y del Caribe ante cualquier desafuero o acción despótica, podría pensarse en refundar la UNASUR o crear otro mecanismo de cooperación frente a las agallas hambrientas del EFECTO TRUMP.

En mi caso, siento un alivio cuando pienso y escribo que el éxito de los EEUU no debe hacerse a expensas de otros países del mundo, y menos de sus vecinos.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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