España, un país ingobernable

Nada de derecha ni derechas, y menos, conservadores. Nada de fascistas, ni siquiera nada de nazis. Quienes desde 1978 redactaron ellos mismos la Constitución, no ha ha habido un sólo momento de paz y de tranquilidad en la España pública cuando no han gobernado ellos y ellas, sea en el gobierno central, entre 1996 y 2004, Aznar, y entre 2011 y 2018, Rajoy, sea en las Comunidades Autonómicas, principalmente Madrid, Andalucía y León. Nada de todo eso. La verdadera identidad de esos gobernantes, sus diputados y sus turiferarios son de la especie de la chusma más común, en su versión encorbatada y adinerada. Y siempre los medios de comunicación predominantes dándoles cobertura o proporcionándoles el material necesario para hacer de este país una revolcadura de perros políticos. Gente, gentuza que no soporta estar en la Oposición, sirviéndose de un poder judicial cómplice también que se niega a renovarse desde hace más de un lustro, sin que en él figure nadie que a su vez represente un pensamiento de izquierda "normal".

Por otro lado, la gallardía, la tibieza, la debilidad de la izquierda cuando gobierna con normalidad desde sus postulados y principios para no contribuir a una desestabilización permanente de España, facilita todo ello la situación casi permanente de un estado de excepción oficioso que hace insoportable la vida política en un país que, después de haber dejado atrás una dictadura, al menos quienes tenemos una edad no sabemos si una democracia de esta índole fachendosa es una farsa preparada a conciencia desde el día en que media España se acostó franquista y se levantó supuestamente demócrata, con una monarquía introducida con fórceps, o es un país realmente ingobernable, como han dicho siempre los verdaderos, pocos, intelectuales españoles. Así es que entre los franquistas de la tropa política, los franquistas de la tropa judicial, y los franquistas de la tropa periodística, España está condenada a ser un país indeseable donde tantos como yo, como dije en mi anterior artículo, desearíamos mil veces más ser portugueses. La dimisión de Sánchez evidencia el hastío que compartimos mucho más de media España que lleva cuatro décadas esperando la reforma a fondo de la Constitución o su abrogación, y un referéndum para decidir entre monarquía y República.



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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