En retórica existe un razonamiento falaz que se suele conocer como "argumento del falso escocés". Consiste en establecer un marco ideal, arbitrario, de cualidades que definen un "ente", categoría, concepto, u objeto, y a partir de allí negar la posible pertenencia de un elemento "otro" dentro de la definición inicial, esto al no cumplir con las cualidades asignadas. Quizá parezca un poco enrevesado, pero todos hemos sido testigos, víctimas o victimarios, de tal razonamiento. Aun así, estas cosas se explican mejor con un ejemplo:
Supongamos que, en un escenario hipotético, dos personas se encuentran hablando del chavismo y uno de los sujetos comienza a indicar, o ya tiene asumidas, las cualidades que definen a un chavista. Por ejemplo, llega a afirmar que: "un chavista, apoya a Maduro", y, en ese momento, el otro sujeto, que siempre se ha sentido fiel al proceso, pero se encuentra profundamente decepcionado y manifiesta una oposición abierta al gobierno de Maduro, responde: "Oye. Pero yo no puedo apoyar a ese traidor y su gabinete de corruptos". Es cuando el razonamiento falaz del falso escocés aparece en la nueva respuesta de su interlocutor: "Es porque no eres un verdadero Chavista".
Este ejemplo es extrapolable a un sinfín de situaciones que pueden ir desde la afirmación de "verdaderos socialistas", "verdadero socialismo/capitalismo", hasta llegar a "verdaderos fanáticos del Magallanes" o "verdaderos patriotas". Hay que aclarar, sin embargo, que si la afirmación está bien sustentada entonces deja de ser un razonamiento falaz, pudiéndose convertir en una postura crítica válida, y hasta en una refutación legítima: la arbitrariedad en la escogencia de las cualidades características y el objeto definido en cuestión es el problema que dificulta distinguir cuándo se trata de un razonamiento falaz u otro legítimo.
Llegado a este punto, para el día 8 de marzo, podemos ver cómo la respetable Marie Curie pasa a formar parte de ese grupo de famosas mujeres admirables que engrosan a Escocia y que, dentro de una historia marcada por la injusticia y la opresión hacia las mujeres, son usadas para exigir una práctica feminista que se ajuste a las comodidades de los varones o de los valores conservadores de hoy. Y así, frente a su conmemoración, junto a la de muchas otras mujeres, no falta quien exprese: "Este sí es verdadero feminismo".
Es un absurdo que se use a estas figuras emblemáticas, que precisamente deben ser consideradas íconos del feminismo por contribuir a demostrar que nunca han sido seres de segunda categoría, sobreponiéndose a los obstáculos que se les impone para evitar su "humanización", para exigir a las que mantienen una lucha que se ajusta a las características de nuestros días, que vivan precisamente como seres des segunda categoría en las circunstancias actuales.
Lo que vivió Curie y a lo que se tuvo que enfrentar para lograr destacar en el ámbito científico, así como muchas otras personas que padecen todavía hoy los males de la sociedad machista heteropatriarcal en distintos ámbitos, es una muestra más de aquello por lo que han luchado las feministas y un aliciente para luchar por lo que aún falta. Curie, como muchas otras mujeres, soportó las humillaciones e imposiciones de una sociedad machista y las sorteó para destacar sobre ellas, no para reafirmarlas como la condición "normal" sobre las que todas deben destacar. Menos debe usarse su existencia para señalar un referente de precariedad, hoy en algún grado superado, y negar a partir de allí las precariedades que aún existen: una suerte de "hoy no padecen lo que padeció Curie, el feminismo de hoy es puro capricho. Un invento comunista."
Es admirable lo que hizo, como también hubiese sido legítimo que ante la situación hubiese armado un alboroto y protestas por lo que sin duda era una situación de injusticia. En pocas palabras, así como ella, en su época y hoy todavía, existen muchas personas aguantando humillaciones, resistiendo para intentar avanzar pese a ellas, y a su lado han existido, existen y existirán otras que justamente luchan para acabar con esas humillaciones y se rehúsan a aceptarlas como condición "natural" sobre la cual deben desarrollarse como seres humanos.
Sólo un tonto podría usar como argumento para descalificar un movimiento diverso, a figuras que padecieron durante lo largo de su vida todo aquello por lo que el mismo movimiento encuentra su justificación, y pretender a su vez que la adaptación a ese padecer sea la condición que defina al "verdadero movimiento".
Un razonamiento así, lo que exige es que todas las personas que padecen la violencia de la sociedad machista heteropatriarcal asuman como obligación esas humillaciones, y deslegitimar el hecho de que existan personas que precisamente se rehúsen a aceptarlas. Hay una exigencia de martirización, realmente estúpida, detrás de la exclusión falaz del supuesto "falso feminismo", y ante esa exigencia uno se preguntaría ¿quién rayos es cualquiera para solicitar que otros se martiricen? Y todavía peor, que quieran imponer dicho sufrimiento cristiano (aguantar coronas de espinas y latigazos) como el criterio teórico conceptual que define al "verdadero escocés".
El 8 de marzo es el día de la mujer, muchas y muchos conmemoran mujeres emblemáticas como un aliciente para la lucha y una evidencia de la falsa inferioridad de seres humanos, precisamente por haber existido dentro de su "clasificación" como sujetos que han vencido muchas de las imposiciones que los racistas, sexistas, clasistas, homófobos, xenófobos, misóginos, y demás supremacistas han querido imponer. Éstos siempre han querido hacer ver como condiciones naturales, o como un producto de las cualidades inferiores inherentes al agraviado, la precariedad que en realidad es el resultado de una sociedad estructurada sobre privilegios, y una vez cuestionada esa "condición natural", se atreven todavía a afirmar en su orgullo herido: "ves que sí se pudo. No tienes por qué armar un alboroto".
Por suerte, los hechos siempre se reafirmarán con el devenir histórico, y la gran científica Mary Curie, por más que insistan, no podrá ser reclamada por ningún hombre, o cualquier sujeto reaccionario, para su "verdadero feminismo".