Siempre que leo o escucho a Susana Khalil, la politóloga e investigadora, fundadora de la asociación Canaán y columnista de Almayadeen; me convence su contundente rigurosidad y fuerza para derrumbar los muros levantados por el sionismo en Occidente y el Medio Oriente.
Su afirmación de que los judíos no son un pueblo -como no lo son los cristianos, ni los musulmanes-, es absolutamente incontrovertible. La realidad de la trilogía religiosa judeo-cristiana-musulmana es ser una herencia dejada por los pueblos semitas que construyeron sus ciudades en el Levante mediterráneo hace cinco mil años. Pero con una importante diferencia en el caso judío, sus practicantes, a lo largo de más de cincuenta generaciones, han sido europeos que mantuvieron una, tan extraña como rigurosa, oposición religiosa a integrarse con sus connacionales. De hecho los ghettos fueron creación judía. ¡Mil doscientos años estableciendo comunidades segregadas que negaban como patria la tierra donde habían nacido por generaciones!
Eso no es fe, es el muy serio extravío de una ideología mesiánica, apoyada en el poder económico y político que lograron acumular en el occidente cristiano. Los ingleses -dueños para entonces del Medio Oriente- les vendieron una tierra ocupada por otros pueblos. Y la ONU, siempre bajo control total de ese occidente, aprobó la venta. Tal cosa, estaba prevista ¡na’guará! en el Éxodo 33:1-3. Allí su dios, que es sionista, le dijo a Moisés: Anda, sube de aquí, tú y el pueblo que sacaste de la tierra de Egipto, a la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré y yo enviaré delante de ti el ángel, y echaré fuera al cananeo y al amorreo, al heteo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo... Más claro no canta un gallo, ¡los semitas pa´fuera! Luego científicos e intelectuales le dieron el visto bueno: el folleto informativo del museo Eretz Israel de Tel Aviv dice: Las excavaciones llevadas a cabo a lo largo y ancho de Israel por los investigadores han desvelado una verdad inobjetable: Dios ha elegido al pueblo judío para gobernar sobre Tierra Santa... Por lo tanto, este museo, que atesora la herencia divina de los antepasados, servirá para mantener eternamente el fervor nacionalista y el amor patrio de las futuras generaciones...
El desprecio común por la humanidad que llevan los judíos en su ideología -es el morbo de "Occidente"- les ha permitido desplegar, al igual que el nazismo lo hizo sobre Europa, una insólita y cruel agresión contra todos los pueblos asentados en esa región. Ese desprecio los ha llevado a colocarle, al sustantivo "inteligencia", el adjetivo "artificial". Y para no dejar dudas nos pone en nuestros bolsillos un aparato electrónico capaz, no sólo de ubicarnos y escucharnos, también les servirá para volarnos en pedazos cuando lo consideren necesario. Si no fuera un ateo irredento cerraría diciendo "que Dios nos coja confesado..."